“Lo que hemos visto nos remonta a cientos de años atrás. Lo que presenciamos es peor que lo que pasó durante la época de la esclavitud: otra vez vaqueros azotando a personas negras —haitianas— con las riendas de sus caballos, empujándolas hacia el río, mientras se tropiezan y caen en el agua, cuando todo lo que están tratando de hacer es escapar de la violencia que viven en su país”. -Maxine Waters, congresista de California
La foto lo dice todo: una hilera interminable de carros de policía de la patrulla fronteriza de Texas, Estados Unidos, rodea el lugar donde en un campamento improvisado, debajo de un puente, se encuentran miles de haitianos, que pasaron la frontera norte de México e ingresaron al “país de la libertad-prisión”. Es un muro inexpugnable motorizado de policías y represión, levantado durante el gobierno del vocero del “imperialismo benévolo”, Joe Biden, en el propio territorio de los Estados Unidos para perseguir con saña a los miles de migrantes que vienen tras el “sueño americano”, convertido en una auténtica pesadilla.
Hace un año, cuando se adelantaba la campaña presidencial en los Estados Unidos, Joe Biden y su combo globalista-imperialista denunciaba el Muro de Trump y anunciaba que, de ganar las elecciones de noviembre de 2020, le pondría fin a ese muro e iniciaría una nueva política migratoria que acabaría con las arbitrariedades y crímenes de Trump.
Lo que no decía Biden y compañía, entre las que sobresalía Kamala Harris ‒hija de migrantes‒ es que la política migratoria iba a recoger lo peor de lo realizado por Donald Trump y lo iba a superar con creces. En concreto, en lugar de un muro iba a erigir varios muros antimigratorios. Y eso es lo que está haciendo, aunque esos muros no sean de cemento y ladrillos.
El muro de hormigón y acero
El muro de Trump continúa no ha sido derribado y en cualquier momento puede ser retomado por el mismo Biden o cualquiera de sus sucesores, si recordamos que este fue iniciado por el demócrata Bill Clinton en la década de 1990 y que esos mismos demócratas, como el nefasto Barack Obama, se han distinguido por la expulsión compulsiva de migrantes. Es bueno enfatizar el hecho que el Muro de la frontera con México sigue en pie y no se ha tumbado uno solo de sus ladrillos, para desmentir la propaganda optimista y mentirosa que falsimedia mundial que anunciaba un cambio trascendental por parte de Joe Biden, algo así como si fuera a derribar el Muro como se hizo con el de Berlín, y todos los que quisieran podrían pasar hacia los Estados Unidos.
El Muro de Represión
El segundo muro que levanta Joe Biden también refuerza otro que había iniciado Trump, y es el que se levanta en la frontera sur de México, en donde el gobierno mexicano, cumpliendo pactos firmados con los Estados Unidos, ha implementado una política represiva de control de los migrantes que intentan atravesar el paso fronterizo desde Guatemala y que ahora soportan una persecución sistemática que les impide atravesar esa frontera. En esa frontera se implementan y refuerzan los mismos controles, persecución, represión, violencia, racismo, feminicidio, clasismo que son el pan diario a miles de kilómetros de distancia en la frontera norte de México. El gobierno mexicano está haciendo con los migrantes que vienen de diversos lugares del mundo, una gran parte de ellos centroamericanos, lo mismo que en Estados Unidos les hacen a los mexicanos que diariamente pretenden, y muchos de ellos mueren en el intento, ingresar a Estados Unidos.
Los muros del odio
Y el tercer muro es más difuso y no se encuentra localizado espacialmente en un lugar concreto. Ese Muro es el más brutal y el menos visible físicamente, pero el más terrible de todos, porque está hecho de odio, de racismo, de clasismo. Se extiende por diversos lugares de los Estados Unidos, y se replica en otros lugares del planeta (España y los países europeos, Afganistán, Chile, Colombia y más allá). Ese odio y racismo es el que se viene implementando desde hace décadas en los Estados Unidos y el que Donald Trump convirtió en uno de los soportes de su política interna. Biden no ha cambiado al respecto ni un milímetro, antes, por el contrario, ha sido más represivo que su antecesor, siendo el cinismo, el único ingrediente adicional.
Mientras que Donald Trump no ocultaba su odio y desprecio hacia los migrantes provenientes de nuestros “paisitos de mierda”, y así como pensaba actuaba, porque era perfectamente coherente, en cambio Joe Biden, Kamala Harris y compañía son cínicos e hipócritas, porque mientras les dan garrote a los migrantes “indeseables”, en forma demagógica dicen que Estados Unidos es un ejemplo de acogida para el mundo.
Ese cinismo se ha evidenciado en la brutal represión contra los haitianos que ingresaron a los Estados Unidos hace pocos días. Inmediatamente entró en acción todo el aparato de represión, el que revivió a los vaqueros que persiguen a negros y esclavos, a los que azotan con látigo en mano, encadenan, golpean y torturan.
A través de esas imágenes, en el mundo entero se ha podido comprobar lo que verdaderamente es el país de la “libertad”, en donde desde hace siglos ciertos sectores de la sociedad ‒imbuidos con el prejuicio de pretendida superioridad racial y de clase‒ persiguen, matan, torturan y linchan a quienes consideran como inferiores. Esas acciones no solo se han dado dentro de los Estados Unidos, sino que son práctica rutinaria en todos los lugares donde tropas y mercenarios de los Estados Unidos han intervenido desde el siglo XIX.
Por esta razón, este muro del odio que mantiene y refuerza Joe Biden demuestra claramente lo que son los Estados Unidos. En ese sentido, puede citarse el pésimo chiste del Secretario de Seguridad Nacional de los Estados Unidos quien dijo en días recientes: “Las fotografías que muestran a agentes de la Patrulla Fronteriza a caballo persiguiendo a migrantes no reflejan lo que somos como país ni lo que es el Servicio de Aduanas”. Parafraseándolo, puede decirse esta verdad de acuño: “Las fotografías que muestran a agentes de la Patrulla Fronteriza a caballo persiguiendo a migrantes reflejan a cabalidad lo que somos como país y lo que hemos sido históricamente desde cuando matábamos y destrozamos a indios y negros y a todos aquellos, dentro y fuera de Estados Unidos, que siempre hemos considerado inferiores”.