La guarnición militar en la localidad de Agueloc fue atacada ayer durante tres o cuatro horas por un grupo de tuaregs. Tras el ataque, un hombre que se identificó como Ahmed revindicó el ataque y señaló que «aquí, para hacerte oir, tienes que tomar las armas». Se negó, eso sí, a confirmar si el ataque […]
La guarnición militar en la localidad de Agueloc fue atacada ayer durante tres o cuatro horas por un grupo de tuaregs.
Tras el ataque, un hombre que se identificó como Ahmed revindicó el ataque y señaló que «aquí, para hacerte oir, tienes que tomar las armas». Se negó, eso sí, a confirmar si el ataque fue ordenado por el dirigente tuareg Ibrahim Ag Bahanga, quien se levantó en armas el 20 de marzo tras seis meses de tregua, enfrentamiento que se ha saldado hasta ahora con ocho muertos, entre ellos cinco civiles, y 33 soldados capturados. Bahanga tiene sus bases en la región de Tinzauatene, cerca de la frontera argelina y a 200 kilómetros al este de Agueloc.
Mali asiste a un resurgir de la lucha tuareg, al igual que Níger, donde en febrero de 2007 nació el movimiento MNP, que ha lanzado desde entonces ataques contra objetivos militares.
Los tuareg, alrededor de un millón y medio de personas, viven también, aunque son menos numerosos, en las actuales Argelia, Libia y Burkina Faso. Los Kel tamacheq (los que hablan tamacheq, ya que tuareg es una derivación árabe) son conocidos como los «hombres azules» y son el único pueblo africano junto al etíope que tiene su propia escritura.
Hostiles a la colonización y víctimas de la descolonización, las hambrunas de los setenta y los ochenta los expulsaron del desierto a las ciudades petroleras argelinas y libias. Diez años más tarde, la crisis forzó a una nueva generación a volver a su tierra. Cambiaron sus sables por kalachnikov y sus camellos por 4X4 y se rebelaron en 1990 en Níger y Mali. Dejaron las armas con promesas que se han incumplido. Y han vuelto a tomar las armas.