Desde principios de octubre más de 13.000 personas entre combatientes de Boko Haram y sus familias se han entregado a las autoridades. Según el Gobierno, esto se produce por el incremento de las operaciones del ejército y las fuerzas de seguridad en los estados del noroeste, epicentro de las acciones terroristas del grupo rigorista. Según el Ministerio de Defensa, tras entregarse, las autoridades incautaron armas, municiones y ganado robado, lo que deja claro que el grupo armado se encuentra viviendo una crisis inédita y parece que la organización se aproxima al final tantas veces anunciado.
Mientras, otra información que se maneja desde hace un par de semanas y que reforzaría la posibilidad de que la insurgencia nigeriana se esté aproximando al final, dice que el emir del Estado Islámico en África Occidental (ISWAP, por sus siglas en inglés) Abu Musab al-Barnawi, habría muerto según lo confirmó el jefe del Estado Mayor de la Defensa, el general Lucky Irabor, quien no reveló las circunstancias en que esa muerte se habría producido. Aunque ya en agosto pasado fuentes nigerianas lo habían anunciado ni entonces ni ahora la noticia ha podido ser comprobada. Tampocoel Dáesh global se ha referido al respecto.
Al-Barnawi es el hijo mayor del fundador de Boko Haram, Mohamed Yusuf, asesinado en el 2009 mientras estaba detenido en una dependencia de la policía nigeriana. La muerte de Yusuf habilitó la ascensión de Abubakar Shekau, el mesiánico y patético líder que desde entonces y hasta su muerte en combate contra el ISWAP en mayo pasado, llevó a Boko Haram de ser un grupo integrista que operaba solo en norte de Nigeria a convertirse en una de las khatibas fundamentalistas más letales de África. Con atentados en las grandes ciudades, masacres en pueblos y conquista de amplias regiones, extendiéndose incluso más allá de las fronteras nacionales y operando con frecuencia en Níger, Camerún, Chad y Benín, lo que le posibilitó la creación de un califato.
Con golpes de gran repercusión en la prensa occidental, como el secuestro de las 276 alumnas de una escuela Chibok en el Estado de Borno, al noreste del país, en abril de 2014 y de las que todavía la mayoría de ellas continúan desaparecidas, Shekau, encontró en el secuestro de alumnos y el posterior pago por su liberación una fuente de financiación para la guerra. Además de brindar seguridad a los alijos de cocaína que desde Sudamérica llegan al golfo de Guinea para después y por vía terrestre buscar los puertos del Mediterráneo para cruzar a Europa con mucha mejor suerte que los millones de desplazados que están intentando lo mismo.
La guerra de Boko Haram desde 2009 ha provocado cerca de 60.000 muertes y entre tres y cuatro millones de desplazados internos. Las acciones terroristas se han centrado en ataques suicidas contra mercados y terminales de buses, que afectan casi con exclusividad a la población civil, en los que incluso son utilizados niños y mujeres que tras ser obligados a mezclarse entre las multitudes portando chalecos explosivos, llegado el momento son detonados por control remoto.
El último ataque de este tipo se produjo el pasado 18 de octubre en el mercado de Goronyo, en el norteño estado de Sokoto, donde un grupo armado abrió fuego indiscriminadamente dejando al menos 43 muertos y un número no especificado de heridos. En un ataque similar el día 10 de octubre, habían muerto veinte personas. Fue este tipo de acciones lo que produjo el cisma en el interior de Boko Haram en 2016, lo que llevó a la conformación y confrontación armada de dos grupos: los seguidores de Shekau, que estaban de acuerdo con los ataques indiscriminados afectado a la población civil y el encabezado por Abu al-Barnawi, que quería concentrar las acciones solo contra el ejército y las fuerzas de seguridad.
Los partidarios de al-Barnawi terminarían creando el ISWAP, una fuerzas en la actualidad de 3.000 y 5.000 hombres, según el Gobierno nigeriano, que instalaron el campamento principal en la región de la cuenca del lago del Chad, que además de su intrincada geografía de canales e islas, muchas deshabitadas y sin control estatal, desde allí se tiene acceso a las fronteras entre Nigeria, Níger, Camerún y Chad. Mientras, los seguidores de Shekau, unos 2.500 hombres permanecieron en el mítico bosque de Sambisa, lugar originario de la organización desde donde salían para dar sus golpes y a donde volvían, con pocas posibilidades de ser hallados si eran perseguidos. Manteniendo como nombre Boko Haram o Jama’tu Ahlis Sunna Lidda’awati wal-Jihad o JAS (Grupo comprometido con la propagación de las enseñanzas del Profeta).
Tras la ruptura el estallido de una guerra fue inevitable, al punto que le costó la vida al mismísimo Shekau, que tras una refriega con muyahidines del ISWAP prefirió inmolarse con un explosivo antes de caer en manos de sus antiguos “hermanos”. Con la muerte de Shekau, el grupo original entró en un cono de oscuridad y sus acciones se comenzaron a reducir a hechos de criminalidad común, mientras al parecer más allá del ataque al mercado de Goronyo, que no fue reconocido por ninguna organización, quienes se han mantenida en la causa rigorista están incrementado sus acciones golpeando de manera constante a poblaciones civiles, al parecer intentado presionar al Gobierno para que cese su persecución. Mientras, un tercer brazo de los hombres de Shekau han decidido desertar y entregarse a las autoridades negociando seguridad por información.
Desde 2016 la organización de al-Barnawi se había concentrado en atacar tropas regulares, abandonando los atentados contra la población civil. Mejor organizado, el ISWAP se cree que tiene una cadena de mandos que posiblemente le permitirá sobrevivir, aunque en estos casos en que desaparece el líder, de confirmarse finalmente la muerte de al-Barnawi, la incógnita se centra en si las fuentes de financiación, generalmente provenientes de las monarquías wahabitas del Golfo, confían en un nuevo mando.
Destino de una pesadilla
Según la inteligencia nigeriana, Abu Musab al-Barnawi habría nacido en 1994 y su verdadero nombre sería Habib Yusuf, hijo mayor de Mohammed Yusuf, el fundador de Boko Haram.
Abu Masud, con quince años y tras la muerte de su padre, se habría incorporado a la organización. Su primera aparición pública se produjo en una grabación de 2015 como portavoz de Boko Haram, donde reclamaba en nombre de la organización la autoría de la masacre de Baga, una aldea del estado de Borno atacada por Boko Haram entre el 3 y el 7 de enero de 2015. Cuando el mundo se consternó por el ataque de los hermanos Kouachi contra los dibujantes de Charlie Hebdo, más de 2.000 campesino fueron asesinados por los milicianos de Shekau, su sembradíos incendiados y sus viviendas destruidas. (Ver Nigeria, la consagración del mal.)
Al-Barnawi, con solo 22 años, consiguió en 2016 el respaldo de Abu Bakr al-Bagahdadi, líder y fundador del Dáesh, para quedarse con el liderazgo de la organización, desplazando a Shekau, que si bien el año anterior había realizado su juramento de lealtad o Bayat al autoproclamado califa Ibrahim (al-Bagahdadi) la umma (asamblea) del Dáesh global no confiaba en el extravagante emirafricano, dando su apoyo al joven al-Barnawi, conociéndose desde entonces la organización como Estado Islámico en África Occidental.
De confirmarse la muerte de al-Barnawi, el Daesh, que se encuentra en un momento de gran expiación en el continente africano, llegando a establecer nuevas filiales en Mozambique, Burundi y República Democrática del Congo (RDC), habría perdido en pocas semanas tres altos jefes. En septiembre pasado tropas francesas eliminaron a Adnan Abu al-Walid al-Saharaui (Ver: Francia “neutraliza” a otro emir) en el norte de Mali a lo que le hay que sumar la inédita rendición de Abu Hamza al-Qadi, emir de la Wilāyat Sinaí (Provincia del Sinaí) el capítulo egipcio del Dáesh, quien se rindió a efectivos egipcios el pasado 19 de septiembre (Ver: La rendición del Emir).
Si bien no se conoce quienes reemplazarán orgánicamente tanto a Shekau como a al-Barnawi, algunos expertos creen que dado que la fractura de la organización madre (Boko Haram) se produjo a partir del odio mutuo de sus dos líderes, la desaparición de ambos podría allanar las dificultades para dar lugar a una nueva estructura que contenga a los dos grupos. A lo que se le suman las operaciones cada vez más efectivas del ejército nigeriano que se encuentra trabajando con otros ejércitos de la región.
Mientras que para el presidente nigeriano Muhammadu Buhari, quien llegó al Gobierno en el 2015, y a pesar de que claramente no ha cumplido fue reelecto en 2019 con la promesa de aniquilar la insurgencia, se entusiasma a la hora de confirmar las bajas producidas a los terroristas. El presidente ha comunicado recientemente que las fuerzas de seguridad están logrando avances contra los insurgentes en el noreste y también contra los delincuentes comunes que llevaron a cabo secuestros masivos de escolares en el noroeste del país, habiendo matado a cientos de ellos. También informó de que el pasado lunes por la noche tropas regulares, en una operación conjunta con Camerún, habrían eliminado a cuatro hombres de ISWAP cuando atacaron una base en Borno.
Tanto Boko Haram como el ISWAP saben que están viviendo un ocaso y que su oportunidad es unirse para tener la posibilidad de un nuevo “amanecer”.
Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.
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