Según un nuevo estudio publicado por una Ayuda en Acción Internacional, los pequeños agricultores de Malawi se están dando cuenta de los impactos del cambio climático, que está afectando negativamente a su producción.
El informe de Ayuda en Acción Internacional, «El cambio climático y los pequeños agricultores de Malawi», afirma que «El cambio en el patrón de las lluvias y el aumento de las temperaturas obligan a los pequeños agricultores a reducir la estación de cultivo y a pasar a cultivos híbridos más caros».
La investigación se realizó en el distrito de Salima, en la región central de Malawi, y en el distrito de Nsaje, en el sur, como parte de un trabajo dirigido a evaluar la experiencia de la gente en el proceso de adaptación al cambio climático.
«Mientras que las respuesta políticas al cambio climático han sido determinadas principalmente por los debates internos a la comunidad científica, se ha denigrado continuamente el punto de vista de las poblaciones pobres que se encuentran en la primera línea», comenta el informe.
Los agricultores están cada vez más preocupados por el impacto del cambio climático en la agricultura y la seguridad alimentaria. «La disponibilidad de alimentos ha sido un problema constante en los últimos años, desde que ha empezado el desastre. Aunque en un principio tuvimos inundaciones, el impacto no era tan grave. Con el paso del tiempo, ha habido una disminución en las cosechas debido a las frecuentes inundaciones y sequías», dice un agricultor del distrito de Salima.
Las experiencias de Malawi han sido reconducidas a la sequía que tuvo lugar entre 1991 y 1992, que afectó a más de 6 millones de personas. A partir de ahí, dice el informe, la gravedad de los desastres ha ido aumentando.
«Hemos mirado atentamente a las interacciones entre el tiempo y la producción de alimento en Malawi, y podemos afirmar con certeza que existe una relación directa entre los dos», dijo Rene Gommes, agrometerólogo de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), en Roma.
«En África Austral las sequías no solían ser muy frecuentes hasta que llegó «El Niño» en 1991/92. Esto coincidió con el fin de las sequías en África Occidental [en la región del Sahel], y el mecanismo de esta sincronía es bien conocido y está relacionado con los movimientos de la Zona de Convergencia Intertropical (ZCIT) en África. Existe una relación inversa entre las lluvias en el Sahel y en el África Austral», dijo.
El estudio de Ayuda en Acción encontró que el cambio en el patrón de las lluvias ha afectado la estación de cultivo y el tipo de cultivos: las variedades locales de maíz de estación larga ya no son una opción preferible y el maíz que normalmente se cultivaba en noviembre, ahora se cultiva en diciembre. «Anteriormente sembrábamos nuestros cultivos después de la primera lluvia, pero desde que tenemos inundaciones y sequías frecuentes, sembramos mucho antes», explicó un agricultor.
«Es para que los cultivos se beneficien de la primera lluvia, con la esperanza de que maduren antes del final de la estación de la lluvia, y para prevenir que las inundaciones se lleven la cosecha. En vez de sembrar la especie local, hemos optado por una especie híbrida de maíz que necesita menos tiempo para madurar».
También ha habido un notable aumento de enfermedades, como la malaria, el cólera y la disentería, relacionadas con los cambios en los patrones de lluvia. Esto ha creado problemas sanitarios que afectan sobre todo a las mujeres agricultoras. «Ahora recorremos distancias mayores para encontrar agua y pasamos la mayor parte del tiempo en los centros de salud, en vez de trabajando en nuestros campos», dice el informe citando una mujer agricultora.
Deforestación.
El mal uso de la tierra y la deforestación son otros dos motivos de preocupación para la gente de Salima y de Nsaje. Los agricultores son conscientes de que estas actividades provocan más inundaciones y sequías, pero no saben como intervenir. Muchos acusan a las compañías tabaqueras de talar los árboles de su entorno.
Chipiza Kalemba, de 84 años, sugiere que las autoridades tradicionales regulen el corte de árboles. «Las leyes deberían incluir el obligo de la plantación de árboles por parte de los terratenientes y de las comunidades. Las comunidades también deberían dejar de cortar indiscriminadamente los arbustos que crecen en las orillas de los ríos. Se hicieron esfuerzos desde las autoridades forestales locales, pero la gente no mostró interés hacia ese mensaje».
Las leyes forestales existentes requieren a las compañías tabaqueras que tengan una parcela dedicada a la reforestación, pero esta medida no está siendo implementada. «Las autoridades locales no logran monitorar y controlar a las tabaqueras por falta de recursos financieros», dijo a Ayuda en Acción un oficial forestal de Salima.
La creciente inseguridad alimentaria provocada por el cambio climático también ha contribuido a reducir la disponibilidad de empleos ocasionales en las haciendas agrícolas comerciales. En el pasado, las pequeñas plantaciones de azúcar y té eran fuentes de empleo para mucha gente en Nsanje. Pero los agricultores dicen que las migraciones causadas por las inundaciones han provocado que actualmente son muchas más las personas en busca de empleo que las plazas disponibles.
Los planes del gobierno.
Malawi ha desarrollado un Programa de Acción Nacional para la Adaptación (NAPA) enmarcado en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, el tratado internacional sobre las maneras de reducir el calentamiento global y enfrentar los patrones climáticos alterados.
El gobierno de Malawi considera reforzar la seguridad alimentaria desarrollando sistemas comunitarios de almacenamiento para semillas y alimentos, y fortalecer la resistencia de los sistemas de producción de alimentos a las lluvias irregulares promoviendo la producción sostenible de maíz y verduras en los humedales y las áreas de captación.
De todas maneras, Ayuda en Acción dice que la implementación del NAPA se enfrenta a una serie de límites a nivel de distritos, y a una falta de coordinación entre los distintos sectores. «Para gestionar los retos de la adaptación, es imprescindible un enfoque multisectorial, empezando por el nivel comunitario, con los pequeños agricultores que son directamente afectados por el cambio climático. Esos agricultores necesitan capacidades, conocimiento y acceso al crédito para enfrentarse a las necesidades de corto y largo plazo para la diversificación del maíz en otros cultivos».
Las agencias de ayuda consideran la posibilidad de proporcionar un seguro contra la sequía a los pequeños agricultores. El Commodity Risk Management Group (CRMG – Grupo para la Gestión de los Riesgos de Abastecimiento) del Banco Mundial ha desarrollado un indicador objetivo que podría usarse como medida preventiva contra la vulnerabilidad de la producción de maíz de Malawi a las sequías, pero según la FAO, que está trabajando sobre esta idea, su relación con la producción agrícola es débil.
© IRIN 2007
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