La OTAN, organización creada por EE.UU. para controlar Europa, pretende extender sus dominios más allá de lo que sus tentáculos abarcan. Único fin, intimidar a Moscú y tapar problemas internos inventando enemigos externos, en este caso, Rusia, China, Irán, Venezuela… Por apagar un incendio inexistente, la hipotética invasión rusa a Europa, descuidan el real descontento […]
La OTAN, organización creada por EE.UU. para controlar Europa, pretende extender sus dominios más allá de lo que sus tentáculos abarcan. Único fin, intimidar a Moscú y tapar problemas internos inventando enemigos externos, en este caso, Rusia, China, Irán, Venezuela… Por apagar un incendio inexistente, la hipotética invasión rusa a Europa, descuidan el real descontento social que se extienda por todo el viejo y nuevo continente, especialmente por EE.UU., donde la situación se vuelve insostenible y el caos social amenaza con devorarlo todo.
Bernie Sanders advierte que «Los muy, muy ricos, disfrutan de un lujo inimaginable mientras miles de millones de personas sufren de una pobreza abyecta, de desempleo y servicios de salud, educación, vivienda y agua potable inadecuados», que uno de cada siete estadounidenses vive en condiciones paupérrimas, por lo que «tendrán una esperanza de vida más corta que la generación precedente y sucumben a la desesperanza, las drogas y el alcohol», pese a ello, la elite que ha diseñado el modelo económico existente se empecina en cerrar los ojos y no ver la realidad. ¡Salados! Pagarán por su ceguedad política.
El tiroteo masivo de Dallas es consecuencia de lo inocultable y el preámbulo de sucesos peores. Por algo, el alcalde de dicha ciudad, Mike Rawlings, manifestó que «nuestra peor pesadilla ha sucedido» en un momento que llama «descorazonador» y el presidente de EE.UU., Obama, canceló su viaje a Sevilla y regresó de urgencia a Washington, tal vez para ver si apaga el incendio.
Y no es para menos, la intolerancia de todo tipo, practicada por sectores antagónicos de la urdimbre social de EE.UU., la brutalidad policial, ejercida contra todas las minorías, tanta aventura militar, practicada sobre la base de la mentira reiterativa, que ha provocado la caída del nivel de vida y los ha llevado al borde de la bancarrota financiera, la imposibilidad de reformar un sistema político anacrónico, en el que cree sólo uno de cada tres ciudadanos estadounidenses, han creado las condiciones para el estallido social. Se trata de un problema sistémico, de la acumulación del capital en muy pocas manos, que debería resolverse ya.
Para defender los intereses de las grandes mayorías abandonadas a su suerte y salvar así de la quiebra generalizada a la economía de EE.UU., Obama debería tomar medidas radicales que controlen el excesivo poder de los grandes banqueros, dueños de la FED, una entidad con una estructura público-privada en su gobierno, cuyos dueños están dispuestos a todo con tal de conservar el privilegio de imprimir moneda sin respaldo alguno; también, debería subir los impuestos a las exorbitantes ganancias de los especuladores de Wall Street, que conducen el sistema financiero mundial y aumentar el salario de los trabajadores para así incrementar la capacidad adquisitiva del consumidor e incentivar la producción. Lastimosamente, Obama no cuenta ni con la voluntad ni con las bases organizadas para tomar al toro por los cuernos.
Por lo tanto, es muy posible que el caos que se avecina, provocado por el efecto bola de nieve, se vuelva incontrolable. Todavía, Obama está a tiempo antes de que diga ¡Good bye, América!
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