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República Democrática del Congo

Los crímenes de Ituri por fin salen de las sombras

Fuentes: Courrier Iternationale

Traducido para Rebelión por Caty R.

El 26 de enero, la Corte Penal Internacional abre el juicio contra el ex miliciano congoleño Thomas Lubanga Dyilo. Un acontecimiento histórico que constituirá la prueba de fuego de la Institución, en la que las víctimas han depositado grandes esperanzas.

Se palpa la tensión en este edifico ultramoderno de La Haya donde se afanan 273 mujeres y 288 hombres originarios de 80 países diferentes. La Corte Penal Internacional (CPI) vive un principio de año muy distinto de los demás. El primer juicio de esta Institución permanente, cuya competencia es juzgar los mayores crímenes cometidos desde julio de 2002, se abre el 26 de enero. Este acontecimiento histórico marcará la pauta, por fin, de un tribunal sobre el que recaen unas expectativas inmensas.

El acusado de esta gran prueba es el jefe miliciano Thomas Lubanga Dyilo, fundador de la «Unión de los Patriotas Congoleños» y comandante de su brazo armado. Este diplomado en Psicología por la Universidad de Kisangani responderá de crímenes de guerra por el reclutamiento de niños menores de 15 años y por obligarlos a participar activamente en las hostilidades que asolaron el distrito de Ituri entre septiembre de 2002 y agosto de 2003.

Otra gran innovación hace que este momento sea incluso más delicado: la posibilidad de que las víctimas participen en el proceso y exijan reparación.

A los que consideran que Thomas Lubanga Dyilo sólo es un «pez pequeño» o que la acusación del reclutamiento de niños soldados constituye una acusación secundaria comparada con otras atrocidades atribuidas a las mismas milicias, Béatrice Le Frapper du Hellen, directora del departamento de competencias, replica que «la noción de pequeño o gran líder es, a menudo, un prejuicio occidental. En Ituri, a Thomas Lubanga Dyilo se le consideraba un dios. Ese es el poder que tenía sobre la zona. En cuanto al enrolamiento de los más jóvenes en un conflicto, para nosotros es una acusación determinante. Esos niños que van a asistir al juicio han visto y han hecho de todo. Gracias a ellos los jefes están en el banquillo. Los chicos son, al mismo tiempo, los protagonistas y las víctimas de este asunto. Una generación a la que hay que salvar. Además, la estrategia de la oficina del Fiscal está clara, se trata de ir a lo esencial, ajustar las situaciones y ser selectivos». Convencida de que este es un asunto importante, la acusación se apoya esencialmente sobre las pruebas documentales y los testimonios. Hasta la fecha, se ha citado a 34 personas para que comparezcan.

Seguramente, el papel y la asistencia de las víctimas de este proceso serán el centro de atención. Por primera vez en la historia de la justicia penal internacional, quienes sufrieron los crímenes podrán hacer que se oigan sus voces y tener la esperanza de conseguir, en una segunda fase, una compensación por los sufrimientos padecidos. Por otra parte, se ha creado un fondo a favor de las víctimas para que dicha reparación, individual o colectiva, pueda hacerse efectiva incluso si el condenado no dispone de medios suficientes.

Sin embargo, la máxima autoridad de la Corte Penal Internacional ha tenido la ocasión de precisar algunos principios sobre este asunto. Para acceder a la calificación de víctima, la persona debe haber sufrido un perjuicio personal que puede ser material, físico o psicológico. Dicho perjuicio puede afectar también tanto a víctimas directas como indirectas. En otras palabras, los padres de un niño soldado que demuestren que han sufrido un perjuicio moral, propio de la situación, pueden obtener el estatuto de víctimas. Para participar en el proceso, el perjuicio alegado debe estar relacionado con los cargos presentados contra el acusado y por lo tanto circunscritos al período que se juzga. Finalmente las víctimas, y sobre todo sus representantes legales, tienen el derecho, dentro de ciertos límites, a presentar los elementos de prueba.

Hasta ahora se ha admitido a 91 víctimas para que participen en el proceso, de las que la mayoría son ex niños soldados. Este número todavía puede aumentar si los jueces aceptan las solicitudes de los que sufrieron los crímenes perpetrados por dichos niños soldados. ¿Cuántos de ellos querrán asistir al proceso y en qué etapa? ¿Dónde se colocarán?

«Sobre esta problemática de las víctimas, actualmente hay más preguntas que respuestas», explica Fiona Mckay, responsable de la sección de la participación de las víctimas y las reparaciones. Y entre estas cuestiones figuran las más esenciales, ¿cómo se va a responder a esta aspiración? ¿Se sentirán satisfechas las víctimas con el ejercicio de estos derechos?

Texto original en francés:

http://www.courrierinternational.com/article.asp?obj_id=93844