Estados Unidos realizó el jueves ataques aéreos en un punto de control fronterizo entre Siria e Irak. Los bombardeos dejaron al menos 22 muertos y destruyeron tres camiones de municiones entre milicias que apoyan al gobierno de Damasco, mientras un explosivo informe de inteligencia reveló que el príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohamed bin Salman, gobernante de facto del reino, autorizó capturar y matar en la capital turca, Estambul, al periodista saudita Jamal Khashoggi.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, explicó que al ordenar ataques aéreos en Siria, su intención es enviar a Irán el siguiente mensaje: No se puede actuar con impunidad. Tengan cuidado.
La primera acción bélica emprendida por las fuerzas armadas de la superpotencia desde el arribo de Biden a la Casa Blanca, un mes atrás, es un pésimo augurio acerca del significado del discurso en el cual aseguró que Estados Unidos está de vuelta en la arena internacional. Poco ha cambiado, más allá del nombre del presidente, ya que sigue vigente el desprecio por la vida humana, la legalidad internacional, y la soberanía del resto de las naciones,
Se bombardearon instalaciones presuntamente financiadas por Irán en territorio sirio, en represalia por atentados ocurridos en Irak, sin haber presentado ante la Organización de Naciones Unidas prueba alguna de la participación siria o iraní en los ataques contra las fuerzas encabezadas por Washington.
Lo cierto es que el letal ataque proyecta sobre el resto de su gobierno la sombra del imperialismo que ha caracterizado a la política exterior de la nación que se considera a sí misma defensora excepcional de las libertades y la democracia.
El portavoz del Pentágono, John Kirby, emitió un comunicado en el que reivindica el ataque, informa que fue efectuado por órdenes del presidente Joe Biden. Aseguró que esta ofensiva fue autorizada con la excusa de recientes ataques contra el personal estadounidense y de la coalición que patrocina en Irak, y a las continuas amenazas a ese personal, en referencia a la muerte de un contratista civil y las heridas sufridas por un militar estadounidense el 15 de febrero en la ciudad iraquí de Erbil.
La nueva administración estadounidense dice que quiere revivir el acuerdo de 2015 con Irán, del que el ex presidente Donald Trump salió en 2018, y que tiene como propósito congelar las aspiraciones nucleares de la república islámica. Pero Washington también considera a Teherán como amenaza continua para la seguridad en Oriente Medio y sostiene que no tolerará actividades malignas llevadas a cabo por Irán.
Estados Unidos sospecha que Irán busca una oportunidad para vengar el asesinato por fuerzas estadunidenses del general Qasem Soleimani hace un año.
El ministerio de Relaciones Exteriores sirio calificó los bombardeos como una agresión contra su país, y sostuvo que “constituye un signo de mal augurio sobre las políticas de la nueva administración estadunidense», que amenaza con llevar a una nueva escalada los enfrentamientos en la región.
Rusia aliado clave de Siria, condenó firmemente esas acciones. “Instamos a que se respete, sin condiciones, la soberanía y la integridad de Siria”, afirmó la portavoz de la diplomacia rusa, Maria Zajarova.
Arabia Saudí
El gobierno de Estados Unidos desclasificó, asimismo, un explosivo informe de inteligencia que revela que el príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohamed bin Salman, gobernante de facto del reino, autorizó capturar y matar en la capital turca, Estambul, al periodista saudita Jamal Khashoggi.
Khashoggi, quien residía en Virginia, Estados Unidos, era colaborador del diario The Washington Post y era crítico con el reino. En octubre de 2018 entró al consulado de Arabia Saudita en Estambul con la intención de pedir un certificado para poder casarse.
Según las autoridades turcas, fue asesinado en la sede diplomática el 2 de octubre por un escuadrón de 15 sauditas – incluyendo miembros de la guardia de élite para la protección del príncipe Mohamed, la brigada de intervención rápida.- que primero lo estrangularon y luego desmembraron su cuerpo. Sus restos nunca fueron encontrados.
La publicación del reporte se produjo tras una conversación telefónica entre Biden y el rey Salmán, después de que la Casa Blanca señaló que el presidente tendrá como único interlocutor al monarca y no a su heredero.
Según el diario The Washington Post, la inteligencia estadounidense también descubrió rastros de una llamada del príncipe heredero a su hermano Khalid bin Salman, embajador saudita ante Washington. En la conversación, Mohamed le dio instrucciones para llevar a Khashoggi a Estambul.
Bajo las fuertes de la comunidad internacional, el gobierno saudita enjuició a algunos de los perpetradores. En el proceso a puerta cerrada fueron exonerados dos altos mandos considerados como los autores intelectuales: un cercano ex asesor del príncipe, Saud al Qahtani, y Ahmad al Asiri.
Cinco personas que no fueron identificadas fueron condenadas a muerte y otras tres fueron sentenciadas a duras penas de prisión. Pero nueve meses después, las sentencias de muerte fueron reemplazadas con 20 años de cárcel.
El secretario de Estado, Antony Blinken, que Washington no busca una ruptura, sino recalibrar la relación con Riad. Asimismo, indicó que la administración está revisando la venta de armamento a ese país.
Blinken anunció “la prohibición de Khashoggi”, una política que permite a imponer restricciones de visa a las personas que reprimen o dañan a periodistas, activistas y disidentes en nombre de gobiernos extranjeros. Apuntó que 76 sauditas acusados de amenazar a periodistas o disidentes en el extranjero estarían sujetos inicialmente a la prohibición.
*Economista del Observatorio de Estudios Macroeconómicos (Nueva York), Analista de temas de EEUU y Europa, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)