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Los besamanos de Sánchez y Urkullu

Fuentes: Rebelión

Empecemos por el de Pedro Sánchez. A lo largo del mes de agosto se ha reunido con toda una larga lista de colectivos sociales, en lo que se ha llamado un diálogo con la sociedad civil: sindicatos, asociaciones feministas, organizaciones de lucha contra la pobreza, patronal grande y mediana, grupos ecologistas, colectivos memorialistas, etc.. A […]

Empecemos por el de Pedro Sánchez. A lo largo del mes de agosto se ha reunido con toda una larga lista de colectivos sociales, en lo que se ha llamado un diálogo con la sociedad civil: sindicatos, asociaciones feministas, organizaciones de lucha contra la pobreza, patronal grande y mediana, grupos ecologistas, colectivos memorialistas, etc..

A primera vista, parecería que no ha quedado nada sin abarcar, pero esto debe ser puntualizado. Por un lado, porque existen importantes sectores que no han sido invitados -derechos humanos, pacifistas,…- y, por otro, porque algunos de los citados -CEOE: banca, eléctricas, constructoras,…- no son sino delincuentes sociales altamente tóxicos. Junto a ello, Sánchez solo ha llamado a quienes consideraba «más representativos» de cada sector, coincidentes en muchos casos con quienes guardaban más afinidad con el propio PSOE.

El marco y decorado de las reuniones, según se ha podido ver en las imágenes suministradas, ha sido sobrio, acorde a la imagen «social» que se pretendía dar. No han discurrido así en los lujosos salones del Palacio de La Moncloa, sino en una sencilla habitación y en torno a una mesa corrida formada por módulos adosables, similares a esos de Ikea o Leroy Merlin. Eso sí, en las reuniones tenidas con los sindicatos (UGT y CCOO) y la patronal (CEOE y Cepyme), la habitación era ya más glamurosa y contaba con una mesa de cristal, más de diseño, y grandes cuadros. ¡Aún hay clases!

El PSOE ha señalado que su objetivo es añadir algunas propuestas de estos grupos a la lista de 110 compromisos que presentó en las pasadas elecciones generales y a las 142 medidas expuestas en la investidura fallida del pasado julio. Con ello se redactará un documento de 300 propuestas a presentar a distintos grupos políticos -PNV, Compromis, PRC y, sobre todo, Podemos-, a fin de conseguir su apoyo. De no lograrlo, las 300 medidas serían la base del programa del PSOE para la próxima convocatoria electoral de noviembre, a fin de lograr «un Gobierno social, feminista, ecologista, europeísta y progresista».

Buena parte de los grupos convocados se han deshecho en elogios al Presidente por esa muestra de política participativa e integradora. Trataban así, a lo que parece, de sumar puntos cara a una próxima convocatoria de subvenciones. Otros, los menos, han presentado sus reivindicaciones y señalado críticamente los desacuerdos con la acción/inacción desarrollada por el Gobierno desde que tomó posesión de su cargo hace ya más de un año.

El carácter de la convocatoria, como ya hemos dicho, ha sido bastante sesgado. Tras la reunión de Pedro Sánchez con veinte grupos de «igualdad de género», la feminista Justa Montero declaraba en El País que «las organizaciones convocadas son muy afines al PSOE». Afirmación ésta que podría servir también para otras convocatorias. Los colectivos sociales más ligados a las actuales movilizaciones de mujeres (huelgas feministas, 8 de marzo, agresiones machistas..), pensionistas, jóvenes, inmigrantes.., no han sido invitados. Se ha denunciado asimismo el hecho de que en los quince meses de gobierno de Pedro Sánchez, éste no haya dado prácticamente un paso de cara a satisfacer las reivindicaciones de los grupos convocados.

Junto a ello, era evidente también el marcado carácter centralista-estatal de las convocatorias. La realidad social más específica y propia de Euskal Herria, Catalunya, Galiza…, apenas se ha reflejado en la convocatoria. Así por ejemplo, en el terreno sindical parecería como si el mundo empezara y acabara en CCOO y UGT, únicas centrales convocadas. A pesar de que en el resto de las reuniones han sido invitadas alrededor de veinte colectivos, en este caso tan solo han sido dos. La existencia de otras centrales como CGT a nivel estatal, o de la CIG -Galiza-, SAT -Andalucía- y ELA y LAB (mayoría sindical en Euskal Herria), ha sido invisibilizada. Quizás la razón sea que estos sindicatos plantean en muchos casos un tipo de sindicalismo enfrentado, no solo a la política socio-laboral del PSOE, sino también al modelo de concertación y pacto llevado por CCOO y UGT en los últimos años.

Pero dejemos ahora a Sánchez y hablemos un poco del lehendakari Urkullu. Mientras aquel se reunía con los grupos sociales, la prensa, radio y TV vasca nos ha machacado durante varios días con la noticia de que Urkullu iba a ser recibido en audiencia privada por el papa Francisco, a fin de entregar a éste la iniciativa «Share», referida a la acogida de migrantes en situación de mayor vulnerabilidad. Según ésta, la cuota de emigración o asilo a recibir debería calcularse en base al PIB, con un peso del 50%; la población, con un 30% y el índice de desempleo, con un 20%. Pura matemática, vamos.

A pesar de la pomposidad de la larga campaña previa llevada a cabo por el PNV (todos pensábamos en una recepción vaticana de alto nivel), la audiencia privada» ha consistido en que Urkullu ha estrechado la mano del Papa cuando le ha tocado, tras aguardar turno en una fila parecida a la de una pescadería en vísperas navideñas. Luego, ha presentado su fórmula matemática al Secretario de Estado del Vaticano y, no contento con eso, se lo ha entregado también a un alto cargo de la Orden de Malta, fósil clerical éste que según se nos ha querido hacer creer, tiene mucha mano en esto de la política de migración y asilo internacional.

Durante esos mismos días, la encuesta publicada por el Gobierno de Gasteiz sobre Pobreza y Desigualdades sociales ha señalado que la pobreza grave en Euskal Herria (5,1% de la población) está en cifras que no se daban desde los años 80. A la par, la de quienes se hallan en riesgo de padecerla (109.735 personas) ha crecido un 65% en los diez últimos años. Pero Urkullu no ha presentado fórmula alguna para tratar de paliar y reconducir esta situación, cual podría ser implantar una tributación redistributiva (IRPF, sociedades,..) y en el trasvase de los gastos cementeros (TAV..) a las partidas sociales.

Y colorín, colorado, la campaña mediática veraniega se ha acabado. Sánchez y Urkullu abordan ahora el comienzo de curso sonrientes y felices, agradeciendo a los grupos sociales, curia vaticana y Orden de Malta los servicios prestados.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.