Seis meses después de que suspendieran las operaciones de la organización médico humanitaria en esta región del país, las autoridades camerunesas han vuelto a denegar la reanudación de sus servicios médicos
Yaundé, 24 de junio de 2021. Desde hace más de cuatro años, la violencia extrema en las regiones anglófonas del noroeste y suroeste de Camerún ha provocado una situación catastrófica para la población. Las redadas en aldeas, los secuestros, la tortura, la destrucción de propiedades y las ejecuciones extrajudiciales se han convertido en la nueva normalidad en lo que comúnmente se conoce como la “crisis anglófona”.
En 2018, con el visto bueno del Ministerio de Salud de Camerún, Médicos Sin Fronteras (MSF) lanzó una respuesta de emergencia para tratar de dar apoyo a los centros de salud de las regiones noroeste y suroeste, que se encontraban en una situación crítica. La organización puso en marcha el único servicio de ambulancias gratuitas que estaba disponible durante las 24 horas del día, los 7 días de la semana, y dio apoyo a los trabajadores de salud comunitaria para que pudiesen llegar a las personas que se hallaban en comunidades remotas y que tenían mayores dificultades para acceder a las instalaciones médicas.
VIDEOCOMUNICADO Y FOTOS de los proyectos de MSF noroeste y suroeste de Camerún
Sin embargo, el 8 de diciembre de 2020, las autoridades camerunesas suspendieron el permiso de MSF para trabajar en la región noroeste (1) alegando que había demasiada proximidad con los grupos armados no estatales que operan en la zona. A pesar de meses de discusiones para responder a estas acusaciones, MSF no ha podido reanudar sus operaciones desde entonces, dejando a decenas de miles de personas sin acceso a una atención médica gratuita necesaria para salvar muchas vidas.
“Han pasado seis meses desde que las autoridades negaran a la población el acceso a una serie de servicios médicos que son vitales para ellos. El precio que las y los cameruneses están pagando por esta decisión es inaceptable. Muchas personas han huido al monte, incapaces de soportar la violencia por más tiempo”, explica Emmanuel Lampaert, coordinador de operaciones de MSF para África Central. «Esta decisión representa un duro golpe para ellos y para quienes pretendemos prestarles ayuda médica y humanitaria».
“Nuestro personal de salud comunitaria está viendo, de forma constante, cómo miles de personas mueren y sufren por la falta de servicios médicos en las aldeas y comunidades desplazadas. Nuestro centro de recepción de llamadas del servicio de ambulancias continúa recibiendo solicitudes de emergencia que nos vemos obligados a rechazar”, dice Lampaert. «¿Qué razón puede justificar estas muertes innecesarias?»
«Pedimos al Gobierno de Camerún que priorice las necesidades médicas de estas personas y restablezca de inmediato los servicios médicos esenciales de MSF en el noroeste del país”, continúa Lampaert. “Nuestras operaciones no pueden permanecer paradas indefinidamente”.
Una crisis de salud a gran escala
A pesar de que la violencia, las
confrontaciones armadas y las violaciones de los derechos humanos han ocupado
titulares en los medios internacionales durante los últimos años, estos han
pasado muchas veces por alto el impacto que tiene esta crisis en las
necesidades médicas y humanitarias de la población. Sin embargo, según las
últimas cifras hechas públicas por la ONU, la violencia en las regiones
anglófonas de Camerún ha empujado a más de 700,000 personas a huir de sus
hogares en los últimos años. De todas ellas, más de 60.000 han huido a la vecina
Nigeria.
Hoy en día, las condiciones de vida de las personas que viven en el
noroeste y suroeste de Camerún se han visto sumamente afectadas por la crisis a
la que se enfrentan y se considera que más de 1,4 millones
de personas necesitan recibir ayuda humanitaria.
“La falta de acceso a los servicios de salud en las regiones del noroeste y suroeste del país es verdaderamente preocupante”, insiste Lampaert. «Debido a la inseguridad, los cierres, los toques de queda y los ataques a las instalaciones médicas, el acceso a la atención médica de la población es extremadamente limitado. Actualmente, al menos uno de cada cinco centros de salud no está en funcionamiento».
“Las personas desplazadas apenas se atreven a trasladarse hasta los centros de salud y la recesión económica ha hecho que sea aún más difícil para ellos poder pagar el trayecto para llegar al hospital o al centro de salud. Muchas veces, no tienen siquiera dinero para pagar su tratamiento”, continúa Lampaert. “Como era de esperar, la mortalidad entre grupos vulnerables como mujeres, niñas y niños ha aumentado enormemente (2), y la situación ha empeorado aún más desde que nuestras operaciones fueron suspendidas”
Si bien los equipos de MSF han tratado a pacientes por casos de violación, tortura, quemaduras y disparos, la gran mayoría de las personas atendidas requerían asistencia médica por partos, malaria o diarrea, especialmente en las comunidades desplazadas. El año pasado, los trabajadores de salud comunitarios apoyados por MSF realizaron más de 150.000 consultas para las comunidades que viven en ambas regiones.
Inseguridad y restricción del espacio humanitario
El apoyo brindado por MSF y otras organizaciones es, hoy en día, aún más importante que antes, ya que la inseguridad y los ataques al personal humanitario han limitado el número de actores presentes en el terreno.
“En estas dos regiones, somos una de las pocas organizaciones médicas presentes”, explica Lampaert. “Desde que comenzamos nuestras actividades, nuestro personal médico, voluntarios y pacientes se han enfrentado regularmente a amenazas y a actos de violencia por parte de grupos armados estatales y no estatales, que han mostrado muy poco o ningún respeto por los principios humanitarios de imparcialidad y neutralidad”.
“Nuestras ambulancias han sido atacadas y asaltadas, los trabajadores de salud comunitarios han sufrido agresiones sexuales y asesinatos, hombres armados han abierto fuego dentro de las instalaciones médicas y nuestros compañeros y compañeras han sufrido amenazas de muerte”, dice Lampaert. «A pesar de estas situaciones extremadamente difíciles, nuestro personal siguió brindando atención médica a todas las personas necesitadas día tras día».
En 2020, hasta el momento de la suspensión de actividades, los equipos de MSF en la región noroeste habían tratado a 180 sobrevivientes de violencia sexual, habían llevado a cabo 1.725 consultas de salud mental y 3.272 cirugías y habían derivado a 4.407 pacientes en sus ambulancias, de las cuales más de 1.000 eran mujeres en trabajo de parto. Por su parte, los trabajadores de salud comunitaria atendieron 42.578 consultas, principalmente por malaria, diarrea e infecciones del tracto respiratorio.
MSF trabaja en Camerún desde 1984. La organización cuenta actualmente con proyectos médicos humanitarios en el extremo norte y en las regiones del suroeste del país. En el extremo norte estamos presentes desde 2012, con servicios como atención quirúrgica, atención materna y obstétrica y atención psicológica. Trabajamos en el noroeste y suroeste desde 2018 para brindar atención de maternidad y obstetricia; servicios de cirugía; tratamiento de enfermedades como malaria, cólera y COVID-19; y un servicio de ambulancia disponible 24/7 para llevar a las personas al hospital en el caso de que se produzca una urgencia médica.
- Decisión Regional 966 RD / E / GNWR.22 / IGRS que suspende la asociación entre Médicos Sin Fronteras y Santa María Soledad, así como las asociaciones relacionadas con otros establecimientos de salud en la Región Noroeste a la espera de la definición de un marco de actividades para Médicos Sin Fronteras por el Ministerio de Salud Pública (MINISANTE)
- Según el Panorama de las necesidades humanitarias de las Naciones Unidas, marzo de 2021
Fernando Calero GarcíaPress officer, MSF España