China rechazó ayer la condena internacional que hubo tras la muerte del disidente Liu Xiaobo, fallecido el jueves por un cáncer de hígado, y pidió que se evite la «injerencia en los asuntos internos». El gobierno de Pekín consideró además «blasfema» la decisión de asignar al héroe de la plaza Tiananmen y promotor del manifiesto […]
China rechazó ayer la condena internacional que hubo tras la muerte del disidente Liu Xiaobo, fallecido el jueves por un cáncer de hígado, y pidió que se evite la «injerencia en los asuntos internos».
El gobierno de Pekín consideró además «blasfema» la decisión de asignar al héroe de la plaza Tiananmen y promotor del manifiesto democrático «Carta 8» el premio Nobel de la Paz.
Geng Shuang, portavoz del Ministerio de Exteriores de Pekín, reservó los tradicionales hábitos cordiales y se ocupó de minimizar la condena internacional, a la que calificó obra de un «par de funcionarios extranjeros». Además, dijo que China había presentado protesta formal contra «algunos países» por los juicios relativos al caso Liu, entre ellos Estados Unidos, Alemania, Francia y la Unión Europea.
También el alto comisionado de la ONU para los derechos Humanos (presidido por el jordano Zeid Ra’ad Zeid al-Hussein) fue invitado a «ocuparse de episodios más objetivos».
Pekín rechazó la decisión de asignarle el Premio Nobel de la Paz a Liu en 2010, al año siguiente de la condena a la cárcel por «incitar a la subversión de los poderes del Estado».
«Entregar el premio a semejante persona va en contra de las finalidades del premio mismo. Es una blasfemia para el premio para la Paz», observó Geng. Con respecto a que sea excarcelada la viuda -en arresto domiciliario desde hace siete años- tal como lo pidieron entre otros el secretario de Estado norteamericano Rex Tillerson, Geng sostuvo que «China está regulada por la ley» y que ese caso «debería haberse tratado respetándola».
Un puñado de medios oficiales habló de la muerte del disidente sólo en la versión en inglés, desde el Global Times a la agencia Nueva China, mientras por la tarde (hora local) apareció un duro comentario en el sitio de el Diario del Pueblo, órgano del Partito Comunista chino.
«La muerte de Liu es sin duda una gran desgracia, agravada por el modo en el cual fue politizada. Entregándole el Nobel, Occidente demostró que Liu era una pieza en su juego para minar a China».
Algunos, en efecto, usan su muerte para empañar «la imagen de China» y «fomentar más el disenso», se lee en el texto con la firma «Curtis Stone».
«Es una tontería decir que China se opone a la democracia y a los derechos humanos simplemente porque su sistema es diferente al occidental. A lo que China se opone es la politización del caso Liu y a cualquier interferencia en los asuntos internos», añadió el artículo.
En las redes sociales, en tanto, seguía el bloqueo de las palabras claves: desde premio Nobel a Liu Xiaobo con la histórica frase «Yo no tengo enemigos».
Algunos activistas tienen la convicción de que los líderes chinos incluso quieren controlar su funeral. Hu Jia, por ejemplo, dijo que las autoridades estaban presionando para la cremación en los tiempos más rápidos posibles.
Algunos han sugerido que ya sucedió, mientras Ye Du, entre los amigos históricos, dio cuenta del «consejo» recibido de no viajar. En las últimas hora de vida, Liu estuvo cerca de la mujer y de otros familiares, refirió Teng Yue’e, su médico principal. «Murió en paz» tras haber dirigido a su mujer un último deseo: «Ten una buena vida».