«Si no es ahora, ¿cuándo?» Esta es una de las más famosas máximas de la historia, atribuida al gran rabino Hillel, a quien también se da el crédito por una versión con los pies en la tierra de la Regla de Oro: «Lo que te sea odioso, no lo hagas a tu prójimo. Esa es […]
«Si no es ahora, ¿cuándo?» Esta es una de las más famosas máximas de la historia, atribuida al gran rabino Hillel, a quien también se da el crédito por una versión con los pies en la tierra de la Regla de Oro: «Lo que te sea odioso, no lo hagas a tu prójimo. Esa es toda la Tora; lo demás es comentario».
Ahora, esta es la pregunta trivial del día: ¿Quién en nuestros tiempos revivieron este llamado a la acción con el desafío, «Si no somos nosotros, quién? Si no es ahora, ¿cuándo?» ¿Michael Moore? ¿Barack Obama? ¿Líderes de Ocupar Wall Street?
Ni siquiera se acercan. La urgente súplica de Hillel «Si no es ahora, ¿cuándo?» fue apropiado por los multimillonarios petroleros Charles y David Koch en una carta de invitación convocando a directores generales a una cumbre de recaudación de fondos en Rancho Mirage, California, en enero de 2011. Era imprescindible que unieran fuerzas, explicaba Charles Koch, «… para combatir lo que es ahora la mayor amenaza a la libertad y prosperidad norteamericana de nuestros tiempos» -la administración de Barack Obama.
Esta no fue la primera reunión de su tipo convocada por los hermanos Koch. Desde 2003 ya venían realizando cónclaves semianuales para magnates corporativos, salpicados con periodistas, políticos y jueces del Tribunal Supremo, todos de derecha. Antonin Scalia y Clarence Thomas participaron, así como Jim DeMint, Eric Cantor, Paul Ryan, Chris Christie y Rick Perry.
Expertos conservadors como Charles Krauthammer, Michael Barone y Glenn Beck dejaron a un lado toda objetividad para asistir y deslumbrar al grupo de ejecutivos que representaban a las mayores corporaciones de Estados Unidos: el Grupo Bechtel, la Corporación Fluor, Georgia-Pacific, Home Depot, Wells Fargo, el Grupo Blackstone, Circuit City, y Laredo Petroleum, entre otros.
Ni esta tampoco fue, como la describió Charles Koch, solo una inocente reunión de algunos de los mayores filántropos y creadores de empleos de Estados Unidos». No, esta era una reunión para ordenar la oposición corporativa a la reelección del presidente Obama; una reunión muy exitosa. Las corporaciones que asistieron a la cumbre de Rancho Mirage prometieron entregar $49 millones de dólares para la campaña anti Obama de 2012. Y esa es solo la punta del iceberg de lo que los hermanos Koch han recaudado y encauzado hacia la política en los últimos 20 años.
Como supe al realizar la investigación para mi libro La máquina de odio contra Obama, Charles y David Koch, con una fortuna combinada de $50 mil millones, son dos de los hombres más ricos del país. Con más de $200 mil millones en ingresos anuales, Industrias Koch es un gigantesco conglomerado energético y manufacturero. Operan refinerías de petróleo en Alaska, Texas y Minnesota. Controlan 4 000 millas de oleoductos. Son propietarios de Georgia-Pacific. Tienen 70 000 empleados en 60 países.
Pero los hermanos Koch han ganado notoriedad recientemente por su actividad política. En conjunto, probablemente sean los mayores donantes políticos del país. Nadie -ni George Soros, ni Bill Gates, ni siquiera Sheldon Adelson- se les acerca. Y su influencia está por todas partes. Son importantes fundadores de dos tanques pensantes conservadores, la Fundación Heritage y el Instituto Cato. Han creado centros de investigación seudocientífica en muchos predios universitarios, como el Centro Mercatur de la Universidad George Mason. Son los del dinero detrás de dos poderosas organizaciones políticas, Freedom Works [Trabajos de Libertad] y Americans for Prosperity [Norteamericanos por la Prosperidad] -las cuales están insertando anuncios anti Obama en la TV de 10 estados. Fueron los ricachones detrás del Tea Party. Pusieron los fondos para oponerse a las nuevas regulaciones de seguridad minera en Virginia Occidental, derrotar duras normas de kilometraje en California y elegir a Scott Walker en Wisconsin. Y según mi cuenta, son las principales fuentes de financiamiento para al menos 57 grupos conservadores de acción política (PACs)
Sin duda su imperio político es tan vasto que ha sido llamado el «Kochtópodo». Charles Lewis, fundador del Centro para la Integridad Pública, dijo a Jane Mayer, de la revista New Yorker: «Los Koch se encuentran en un nivel totalmente diferente. No existe nadie que haya gastado tanto dinero… Son la Standard Oil de nuestra era».
Y durante los últimos tres años, la mayor parte del dinero, directa o indirectamente, ha estado alimentando una campaña plena de odio contra el presidente Obama, caracterizada por ataques personales peores de los que haya enfrentado presidente norteamericano alguno desde Abraham Lincoln. Obama ha sido tildado de comunista, fascista, socialista, marxista, nazi y terrorista que odia a Estados Unidos. El presidente del Comité Nacional Republicano llegó a compararlo con el capitán del infortunado Costa Concordia, un hombre responsable de la muerte de al menos 17 pasajeros.
Así que ya sabemos lo que nos espera en 2012: más dinero y más dinero corporativo en la política que nunca antes, y ataques más desagradables y personales contra el presidente Obama. Todo lo cual se puede agradecer a un hermano Koch. O a los dos.