Recomiendo:
0

«Mondo difficile, futuro incerto»

Fuentes: Rebelión

En la canción «Me cago en el amor», de Tonino Carotone («Toñin» para sus amigos del Casco Viejo de Iruñea), que batió ventas en Italia hace doce años, se hace referencia al «mondo difficile» en el que vivimos y el «futuro incerto» que nos aguarda. Traigo esto a colación del discurso/balance de Mariano Rajoy referente […]


En la canción «Me cago en el amor», de Tonino Carotone («Toñin» para sus amigos del Casco Viejo de Iruñea), que batió ventas en Italia hace doce años, se hace referencia al «mondo difficile» en el que vivimos y el «futuro incerto» que nos aguarda. Traigo esto a colación del discurso/balance de Mariano Rajoy referente al primer «annus horribilis» de su españolísimo reinado.

La lista es larga, pero es bueno recordarla íntegra para que nada se nos olvide cuando llegue la hora de devolver los golpes y dar vuelta a la tortilla. El año comenzó con la subida del IRPF y la congelación del SMI y los sueldos del funcionariado. Después vino la reforma laboral abaratando el despido, regalando los EREs al empresario, flexibilizando horarios y sueldos y convirtiendo al patrón en señor feudal con derecho a pernada laboral.

En sus primeros Presupuestos metieron tijera sin piedad alguna en Sanidad, Educación y prestaciones sociales de todo tipo. La Troika les dijo que más, que querían más, y volvieron a cercenar lo cercenado, recortando de nuevo en Educación y Sanidad, a la par que introducían el copago sanitario (¡que paguen los jubiletas, que no saben que hacer con el dinero!) y echaban a patadas a los inmigrantes de la atención de la Seguridad Social.

Hubo quien pensó que la pesadilla había terminado, pero una vez más la fatídica Ley de Murphy entró en juego: «No hay nada, por mal que éste, que no pueda ir a peor». Y llegó la subida la IVA, la del gas, la de la luz, los recortes en la Ley de Dependencia, en las prestaciones por desempleo y en las de quienes han agotado éstas, la supresión de la paga de Navidad al funcionariado…, y como traca final terminaron el año asaltando a mano armada, con alevosía y premeditación, las huchas de casi nueve millones de jubilados y jubiladas a quienes les robaron, así, por el morro, un dos por ciento de sus paupérrimas pensiones, al no actualizar las mismas a fin de año.

Esa fue una cara de la moneda. La otra vino marcada por la conversión trilera -¿dónde está la bolita, dónde está la bolita?- de la deuda privada de la banca en deuda pública a pagar con nuestros impuestos. Metieron diez mil millones en Bankia para tratar de componer los destrozos de aquella gestión «modélica» del PP -Rodríguez Rato-, pero el estropicio era tal que se tuvo que pedir el primer rescate a la UE -cien mil millones- a fin de taponar las grietas de una Banca que supuraba lixiviados tóxicos por todas sus esquinas.

Conviene recordarlo de nuevo. En la gran crisis del 29, en EEUU, banqueros y empresarios arruinados se suicidaban arrojándose desde los rascacielos de Wall Street. Por el contrario, en la crisis cementera y financiera española de estos años, aquellos salen por la puerta grande de sus bancos y empresas con indemnizaciones millonarias, a la par que el Gobierno del PP les amuebla las guaridas SICAV para que metan allí su botín y les regala una amnistía fiscal a medida de defraudadores y chorizos de todo pelo y condición.

Paralelo a ello, y por aquello de aprovechar que el Pisuerga discurre por Valladolid, el Gobierno impulsó un proceso de recentralización de competencias autonómicas en beneficio de un Estado cada vez más uno, indivisible e indisoluble, para quien incluso es pecado de lesa patria que una autonomía conceda la paga extra de Navidad a su propio funcionariado.

En otro orden de cosas, la Brunete constitucional, judicial, hacendística y, si fuera menester, benemérita, se prepara para salir al paso de cualquier veleidad soberanista en Catalunya. Mientras, en Euskal Herria, el PP, lejos de responder siquiera mínimamente a las demandas derivadas del cambio de coyuntura habido, sigue aplicando recetas del pasado: detenciones, multas, extradiciones, aplicación de la «doctrina Parot» contraviniendo las sentencias de los más altos tribunales europeos y amenazas de ilegalización y acoso a Amaiur y EH Bildu. La España una, grande y libre se muestra así, sobre todo, como «una», pues lo de grande y libre no se lo creen ya ni ellos.

El «mundo difficile» y «futuro incerto» al que hace referencia Tonino en su canción nos agobia. Pero también ellos, los de arriba, lo tienen complicado. Nunca en las últimas décadas ha habido tantas huelgas generales y sectoriales, movilizaciones sociales, concentraciones, marchas y conflictos institucionales como los que estamos viviendo estos años. Los corsés impuestos por aquella tramposa Transición están saltando por los aires.

Es cierto que, en aras a vaya usted a saber qué grandes razones de Estado, aquellos mismos consensos envenenados de los 70-80 siguen operando (reforma de las pensiones del PSOE, Acuerdos CCOO-UGT-CEOE-CEPYME, de enero de 2012,…), pero también lo es que la explosión de movidas como las del 15-M y el 25-S, las marchas mineras y jornaleras, las movilizaciones educativas y sanitarias, las luchas contra los desahucios, la fortaleza de las huelgas generales convocadas por la mayoría sindical vasca y aquellas otras de ámbito estatal, la gran manifestación de la Diada catalana.., han abierto serias grietas en el andamiaje institucional, político, sindical y social heredado de aquellos tramposos años. En resumen, nosotros no lo tenemos bien, pero ellos tampoco.

Me contaron una anécdota referente a una final de pelota, mano a mano, atribuida al campeonísimo Julian Retegi. Tras un tanto muy peleado del que terminó agotado por el esfuerzo, pidió el último descanso reglamentario y, mientas se sentaba, comentó a su botillero: «Estoy reventado, roto; no puedo más». Y éste le contestó: «El otro está peor». Nadie sabe si era cierto o no, pero aquello levantó el ánimo de Retegi quien, sacando fuerzas de flaqueza, ganó los siguientes tantos y el partido. Estaba reventado, sí, pero aguantó y ganó.

El año nuevo no va a traernos ninguna vida nueva. Si la queremos nos la tendremos que ganar a pulso. Estamos cansados después de cuatro años de peleas y movidas pero a ellos tampoco les han ido bien las cosas. El partido está entrando en sus últimos tantos. Los decisivos. ¡Ánimo y a por ellos!

Pamplona, 31 de diciembre de 2012.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.