Se empieza a conocer que al menos desde el pasado lunes el gobierno marroquí está deportando a decenas de inmigrantes subsaharianos y solicitantes de asilo político al desierto del Sahara en las inmediaciones de las fronteras con Mauritania y Argelia. De esta forma Rabat intenta que o bien se adentren en esos países o bien […]
Se empieza a conocer que al menos desde el pasado lunes el gobierno marroquí está deportando a decenas de inmigrantes subsaharianos y solicitantes de asilo político al desierto del Sahara en las inmediaciones de las fronteras con Mauritania y Argelia.
De esta forma Rabat intenta que o bien se adentren en esos países o bien se mueran, tratando con ello de quitarse el problema de encima.
El gobierno español no solo alimenta las arcas del reino alauita para estos y otros menesteres (tales como la represión del pueblo saharaui en los territorios ocupados), también engordará el número de candidatos a semejante castigo inhumano. Todos aquellos que sean capturados en su intento de saltar la valla que separa Marruecos de las ciudades de Ceuta y Melilla serán igualmente trasladados a Marruecos, para que les sea impuesta la cruel condena.
A lo largo de esta semana decenas de personas, demandantes de asilo político, fueron detenidas incluso en sus viviendas de Rabat y Casablanca. La oficina en Rabat del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) ya está avisada de este nuevo cambio en la política migratoria marroquí.
Según ‘SOS Racismo’, los deportados son abandonados en mitad del desierto sin víveres, ni agua y sin ningún objeto con el que poder cobijarse. La ONG también confirmó que ya se han producido algunas muertes entre inmigrantes que trataron de alcanzar a pie alguna zona habitada.
La red Indymedia de Tánger también dio a conocer testimonios de ciudadanos procedentes de países subsaharianos. Según aparece en su página web, a última hora de la tarde del lunes «cuatro autobuses con sesenta subsaharianos cada uno se dirigieron hacia la frontera de Mauritania en pleno Sahara. Todas estas personas serán deportadas a un desierto donde se calcula que mueren cuatro de cada diez que se adentran en el mismo».
En uno de los autobuses, con el que se pudo tener contacto telefónico, 22 personas habían efectuado una demanda de asilo político en territorio marroquí.
Entre ellos se encontraba un ciudadano de Costa de Marfil, perteneciente al partido rebelde de Alassane Ouatara, que entregó un dossier con bastante documentación en la oficina del Alto Comisionado para los Refugiados de Rabat.
Para este demandante de asilo «volver a Abidján (capital de Costa de Marfil) sería la muerte» y se arrepiente de no haber perdido su vida intentando pasar a España porque «el desierto del Sahara será una muerte lenta».
Adama, también de Costa de Marfil, asegura: «tengo todos mis papeles, mi inscripción como demandante de asilo, de verdad mi vida está más en peligro aquí que en mi país con la guerra».
Philip, congolés de nacionalidad, denuncia la situación: «si aquí no quieren a los demandantes de asilo que lo digan y vamos hacia otro país, jamás hemos sido más maltratados y humillados como en Marruecos, un país con un nivel de racismo intolerable. Queremos que las Naciones Unidas hagan algo o esto se convertirá en un genocidio pagado por los españoles y tolerado por las autoridades internacionales».
Marruecos ha ratificado la Convención de Ginebra de 1951 sobre los derechos de los demandantes de asilo, el Estado español también. Pero ahora lo incumplen sin ningún problema y con la conciencia tranquila por el trabajo bien hecho.