Canalizar toda nuestra indignación por la retórica racista de Trump, pasa por alto la verdadera violencia racista que está siendo desatada contra los indocumentados cada día. Las notorias observaciones de Donald Trump, diciendo que los inmigrantes mexicanos están «trayendo drogas, delincuencia y que son violadores», ha proporcionado una buena oportunidad para muchos liberales y progresistas […]
Canalizar toda nuestra indignación por la retórica racista de Trump, pasa por alto la verdadera violencia racista que está siendo desatada contra los indocumentados cada día.
Las notorias observaciones de Donald Trump, diciendo que los inmigrantes mexicanos están «trayendo drogas, delincuencia y que son violadores», ha proporcionado una buena oportunidad para muchos liberales y progresistas en los Estados Unidos para felicitarse a ellos mismos sobre su repulsa por los bulliciosos y despistados comentarios racistas de Trump. Incluso empresas como NBC, Univisión, y Macy’s cortaron sus vínculos con Trump por sus «declaraciones despectivas». Mientras que sus palabras son obviamente ofensivas, este enfoque estrecho liberal de lenguaje, permite a expertos, políticos y comediantes ganar puntos como progresistas sin tener en cuenta su complicidad en el abuso y la explotación de millones de inmigrantes latinos.
Pero ¿dónde está la indignación por el robo de salarios desenfrenado, perpetrada contra los trabajadores migrantes en los campos de cosecha de frutas y verduras de los Estados Unidos? ¿Por qué los políticos no piden un minuto de silencio por los 817 trabajadores latinos que murieron en sus trabajos en el 2013 (principalmente en la construcción) o los 748 que perecieron el año anterior? ¿Por qué las condiciones de hacinamiento y falta de higiene de los centros de detención de inmigración no son tan importantes como los delirios de un megalómano desquiciado que nunca, en realidad, alcanzará un cargo político?
La indignación no se materializa y las condiciones materiales de los trabajadores migrantes no captan los titulares, fundamentalmente debido, en gran parte, a que Republicanos, Demócratas, y las élites políticas y económicas están de acuerdo con Trump sobre la necesidad de militarizar la frontera y deportar a los inmigrantes indocumentados. Ellos simplemente dejan de lado las «declaraciones despectivas» y ponen énfasis en la retórica sobre «ganar un status legal» o un largo y tortuoso «camino a la ciudadanía» para acaparar el voto latino.
¿Existe una diferencia fundamental entre el argumento de Trump y los comentario de Obama a Univisión en el 2012, con un récord de deportaciones en su administración, 2 millones de inmigrantes, está dirigido a «personas que generalmente representan una amenaza para nuestras comunidades», en contraposición a «familias trabajadoras»?
Trump afirma que la mayoría de los inmigrantes mexicanos son criminales, mientras que Obama argumentó que los 2 millones de personas, que su administración enjauló en cárceles inhumanas y sin acceso a un abogado, antes de ser devueltos a países económicamente indigentes y asolados por la guerra, estaban poniendo en peligro «nuestras comunidades». Sin embargo, un informe reciente del American Immigration Council encontró que, 1.6 por ciento de hombres nacidos fuera de Estados Unidos se encuentran en prisión en contraposición al 3,3 por ciento de hombres nacidos en Estados Unidos, y que la mayoría de los inmigrantes encarcelados enfrentan cargos relacionados con inmigración. Sólo una milésima de uno por ciento de los inmigrantes indocumentados es acusado de asesinato.
La vida es tan precaria para los inmigrantes indocumentados que a menudo hacen mucho más esfuerzo para evitar cualquier ilegalidad que los mismos ciudadanos. Y muchos de los que recurren a la actividad criminal no están más que tratando de sobrevivir en una sociedad que les niega los derechos fundamentales en la práctica, incluso si dice lo contrario en algún documento del gobierno que está recogiendo polvo en la legislatura estatal.
«Alguien está violando»
En defensa de su afirmación acerca de la prevalencia de violadores dentro de los inmigrantes mexicanos, Donald Trump señaló un artículo de 2014 de Fusión, donde reporta que el 80 por ciento de las mujeres mexicanas y centroamericanas son violadas en algún momento en su camino a los Estados Unidos, por coyotes, bandidos, otros migrantes, o funcionarios del gobierno.
Cuando Don Lemon de la CNN señaló a Trump que el artículo establece que estos migrantes fueron víctimas de violación, y no violadores, Trump respondió con facilidad sospechosa, «alguien está violando». Al hacerlo, Trump esencialmente implica que, independientemente de quién es el culpable directo, los miles de latinos que entran a través de las fronteras estadounidenses son producto de sociedades de criminalidad rampante y por lo tanto deben ser repelidos con máxima urgencia. Pero lo que Trump y la miríada de defensores del sistema de inmigración Norte-Americano no reconocen es que la criminalización del cruce de fronteras, justamente da vida a este submundo del asalto sexual y el tráfico de drogas, al obligar a personas pobres y desesperadas a situaciones peligrosas para poder sobrevivir.
Además, acuerdos comerciales neoliberales, apoyados por Estados Unidos, como el TLCAN, han devastado las industrias locales, forzando a innumerables trabajadores a cruzar la frontera en busca de trabajo. Corporaciones estadounidenses han viajado al extranjero para aprovechar la mano de obra barata que esos acuerdos han proporcionado, pero cuando esos mismos trabajadores tratan de cruzar a los Estados Unidos, se enfrentan a penas de prisión o, como mucho, una existencia precaria de explotación casi constante, sin recursos legales contra el abuso y la explotación. Si Trump estaría tan preocupado por las violaciones, debería echar un vistazo más de cerca a las condiciones de los trabajadores agrícolas migrantes. Aunque es imposible cuantificar la prevalencia de asaltos sexuales entre los migrantes, un estudio del 2010, realizado por la Universidad de California, Santa Cruz entre 150 mujeres campesinas, encontraron que alrededor del 40 por ciento reportó acoso sexual y el 24 por ciento reportó coacción sexual de su jefe.
Buen Inmigrante / Mal Inmigrante
Aunque siempre es peligroso dar a Donald Trump el beneficio de la duda acerca de algo, es razonable suponer que el presidente Obama sabe que la mayoría de los inmigrantes indocumentados no son criminales y han recorrido, por desesperación, un largo y peligroso camino para buscar una vida mejor. Sin embargo, él ha sentido la necesidad de encubrir sus políticas anti-inmigrantes bajo el velo de la criminalidad y la seguridad nacional, debido a que los días de poder justificar deportaciones puramente basadas en la falta de papeles, han pasado. Queriendo presentarse como pro-inmigrante, concedió permiso temporal a los Dreamers nacidos en el país para permanecer en los Estados Unidos. Pero incluso Trump reconoció que «algunos (inmigrantes mexicanos), supongo, son buenas personas».
Con demasiada frecuencia, las medidas destinadas a mejorar las condiciones de los migrantes que siguen «las reglas del juego» o que se encuentran en el limbo la ciudadanía debido a los «crímenes» de inmigración de sus padres, refuerzan la dicotomía imaginaria entre un puñado de inteligentes, motivados, asimilados jóvenes estudiantes y el montaje de una ola de criminalidad a punto de estrellarse, abajo, en la frontera sur. Circunscribiendo este pequeño espacio de aceptación permite la criminalización y persecución de los que caen fuera de estos parámetros.
Canalizar toda nuestra indignación por la retórica racista de Trump nos llena de esa sensación de sentirnos bien y querer saciar nuestra sed de justicia, antes incluso de echar un vistazo a la verdadera violencia racista que se desata sobre los indocumentados cada día.
Yesenia Barragán es una activista y Candidata a un PhD en Historia Latinoamericana en la Universidad de Columbia.
Este contenido ha sido publicado originalmente por teleSUR bajo la siguiente dirección:
http://www.telesurtv.net/opinion/Los-Comentarios-Racistas-de-Donald-Trump-Ocultan-un-Sistema-Racista-de-Inmigracion-20150715-0049.html
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