Negado su derecho al voto, la minoría rohinyá observa como un mero espectador las elecciones generales de este domingo en Birmania, que esperan resignados pero con la pequeña esperanza de que Aung San Suu Kyi revalide su mandato y acceda, empujada por la presión internacional, al regreso seguro de los refugiados en Bangladesh.
Entre esos refugiados se encuentra Mohammad Yusuf, que junto a otros 738.000 rohinyás se instaló hace tres años en los campamentos del sureste de Bangladesh huyendo de una brutal campaña del Ejército birmano que dejó a su paso masacres, violaciones y destrucción.
El joven, de 28 años, rememora lo mucho que lloró cuando en las últimas elecciones hace un lustro tampoco pudo votar después de ser revocado el derecho al sufragio concedido en 2010 a los rohinyás, de mayoría musulmana y etnia bengalí en un país, Birmania, prominentemente budista. «Fue un día triste para nosotros. Todos esperábamos participar en (aquellas) elecciones, pero no se nos permitió», dijo Yusuf a Efe por teléfono desde el campo de refugiados de Kutupalong.
Los rohinyás, a los que las autoridades birmanas arrebataron en la década de 1990 la ciudadanía, son víctimas de una fuerte discriminación al ser considerados inmigrantes ilegales procedentes de Banglades, a pesar de llevar generaciones viviendo en Birmania.
Ahora, en estos comicios, lo único que les queda es «rezar», explica Yusuf, y esperar a que Suu Kyi revalide su victoria y acceda al regreso seguro a Birmania de los rohinyás refugiados en Banglades, no por convicción, sino por la presión internacional.
«La última vez estábamos esperanzados tras la llegada al poder de Aung San Suu Kyi. Pensamos que como ex presa política entendería nuestros problemas. Pero no fue así», lamentó el rohinyá, que sin embargo ve con mejores ojos a la Liga Nacional para la Democracia (LND) de la Nobel de la Paz, que la formación afín al Ejército, el Partido para el Desarrollo y la Solidaridad de la Unión (PDSU).
Esa esperanza por la victoria de Suu Kyi en las elecciones de 2015 desapareció de golpe con la campaña militar iniciada el 25 de agosto de 2017, que desencadenó una ola de persecución y violencia descrita por la ONU como «limpieza étnica de manual» con indicios de «genocidio».
Por aquella campaña, el Gobierno y el Ejército birmanos se enfrentan precisamente a una acusación de genocidio en la Corte Internacional de Justicia (CIJ) en La Haya, cuya defensa fue encabezada el pasado mes de diciembre por la misma Aung San Suu Kyi.
En enero, la corte ordenó a Birmania aplicar «todas las medidas a su alcance» para prevenir crímenes contra la integridad de los rohinyás.
SUU KYI, EL MENOR DE LOS MALES
Abdur Rahim, líder de la Sociedad Arakan Rohinyá para la Paz y los Derechos Humanos, tampoco muestra simpatía alguna hacia el PDSU afín al Ejército y considera a Suu Kyi como el menor de los males. «Si Aung San Suu Kyi gana estas elecciones, tal vez será posible algún (avance). Esperamos que su reelección suponga algo bueno para nosotros, ya que hizo ciertas promesas en la CIJ», afirmó.
Sin embargo, añade, si la líder birmana pierde las elecciones, el proceso de repatriación «solo se retrasará, ya que a un nuevo gobierno (…) le llevará inevitablemente tiempo establecerse, y puede que entonces sea demasiado tarde para nosotros».
Analistas independientes no comparten sin embargo ese cierto optimismo por que la reelección de Suu Kyi garantice la pronta repatriación de los rohinyás, un proceso que se suspendió en varias ocasiones por falta de garantías.
«Birmania está siempre ganando tiempo para iniciar la repatriación de los rohinyá», aseguró a Efe el profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Dacca Imtiaz Ahmed, que recordó que primero echaron la culpa a las guerrillas, luego a la pandemia y ahora reclaman que finalice el proceso electoral. «No sabemos qué se les ocurrirá a continuación», concluyó.
Fuente: https://es.noticias.yahoo.com/rohiny%c3%a1s-observan-resignados-votar-elecciones-065416176.html