La ciudadanía de Túnez concurrió masivamente a las urnas para elegir una asamblea constituyente, nueve meses después del derrocamiento del régimen de Zine el Abidine Ben Ali. Las mujeres luchan para que en ese proceso no se diluyan sus derechos. Noventa por ciento de los 4,1 millones de personas previamente empadronadas emitieron su sufragio el […]
La ciudadanía de Túnez concurrió masivamente a las urnas para elegir una asamblea constituyente, nueve meses después del derrocamiento del régimen de Zine el Abidine Ben Ali. Las mujeres luchan para que en ese proceso no se diluyan sus derechos.
Noventa por ciento de los 4,1 millones de personas previamente empadronadas emitieron su sufragio el domingo, según fuentes oficiales. Pero se desconoce cuántos concurrieron a las urnas en total, pues había otros 3,1 millones de habilitados para votar que no se habían registrado y podían hacerlo en el mismo lugar de votación.
La ciudadanía debía elegir 217 constituyentes de 11.000 candidaturas de 80 partidos, la mitad de ellas femeninas. La campaña electoral en la cuna de la Primavera Árabe se convirtió, entre otras cosas, en una batalla por los derechos femeninos.
«Estoy muy orgullosa de estas mujeres, todas extremadamente capaces», indicó Maya J’ribi, secretaria general del Partido Demócrata Progresista (PDP), quien encabezó la lista de la gobernación de Ben Arous, en la capital.
«Avanzamos hacia una era de la mujer en Túnez», dijo a IPS el sábado en la sede del partido repleta de mujeres, algunas de ellas con velo, y de decenas de jóvenes.
«Este año, nuestra prioridad no es la laicidad, sino la democracia», dijo a IPS otra candidata del PDP, Najed Zammouri.
«Espero que las mujeres desafíen a sus maridos en estas elecciones», dijo Khadija ben Hassine, candidata del Polo Democrático Modernista por la gobernación de Manouba, refiriéndose a la creciente popularidad del partido islamista moderado Ennahda, que preocupa a las candidatas y que, según los primeros recuentos de votos, tendría la mayoría.
Manouba es la zona más fértil de la capital, pero también la más pobre. La llegada de la industria textil al otrora centro agrícola, dejó muchos desempleados cuando los agricultores se vieron obligados a vender sus tierras a las empresas recién llegadas.
La industria textil emplea mayoritariamente mujeres, por lo que los hombres perdieron su tradicional papel de proveedores del hogar y tuvieron que quedarse en casa, un cambio social que frustró a la población masculina.
«Ennahda ofrece a los hombres devolverles la virilidad perdida en la vida real, por medio de la religión», dijo Ben Hassine a IPS. Pero las mujeres no siguen a sus maridos en las urnas, añadió.
«Muchas de ellas quieren mejorar su vida cotidiana. Esta elección les da la oportunidad de elegir según sus propios intereses», apuntó.
Muchas mujeres progresistas apoyan a Ennahda, pese al temor del crecimiento de un partido islamista posrevolucionario.
Dos mujeres en la avenida París, una ajetreada calle del centro de Túnez, manifestaron su apoyo a Ennahda pues, según ellas, es el «único partido honesto». Ambas jóvenes, de unos 20 años y con atuendo occidental, creen que es el único que fomentará la creación de empleo y la transparencia.
Ennahda realizó su acto de fin de campaña en un estadio repleto de Ben Arous, a 15 kilómetros del centro de Túnez, donde se concentraron cientos de mujeres conservadoras y progresistas.
Souad Abdelrahim, la única candidata de esta fuerza política que no usa velo, se sentó en el centro del estrado en una demostración de la postura progresista de Ennahda. Ella se propone demostrar a las mujeres que no tienen nada que temer de su partido.
Los oradores remarcaron que Ennahda es diferente a los partidos islamistas que gobiernan en Irán o en Arabia Saudita. También reiteraron que, de ser electos, conservarán el código de familia de Túnez, uno de los más avanzados del mundo árabe.
El partido reafirmó su compromiso con los valores democráticos y los derechos de las mujeres. Pero muchos analistas laicos temen que, una vez en el gobierno, muestren una agenda más conservadora.
El temor deriva de la reacción de grupos salafistas que atacaron salas de cine que exhibían el filme «Laicité Inch’Allah», de la realizadora Nadia al Fani. Conservadores también atentaron contra el canal de televisión Nessma por emitir «Persépolis», una película autobiográfica animada de la iraní Marjane Satrapi.
«Por eso decidí participar en las elecciones, para defender la libertad de expresión y de cultura en la Constitución», dijo Selma Baccar, otra reconocida cineasta.
Las mujeres de todos los partidos debieron lidiar con la gran discriminación en los medios de comunicación. Pese a que constituían 50 por ciento de las candidaturas, solo obtuvieron 25 por ciento del espacio otorgado a los postulantes.
La legislación electoral garantiza la presencia femenina en las listas, pero no ofrece garantías sobre la cantidad que serán elegidas. Organizaciones de mujeres, que movilizaron a sus integrantes para los comicios del domingo, trabajan para que el impulso en defensa de los derechos de las mujeres no sea cooptado por una Constitución dominada por los hombres.
Antes no había más opción que votar a Ben Ali. La revuelta cambió la situación, pero quedan obstáculos para alcanzar los objetivos del alzamiento, en especial para las mujeres.