El siguiente editorial apareció en The Washington Post el lunes 21 de mayo. Fue traducido por Progreso Semanal. A nadie le sorprende mayormente cuando el gobierno cubano, que vive en miedo mortal de la libre circulación de ideas, les niega visas de viaje a los disidentes en su propio patio. Sin embargo, cuando Estados Unidos […]
El siguiente editorial apareció en The Washington Post el lunes 21 de mayo. Fue traducido por Progreso Semanal.
A nadie le sorprende mayormente cuando el gobierno cubano, que vive en miedo mortal de la libre circulación de ideas, les niega visas de viaje a los disidentes en su propio patio. Sin embargo, cuando Estados Unidos prohíbe a los estudiosos cubanos asistir a una conferencia académica de cuatro días en California, se rebaja al nivel del régimen de La Habana y degrada los valores estadounidenses.
Eso es lo que el Departamento de Estado ha hecho antes de la trigésima Conferencia de la Asociación de Estudios Latinoamericanos, que se celebrará esta semana en San Francisco. De los aproximadamente 2.000 conferenciantes provenientes de América Latina, 11 cubanos han sido seleccionados y se les niega las visas para entrar a Estados Unidos. (Otros 60 han sido aceptados, y seis siguen siendo objeto de revisión.)
Las razones de los rechazos son misteriosas y desconcertantes. De los 11, muchos son reconocidos académicos de prestigio internacional con vínculos de larga data a los mejores intelectuales estadounidenses. Uno de ellos es un ex embajador a la Unión Europea.
¿Acaso Estados Unidos se siente amenazado por Milagros Martínez, vicerrectora de la Universidad de La Habana, que ha persistido en establecer intercambios académicos con universidades de Estados Unidos? ¿Por Soraya Castro Mariño, una comentarista seria sobre las relaciones entre Cuba y EEUU? ¿Por Rafael Hernández, un erudito y un editor que ha enseñado en las universidades de Harvard y Columbia?
Estos y otros refuseniks* [disidentes] cubanos son pensadores independientes que han forzado el inicio de discusiones que el régimen de Castro preferiría no tener.
«Son precisamente el tipo de gente a quienes usted no querría negar una visa», nos dijo John H. Coatsworth, decano de la Universidad de Columbia y un especialista en América Latina. «Es estrafalario».
Los rechazos envían un mensaje de que un Washington timorato de alguna forma teme a los puntos de vista opuestos de los académicos de una pobre isla cuya población disminuye y cuya economía equivale a la de Arkansas. Es un mensaje que transmite la debilidad, no la fuerza.
Igual mensaje transmite la protesta absurda de los políticos cubanoamericanos, incluyendo miembros del Congreso, furiosos porque una visa fue otorgada a Mariela Castro, hija del presidente cubano Raúl Castro y una defensora de los derechos de los homosexuales y transexuales. ¿A qué le tienen tanto miedo?
Las cartas del Departamento de Estado a los solicitantes rechazados dicen que su presencia sería «perjudicial» para los intereses estadounidenses. Una portavoz, sin ofrecer más explicaciones, volvió a caer en las legalidades rutinarias que, en un giro casi soviético, se traducen a «Rechazados por la Ley». No importa que los 11 han viajado con anterioridad- en forma totalmente legal- a Estados Unidos.
En varias ocasiones el gobierno de George W. Bush emitió negaciones en masa a docenas de académicos cubanos que trataban de asistir a esa conferencia. Eso obligó a los patrocinadores a cambiar tres conferencias consecutivas fuera de los Estados Unidos, a Canadá y Brasil.
Ése fue un comentario vergonzoso sobre la tolerancia y las protecciones constitucionales de Estados Unidos. La libertad de expresión está destinada a proteger no sólo a los conferenciantes, sino también a aquellos que quieran escucharlos.
* La expresión ‘refusenik’ era un apodo informal para los individuos a quienes la Unión Soviética les negaba el permiso de salida durante la Guerra Fría.
Fuente: http://progreso-semanal.com/4/index.php?option=com_content&view=article&id=4684:los-refuseniks-de-cuba&catid=3:en-los-estados-unidos&Itemid=4