Mehserle que confesó el asesinato de Oscar Grant, de 22 años, en el transporte público de Oakland, ha sido condenado a dos años de cárcel en un juicio celebrado en Los Ángeles.
Según las estadísticas publicadas por la policía de Los Ángeles, en los últimos cinco años (2004- 2008), 45 policías estuvieron envueltos en disparos contra 45 personas, de las cuales 36 eran jóvenes afroamericanos varones, uno asiático y siete latinos, más una mujer también afroamericana; ninguno era blanco. La mitad iban desarmados. De esos 45, doce murieron y otros recibieron heridas graves. Ningún policía fue objeto de pesquisas criminales, ninguno fue expedientado, a pesar de que alguno de ellos está envuelto en más de un incidente. El departamento pagó las multas correspondientes que oscilan entre los 15.000 y 100.000 dólares.
El informe estadístico llega hasta diciembre de 2008. El 1 de enero de 2009, tuvo lugar otro incidente, esta vez en la estación del metro rápido de Oakland, en el que murió Oscar Grant, un joven afroamericano de 22 años, que iba desarmado y estaba tendido en el suelo boca abajo con la rodilla de otro agente en el cuello, cuando el policía Johannes Mehserle le disparó a sangre fría.
Esta vez había grabaciones que atestiguaban la acción. En Youtube se pudo ver cómo el policía disparaba contra el joven tendido en el suelo, por lo que ya no es posible argumentar que hubo provocación por su parte, ni acudir a la tesis de la autodefensa. Para proteger al agente, el sistema judicial ha tomado otras medidas. Se trasladó el juicio a Los Ángeles, una población a 1.000 kilómetros del lugar de los hechos porque el clima estaba muy crispado.
Se formó un jurado totalmente compuesto por blancos. El policía hizo pública una carta pocos días antes del veredicto, declarándose culpable y manifestándose arrepentido. Y asegura que se equivocó, pensaba sacar su porra y en vez de la porra sacó la pistola, apuntó y disparó «involuntariamente». El cinco de noviembre Mehserle, el policía que asesinó a Grant, era condenado a dos años de prisión, aunque la pena máxima era de 14 años por un asesinato declarado, confeso y público.
Horas después, cientos de personas protestaban por una sentencia que el tío de Grant, Bobby Cephus Johnson, denunció que proviene de «un sistema de justicia criminal y racista». El resultado fue la detención de más de 150 personas cuando se dirigían a la estación de tren donde Gran fue asesinado.
Muestras de apoyo previos
En los días previos, diversos mítines recorrieron el país exigiendo justicia. «Yo también soy Oscar Grant» decían las pancartas. Y éste es un grito que se profería sin que el color de piel fuera oscuro. El racismo en EE UU, no tiene que ver con el color de la piel sino con la supremacía que algunas personas naturalmente creen tener sobre otras. Esa supremacía tiene diversos nombres tales como raza, género, clase, orientación sexual…, pero siempre parte del supuesto de que quien habla tiene «razón» frente a los desviados.
En EE UU, una muerte no «involuntaria» como dice la sentencia judicial, es resultado de una Administración que está institucionalmente regulada por la violencia como forma de gobierno. Esta violencia física institucionalizada, entre otros, en los cuerpos policiales se une a formas más suaves de discriminación cultural y laboral.
Sin embargo, lo nuevo de esta campaña es el apoyo recibido por la unión de trabajadores portuarios, que decidieron parar las instalaciones del puerto en solidaridad. Preguntado un trabajador qué tiene que ver el puerto con la muerte de Oscar Grant, respondió: «Lo que es importante para la comunidad es importante para nosotros». En la campaña reinó un sentimiento común que exigía justicia y mostraba solidaridad con el grito unánime de «Yo también soy Oscar Grant».
Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/Minima-condena-para-el-policia-que.html