A la muerte de Lumumba en enero 1961, el Congo se encuentra fragmentado en regiones rivales. La región diamantera de Kasai y la provincia minera de Katanga han proclamado la secesión. El gobierno de esta última, presidido por Moisés Tshombé, es asistido abiertamente por los medios empresariales y el gobierno belga. Por su parte, los […]
A la muerte de Lumumba en enero 1961, el Congo se encuentra fragmentado en regiones rivales. La región diamantera de Kasai y la provincia minera de Katanga han proclamado la secesión. El gobierno de esta última, presidido por Moisés Tshombé, es asistido abiertamente por los medios empresariales y el gobierno belga. Por su parte, los partidarios de Lumumba dominan el este del país, donde constituyen un gobierno que reivindica la legalidad.
En la capital el poder real reposa sobre Ejército dirigido por Mubutu. Éste encomienda la administración del país primero a un Consejo y luego entroniza a Cyrille Adoula como Primer Ministro. Adoula consigue que los Cascos Azules intervengan contra la secesión katanguesa, en 1961 y dos años más tarde la rica provincia es reintegrada al Congo. El jefe separatista Tshombé parte exilado a Madrid.
Sin embargo, el gobierno no puede impedir la balcanización del país en regiones inviables, verdaderos feudos controlados por notables corruptos, que escapan a todo control, donde la explotación y la represión de las minorías se transforman en norma. La crisis es tal que, en 1963, estallan rebeliones apoyadas por los partidarios de Lumumba que llegan a dominar más de la mitad del territorio.
Ante el avance de los lumumbistas el gobierno de Adoula renuncia. El separatista katangés Moisés Tshombé es nombrado Primer Ministro del Congo para organizar un gobierno de Unidad Nacional. Con el apoyo de Bélgica, Estados Unidos e Israel, Tshombé contrata un importante contingente de mercenarios que lanza contra las zonas que reivindican la legalidad lumumbista. Las operaciones están a cargo del general Mobutu, quien consigue doblegar a las zonas rebeldes, dejando varios cientos de miles de civiles muertos . Sobreviven algunos focos de resistencia dirigidos, entre otros, por Gastón Soumialot y Laurent-Désiré Kabila, con los que el Che Guevara pasa algunos meses en 1964.
Después de la victoria contra los lumumbistas, Tshombé complota para obtener el puesto de Presidente, ocupado por Kasavubu. Este lo revoca y Tshombé es condenado a muerte por alta traición, pero se escapa y retorna al exilio. En medio de la pugna, el general Mobutu aparece como el hombre del orden.
En 1965 Mobutu, destrona a Kasavubu y toma formalmente el poder que ya ejerce de hecho, pronunciando la célebre frase: «Durante cinco años los políticos han destruido al país, serán necesarios cinco años para que los militares lo reconstruyan». Se quedará 30 años…
Joseph Désiré Mobutu, organiza una dictadura anticomunista, alineada con Estados Unidos. Reorganiza el Estado y funda un partido único, el Movimiento popular de la Revolución, y se otorga los títulos de Mariscal y Presidente. El golpe de Estado es ampliamente aceptado. Organizaciones de estudiantes y sindicados lo saludan, mientras que el derrocado Kasavubu lo aplaude, igual que el exilado Tshombé. Bélgica y Estados Unidos lo reconocen inmediatamente.
Con el fin de las guerras llegan en masa los inversionistas extranjeros interesados en la explotación de las numerosas materias primas que tiene el país. El país conoce una cierta bonanza económica que permite a Mobutu iniciar la construcción de varios proyectos faraónicos, llamados «elefantes blancos», como la represa de Inga, que pese a su capacidad produce muy poco, o la siderurgia de Maluku, que funciona a 5 o 10% de su capacidad, o un rocambolesco programa espacial.
El Mariscal Presidente no tolera ninguna oposición. En 1969, reprime una revuelta universitaria, cerrando las universidades por un año y enviando por la fuerza a 2.000 estudiantes al Ejército, para «que aprendan a cerrar la boca y a obedecer», según explica a la prensa.
A partir de 1971, Mubutu inicia la política de la «autenticidad» o de «zairianisación». Rebautiza el país como «Zaire» y las ciudades abandonan sus nombres coloniales (Leopolville es llamado Kinshasa), impone un traje tradicional alternativo a la corbata occidental, el término «ciudadano» remplaza a «señor» y cada cual debe escoger un nombre tradicional, no cristiano. Él mismo troca su nombre por el de Mobutu Sese Seko Kuku Ngbendu Wa Zabanga: «Mobutu, guerrero que va de victoria en victoria y que nadie pueda parar».
Aunque en el centro del país el idioma más usado es el kicongo y en el este el swahilí (los congoleses son, con frecuencia, políglotas). Mobutu impone el lingala, lengua vehicular hablada por las poblaciones ribereñas del río Congo, como idioma oficial de la Administración y del Ejército.
Sin embargo, las rentas que la explotación de las materias primas deja al Estado no consiguen cubrir los gastos, y las finanzas públicas se derrumban. Sorpresivamente, Mobutu emprende un programa nacionalizaciones. A partir de entonces, la corrupción y el clientelismo se acrecientan de tal manera que se transforman en pilares del régimen. Las empresas abruptamente nacionalizadas se transforman en un medio para comprar fidelidades. Los administradores arrancan todos los beneficios personales posibles, casi siempre arruinando la empresa. Se habla de una «cleptocracia», es decir de un régimen gobernado a través del saqueo. Su sistema de corrupción sobrepasa las fronteras del Congo y llega a financiar campañas electorales a sus amigos europeos.
En los años 1980, se ahonda el abismo entre la población, que sucumbe en la miseria, mientras el Estado deja de funcionar, y el círculo de corruptos privilegiados próximos al dictador se enriquece . La fortuna de Mobutu, estimada en 4.000 millones de dólares, supera la deuda externa del país.
Sin embargo, Mobutu sigue siendo tratado por sus aliados como una barrera contra el comunismo, particularmente en los países vecinos como Angola y Zimbabwe. Consigue mantener apoyos exteriores hasta el derrumbe de la Unión Soviética en 1990. A partir de entonces se inicia un dilatado fin. El dictador vive sus últimos años encerrado en su fastuoso palacio construido en la jungla tropical, cerca de su aldea natal. Anuncia el restablecimiento del multipartidismo mientras una Conferencia Nacional discute, durante años, sobre la reorganización del país.
La crisis terminal viene del exterior: en 1994, en Rwanda, el gobierno mayoritariamente Hutu organiza el genocidio de los tutsis. Pero la guerrilla tutsi consigue derrotar a los militares genocidas y toma Kigali, la capital. Casi dos millones de rwandeses, emprenden la fuga y cruzan la frontera con Zaire, donde se instalan en campos que sobreviven gracias a la ayuda internacional. Estos campos están controlados por los militares hutus implicados en el genocidio que comienzan a reorganizarse y a lanzar ofensivas contra Rwanda, con el apoyo de francés.
El nuevo gobierno rwandés establece una alianza con Laurent-Désiré Kabila, jefe de una de las viejas guerrillas lumumbistas, que aún subsisten en la zona, el mismo que en 1964 había estado en contacto con Ernesto Guevara. Constituyen una Alianza de las fuerzas democráticas por la liberación del Congo, formada, en realidad, por el Ejercito rwandés, uno de los más eficaces de la región, y de otros aliados. En 1996 lanzan una ofensiva contra los campos de los rwandeses fugados.
La mayoría de los refugiados hutus, es decir 1,2 millón de personas, liberada del control de los militares genocidas, emprende el retorno a Rwanda. Pero otros cientos de miles se escapan a la jungla. Allí son perseguidos y abatidos sin piedad. Las muertes se cuentan por cientos de miles. Esa situación fue investigada por el chileno Roberto Garretón, por encargo de la ONU.
El corrupto régimen de Mobuto casi no dispone de fuerzas que oponer a la invasión venida del Este. Las fuerzas armadas zaireñas (FAZ) son más una sigla que una realidad. Para premunirse de los golpes de Estado, el dictador había optado por no tener ejército. Su régimen había dejado de equipar y de remunerar a la mayoría de las unidades, que en 1996 sobreviven a través del pillaje. Mantiene sólo una Guardia Presidencial bien equipada, comandada por su hijo. En caso de crisis, su fortuna personal le permite contratar mercenarios, como ya lo había hecho en otras ocasiones.
Pero esta vez tiene enfrente tropas bien organizadas que avanzan desde el Este, a las que 300 mercenarios serbios no consiguen detener. Un último intento de negociación fracasa, y Mobutu, enfermo de cáncer, parte a Marruecos donde vivirá sus últimos meses. En mayo 1997 Laurent-Désiré Kabila entra a Kinshasa, se proclama presidente y, como una de sus primeras medidas, rebautiza al país bajo el nombre de «República Democrática del Congo». Pero la caída del dictador no traerá la paz.
– El Congo, la colonia del Rey (1/6)
– El Congo belga, de 1908 a 1960 (2/6)
– La frustrada independencia de 1960 y el martirio de Lumumba (3/6)
Fuente: http://www.elclarin.cl/index.php?option=com_content&task=view&id=3797&Itemid=800