El lanzamiento por parte del Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) de los Documentos Estratégicos para la Reducción de la Pobreza (PRSP, por sus siglas en inglés), marcó un viraje no solo en el discurso de dichas instituciones financieras, sino un enfoque multidimensional de la relación de las potencias capitalistas desarrolladas con […]
El lanzamiento por parte del Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) de los Documentos Estratégicos para la Reducción de la Pobreza (PRSP, por sus siglas en inglés), marcó un viraje no solo en el discurso de dichas instituciones financieras, sino un enfoque multidimensional de la relación de las potencias capitalistas desarrolladas con los países subdesarrollados.
Debido a la insostenible crisis de legitimidad que atravesaban las instituciones de Bretton Woods y el consiguiente rediseño de la Iniciativa para los Países Pobres Altamente Endeudados II (HIPC II, por sus siglas en inglés), los PRSP se convirtieron en la condicionalidad fundamental dentro de la Iniciativa.
Los Programas de Ajuste Estructural (PAE), que desde la década de los años 80 pasaron a formar parte de las agendas de los gobiernos africanos, rigurosamente monitoreados por el BM y el FMI, demostraron su inconsistencia para resolver los problemas económicos, heredados de la crisis de la deuda externa. El impacto social de los programas profundizó males como la pobreza, la malnutrición, el analfabetismo y otros, que afianzaron la deformación estructural histórica de los propios países de África subsahariana. La influencia directa, por otra parte, de las políticas neocoloniales de las antiguas metrópolis hacia sus ex colonias (luego de la independencia política) acentuó tal deformación en materia de comercio y desarrollo productivo.
La crisis de las instituciones que promulgaban las políticas «puramente ortodoxas», dio lugar a la búsqueda de un discurso aparentemente más humano, donde el peso fundamental recaería sobre las comunidades y las ONGs. Es por ello que los objetivos de los PRSP, según el FMI, giran en torno a:
– Promover estrategias «nacionales» basadas en la amplia participación de la sociedad civil. – Beneficiar directamente a los pobres de los resultados alcanzados. – Reconocer y comprender la naturaleza multidimensional de la pobreza. – Involucrar tanto a los factores locales (gobiernos y empresarios nacionales) como a los externos (donantes) en los proyectos de política. – La reducción de la pobreza a largo plazo (1).
En cuanto al grado de homogenización, se distinguen claramente puntos de divergencia respecto a los PAE. En los años 90, el ajuste se caracterizó por su imposición abrupta. Su medida estandarizada para todos los países africanos no tuvo en cuenta características específicas. Por su parte, los PRSP en gran medida difieren de esta concepción. En este caso, el punto de partida son los gobiernos que elaboran los «Planes Nacionales». Por ello, un análisis exhaustivo de los PRSP tiene que tener en cuenta no solo las bases en las cuales se lanza, sino la forma que adopta en cada país elegible a la iniciativa HIPC.
A finales de agosto de 2005, 49 países habían redactado completamente sus PRSP y se encontraban en fase de aplicación y otros 11 habían redactado el documento pero no habían implementado aún las políticas (nos referimos al conjunto de todos los países subdesarrollados, africanos incluidos). Senegal resulta un caso ilustrativo dada la histórica relación con las Instituciones de Bretton Woods.
Su gobierno redactó el Documento Estratégico para la Reducción de la Pobreza en el año 2001 y fue aprobado por el FMI y el BM en diciembre de 2002. (2) El documento se basó en el mecanismo de los Planes Prioritarios de Acciones (PPA), en los cuales los proyectos se agruparon en tres categorías: los relacionados con la creación de riqueza; los concernientes al fortalecimiento de las capacidades y servicios sociales (en otras palabras: infraestructura); y los planes con vistas al mejoramiento de las condiciones de vida de los grupos más vulnerables.(3)
Paradójicamente, para el año 2004, Senegal había alcanzado el punto de decisión de la Iniciativa HIPC y para ello, de los 79 planes recogidos en el documento, solo se habían puesto en marcha 54. De los planes vinculados a la creación de riqueza, fue aprobado el 79.31%, de los relativos a la infraestructura, el 85.19%; y de los dirigidos al mejoramiento de las condiciones de vida a los sectores más vulnerables, el 34.78%(4).
Los resultados indican un marcado interés hacia aquellos sectores más productivos o generadores de ganancias o, en su lugar, los que crean una infraestructura atractiva para las inversiones extranjeras directas. Por lo tanto, lejos de constituir un plan dirigido a combatir directamente el fenómeno de la pobreza, los PRSP prevalecen como una política basada en sectores atractivos y no se establecen prioridades que favorezcan los sectores sociales.
La crítica ortodoxa neoliberal afirma que la aplicación de los PRSP constituye el elemento corrector de los PAE, al ser tomadas en cuenta las «distorsiones sociales». Sin embargo, no son más que la búsqueda de la aceptación social del neoliberalismo. La relación directa que se establece entre las organizaciones locales, fundamentalmente las ONGs y los donantes externos, constituyen el nuevo mecanismo de las Instituciones de Bretton Woods para acentuar la desarticulación de los Estados africanos y convertir a la sociedad civil en defensora del discurso neoliberal.
El BM y el FMI no soslayan el concepto de eficiencia económica según los patrones internacionales. Por tanto, la aplicación de los PRSP no niega la necesidad del ajuste neoliberal; de ahí que, si bien los procesos de privatización, desregulación y orientación exportadora continúan, el discurso de erradicación de la pobreza y alivio de la deuda externa está dirigido a persuadir a las masas.
Una vez más se demuestra cómo las instituciones financieras internacionales crean el marco propicio para garantizar la reproducción del capitalismo mundial, minando los esfuerzos de los países en desarrollo para salir de la crítica situación de marginación en que se encuentran. Las políticas neoliberales de hoy no son las mismas que décadas atrás. Los PRSP no son más que una fase superior de los PAE, cuyo discurso evoluciona ante las nuevas tendencias y fenómenos que afrontan los países subdesarrollados, en especial los de África subsahariana.
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