Mientras en Nigeria, las constantes matanzas de la banda integrista Boko Haram, no se detienen y con intermitencias, se producen en Abuja, la capital nigeriana y en el norte del país, contra objetivos civiles como mercados y terminales de buses, más allá de la persecución encarada por ejército, en el marco de la operación Lafiya […]
Mientras en Nigeria, las constantes matanzas de la banda integrista Boko Haram, no se detienen y con intermitencias, se producen en Abuja, la capital nigeriana y en el norte del país, contra objetivos civiles como mercados y terminales de buses, más allá de la persecución encarada por ejército, en el marco de la operación Lafiya Dole, en lengua hausa» bien hecho» iniciada por el gobierno del presidente Muhammadu Buhari en mayo de 2016, que ha logrado producir importantísimas bajas al grupo wahabita, aunque todavía está lejana su derrota.
Más allá de la «guerra» de Boko Haram, en Nigeria se producen otro tipo de matanzas cada vez más frecuentes contra la comunidad chiíes, que además de ser el objetivo preferido de Boko Haram, también es perseguida por el ejército nacional, que cada vez con más frecuencia, realiza verdaderas matanzas.
Los chiís nigerianos están en franco crecimiento, tras la irrupción del sheik Ibrahim Zakzaky, un pacifista seguidor del ayatola Ruhollah Jomeini, por lo que es acusado de recibir financiación de Irán, detenido desde 2015.
El sheik Zakzaky, en 1980 fundó el Movimiento Islámico de Nigeria (IMN), que se convirtió en la organización chií más importante del país que cuenta con cerca de tres millones de seguidores entre los que se incluyen miembros de la comunidad sunita.
El constante crecimiento del IMN, es lo que ha puesto en alerta al gobierno del presidente Buhari, para alentar los «excesos», que en plena guerra contra los integristas de Boko Haram, también ejecuta en cuanta posibilidad se le plantea a la comunidad chiita.
La última masacre se produjo el lunes 29 de octubre, durante la procesión anual de Arbain, (el cuadragésimo) cuyo día más importante es el 30, en que se marca el inició de los cuarenta días de luto por el martirio del imam Hussein, nieto del Profeta, en la batalla de Kerbala (Ashura) en el año 680 de la era cristiana, la fecha más sagrada por la comunidad chiita mundial.
La peregrinación por Arbain, que se desarrollaba en Nyanya, un suburbio densamente poblado de Abuya fue disuelta por el ejército nigeriano, que los miembros de la comunidad aprovecharon para reclamar por la libertad de su líder. Efectivos del ejército y la policía, abrieron fuego utilizando automáticas sin ninguna provocación previa, asesinando a una cincuentena de civiles hiriendo a 120 y deteniendo a otras cuatrocientas.
Otros incidentes también se produjeron sobre la autopista que lleva al estado de Kaduna, en el noroeste del país. Amnistía Internacional (AI) denunció que: «las muertes fueron producto de la desaforada represión de las tropas», si bien no divulgó cifras de fallecidos.
Durante el fin de semana anterior a la última matanza, el ejército también había provocado disturbios entre los peregrinos, intentado impedir la procesión, reprimiendo con disparos de gases y armas de fuego.
El MIN, denunció que miembros del grupo Izala o Jama’t Izalat al-Bida Wa Iqamat al-Sunna (Sociedad de Remoción de Innovación y Restablecimiento de la Sunna) financiados por Arabia Saudita y tropas del gobierno, se infiltraron entre sus peregrino iniciando los disturbios, que se extendieron hasta llegar a saquear e incendiar viviendas y locales comerciales de chiíes. El Izala fue fundada 1978 por un el mullah Isma’ila Idris, donde se formó nada menos que Mohamed Yusuf, quien terminaría creando Boko Haram.
El portavoz del ministerio de Defensa, John Agim, argumento que «El ejército nigeriano actuaron en defensa propia», aunque no se informó si hubo bajas mortales o heridos entre las tropas del gobierno, mientras que los muertos por la represión, tenían disparos en el pecho y la cabeza.
Osai Ojigho, de Amnistía Internacional informó que: «Los militares que utilizaron armas automáticas contra los manifestantes, están utilizando tácticas diseñadas para matar cuando se trata de reuniones de IMN y muchos de estas muertes pueden definirse, claramente, como ejecuciones extrajudiciales» en otro párrafo de la denuncia se resalta que: «Esta violenta represión contra los manifestantes IMN es injustificada e inaceptable ya que estaba dentro de su derecho de celebrar una procesión religiosa y protestar» y que no había pruebas de que representaran una amenaza inminente para la población civil, ni para los efectivos de seguridad.
La constante violación a los Derechos Humanos y el bombardeo aéreo a un campo de refugiados en mayo de 2015 en que murieron cien personas, por parte de las autoridades nigerianas habían obligado al presidente Barack Obama a suspender la venta de aviones militares por valor de 600 millones de dólares, lo que Donald Trump autorizó a los pocos meses de su asunción.
Una trágica costumbre.
Esta última matanza se desata cuando todavía está muy fresca en la memoria la matanza de Zaria, la ciudad más grande del estado de Kaduna, en el norte del país, en diciembre de 2015, cuando el Ejército nigeriano mató a 348, otras fuentes se refieren a entre 500 y 1000 los muertos del IMN. Además de la destrucción de una mezquita y un centro de culto chií conocido cómo la huseiniya. En los hechos en que fue detenido el sheik Zakzaky, junto a su esposa y en los que fueron asesinados tres de sus hijos, otros tres habían sido ejecutados un año antes en prácticamente la misma situación.
Desde entonces se ha tenido escasa información acerca de sus condiciones de salud ya que se ha confirmado que se encontraría gravemente enfermo. En enero último la ONG con sede en Londres la «Comisión Islámica de Derechos Humanos» manifestó su preocupación por la salud del detenido. De producirse su muerte pondría a todo el estado de Kaduna, al borde de una guerra civil.
En su oportunidad el sheik, rechazó el ofrecimiento del gobierno para su liberación, dada las condiciones que le obligaban a aceptar. En 2016, el Tribunal Superior Federal de Abuya había ordenado su libertad, orden que el gobierno ha desoído lo que provoca contantes y casa vez más masivas protestas, las que cada vez son reprimidas con mayor violencia.
Un año antes en julio de 2014, en la misma ciudad, el ejército nigeriano abrió fuego contra los asistentes del día de al-Quds, asesinado a 35 personas, entre ellas tres de los ocho hijos del sheik Zakzaky, e hirieron a otras quinientas. En los ataques se incendiaron casas y se destruyeron escuelas, mezquitas, y el cementerio de la comunidad chii.
El trabajo realizado por la organización fundada por Zakzaky, conocido como dawa o transmisión del Corán, fue el factor clave para que miles de fieles sunitas, se conviertan al chiismo, lo que provocó la alarma de las autoridades locales del sunismo y el gobierno federal, que ha sido el centro de las fuertes críticas el sheik Zakzaky.
Los chiíes locales históricamente han sido mucho más críticos a las acciones a Israel en Palestina y a los gobiernos nigerianos, tanto en democracia como en dictadura a los que acusaba de corruptos e ineficientes.
El crecimiento del chiismo en cualquier lugar del mundo provoca la inmediata reacción, siempre violenta, del régimen wahabita de Arabia Saudita, para quien la Republica Islámica de Irán y el chiismo en general es su enemigo jurado, no solo por cuestiones religiosas, sino por el predominio regional y el largo enfrentamiento de Teherán con los Estados Unidos, lo verdaderos sostenedores de la familia Saud, que tras el asesinato del periodista Jamal Khashoggi, se encuentra en su momento de mayor debilidad.
Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.
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