A finales de 2014, durante varias semanas, en las ciudades y pueblos en todo Estados Unidos el movimiento Black Lives Matter (Las vidas negras importan) centró la atención sobre los homicidios policiales contra hombres negros, a menudo desarmados. Ahora la atención se ha desplazado a los homicidios policiales de los latinos después de que agentes […]
A finales de 2014, durante varias semanas, en las ciudades y pueblos en todo Estados Unidos el movimiento Black Lives Matter (Las vidas negras importan) centró la atención sobre los homicidios policiales contra hombres negros, a menudo desarmados. Ahora la atención se ha desplazado a los homicidios policiales de los latinos después de que agentes policiales en Pasco, Washington, dispararan y mataran a un inmigrante mexicano, recolector de manzanas y armado sólo con piedras. El tiroteo de la policía, grabado en video por un smartphone y publicado inmediatamente en YouTube, se convirtió en un problema nacional e internacional.
Rápidamente, el tiroteo puso sobre la mesa la comparación con los asesinatos policiales de Michael Brown en Ferguson, Missouri, y de Eric Garner en Nueva York que provocó las manifestaciones de decenas de miles de personas que dieron nacimiento al movimiento Black Lives Matter.
En Pasco, la denuncia presentada ante la Fiscalía General de Estados Unidos por el Consejo Latino, una organización empresarial hispana local, describía lo que pasó:
«Aproximadamente a las 5:00 h de la tarde del martes 10 de febrero 2015, se observó al Sr. Antonio Zambrano, de nacionalidad mexicana, de 35 años, que parecía padecer alguna enfermedad mental y haber abusado de sustancias, tirando piedras a los coches que transitaban en una concurrida intersección en el centro de Pasco. Se llamó a la policía que, cuando llegó, le hizo frente dándole ordenes en inglés, que no era el idioma del señor Zambrano. «
«Después de un breve forcejeo, el Sr. Zambrano se liberó y corrió a lo largo de la calle Lewis. La policía, que había sacado sus pistolas, disparó una ráfaga inicial y le persiguió… Después de correr aproximadamente 15 m, el Sr. Zambrano se detuvo, se volvió y trató de levantar los brazos al aire. En ese momento, los agentes le dispararon una segunda ráfaga ejecutándolo. «
Por una ironía de la vida, Zambrano era inmigrante del estado de Michoacán, México, una de los más violentos del país. En 2005, año en que emigró a Pasco con su mujer y sus dos hijas pequeñas, en Michoacán hubo aproximadamente 500 asesinatos, 17 decapitaciones, y muchos otros enfrentamientos sangrientos. En total, desde el año 2006 ha habido más de 100 000 personas muertas y 20 000 desaparecidos en la guerra del narcotráfico en México.
Sin confianza en el departamento de policía o en las autoridades estatales para elucidar el tiroteo de Pasco, el Consejo Latino, solicitó la intervención del Departamento de Justicia de Estados Unidos, señalando que «la fuerza letal aplicada por estos agentes de policía fue excesiva en extremo y que, como tal, constituye una violación de los derechos constitucionales del señor Zambrano. «
El 14 de febrero, el asesinato de Zambrano condujo a una manifestación de protesta de 500 personas en un parque local donde la gente, portando pancartas en español e inglés («Use Your Formación, Not Your Guns» y «Protección, no Intimidación») gritaba «¡Queremos justicia!».
El Presidente de México, Enrique Peña Nieto, dijo a los medios de comunicación que se trataba de «un uso desproporcionado de la fuerza letal» y definió el tiroteo como «lamentable e indignante.» Por su parte, el gobierno de Peña Nieto fue acusado de mezquino e incompetente en relación a la investigación desarrollada en torno a los acontecimientos del 26 de septiembre en Iguala, Guerrero, (seis personas fueron asesinadas, 25 heridas y 43 hechas desaparecer), en las que se cree que participó la policía.
Situada en el centro del Estado de Washington, a unos 85 kilómetros al este de la ciudad de Yakima, Pasco tiene una población de 68 000 habitantes, el 56 % de los cuales son latinos, la mayoría inmigrantes de México, aunque algunos también vienen de América Central. Se encuentra en una región agrícola donde muchas personas trabajan en los campos y huertos o en plantas de procesamiento de alimentos.
Estados Unidos tiene una población de 54 millones de latinos (17 % de la población total), superior a la población afroamericana de 45 millones (14 % de la población total). Ambas son víctimas de un excesivo número de homicidios policiales. Según el Centro de Justicia Juvenil y Penal, la policía mata 2,8 veces más a los afroamericanos que a los blancos no hispanos, y 4,3 veces más que a los asiáticos. Las víctimas latinas son 1,9 veces superiores a las de blancos no latinos.
Sin embargo, a pesar de este incidente y estas estadísticas inquietantes, el tiroteo de Pasco no ha dado lugar, al menos hasta ahora, a una protesta masiva como la que tuvo lugar tras la muerte de Michael Brown en Ferguson, Missouri, el 9 de agosto de 2014. ¿Por qué?
En primer lugar, Pasco es una ciudad pequeña en una región agrícola y en gran parte rural, sin relación con los principales centros de población latina en ciudades como Los Angeles, Chicago, Miami y Nueva York. En su gran mayoría, la población inmigrante no tiene confianza en las comunidades más enraizadas.
En segundo lugar, los inmigrantes indocumentados representan un porcentaje significativo de la población latina inmigrante, y las personas sin papeles a menudo dudan en hablar y protestar por temor a ser deportadas. Por otra parte, una comunidad que lucha por los derechos de las y los inmigrantes no suele querer centrarse en un caso que afecta a un enfermo mental que se droga y se pone a lanzar piedras contras los coches que circulan.
En tercer lugar, a diferencia de los afroamericanos que tienen una larga historia en Estados Unidos y a menudo piensan de sí mismos como pueblo, los hispanos -una categoría creada por la Oficina del Censo de Estados Unidos-, están divididos en grupos separados por nacionalidad y origen étnico, cada uno con un tipo de relación diferente con el gobierno de Estados Unidos y con la la sociedad estadounidense. Los puertorriqueños son ciudadanos estadounidenses. Los cubanos tienen un estatus migratorio especial, logran facil el permiso de residencia y adquieren pronto la ciudadania. Algunos centroamericanos cuyos países han sufrido desastres naturales también pueden tener visas especiales.
La mayoría del resto de inmigrantes latinoamericanos se pueden dividir en los que tienen y los que no tienen documentos, aunque, en ambos casos, a menudo sus hijos llegan a considerarse a sí mismos como americanos. Algunos trabajadores temporeros en la agricultura y la manufactura viven en comunidades aisladas cerca de su lugar de trabajo y pueden tener contaco, ya sea con sus propias comunidades nacionales en los Estados Unidos o con la población americana. También existe un problema de clase. El inmigrante legal sudamericano con una profesión y que pueden verse a sí mismo como blanco, puede no sentir ningún tipo de identificación con los campesinos mexicanos o centroamericanos que emigran y trabajan en granjas o fábricas.
El origen nacional diverso de la gente inmigrante latina, desde Mexico al El Salvador, pasando por Ecuador y Colombia, hace que no se sienten necesariamente identificados con otros hispanos. Incluso en una grupo nacional, como el mexicano, puede haber grandes diferencias. Los pueblos indígenas de los estados de Chiapas o Oaxaca pueden sentirse alejados de los mestizos de otros estados.
Aún así, si en Los Ángeles o Chicago tuviera lugar un tiroteo, seguramente se daría una respuesta mayor y más militante. Los Latinos en los Estados Unidos tienen una larga historia en cuanto a organizarse para defender sus derechos y mejorar sus condiciones de vida. En la década de 1960, César Chávez lideró la lucha de la Unión de Campesinos para establecer convenios colectivos y mejorar los salarios y las condiciones laborales para las y los trabajadores agrícolas mexicanos en California. Durante la misma década Corky González, en Colorado, Reies López Tijerina en Nuevo México, y José Ángel Gutiérrez en Texas lideraron las luchas a favor de los derechos democráticos, la tierra y el reconocimiento político para los mexicanos americanos en el suroeste. Igualmente, en ese mismo período, los puertorriqueños en Chicago y Nueva York organizaron el Young Lords Party para luchar por mejores condiciones, derechos y reconocimiento político para la comunidad de la clase trabajadora de Puerto Rico.
Si bien después esos movimientos desaparecieron o se institucionalizaron como organizaciones en defensa de los derechos civiles alineándose con el Partido Demócrata, las luchas por los derechos de los trabajadores latinos -a menudo ignoradas o despreciadas por los sindicatos-continuaron en los años 1980 y 1990 y se crearon centros para organizarse y mejorar las condiciones de trabajo. Una lucha importante para este colectivo es la que tiene que ver con la reclamación de derechos para los inmigrantes indocumentados, que se traduce en la creación de varias organizaciones en defensa de los derechos de las y los inmigrantes.
Cuando el presidente estadounidense, George W. Bush propuso la legalización de los trabajadores y trabajadoras indocumentadas en 2004, el movimiento tuvo un gran desarrollo y en 2006 las y los inmigrantes organizaron una de las más grandes manifestaciones en la historia de Estados Unidos, con más de un millón de personas en las calles de Los Ángeles y Chicago, portando las banderas de sus países de origen junto con la de Estado Unidos. Sin embargo, ese movimiento fue derrotado y aún no se ha puesto en pie ninguna legislación sobre la inmigración.
Hoy el movimiento Dreamers, inmigrantes latinos jóvenes que llegaron al país con sus padres cuando eran bebés o niños pequeños y que, en algunos casos, no pueden asistir a la universidad o recibir becas, sigue luchando por esos derechos. En este momento se llevan a cabo protestas contra un fallo judicial que anula la iniciativa del presidente Barack Obama para otorgar estatus legal a algunos inmigrantes latinos.
Aún cuando el movimiento latino no respondió al asesinato de Pasco puede responder ante el próximo caso de injusticia; y si responde, tiene la organización y la fuerza para hacer oír su voz.
Dan La Botz es activista, académico y periodista miembro de Solidarity.
Traducción: VIENTO SUR