La Casa Blanca ha reprobado el ataque de la aviación egipcia el 16 de febrero, al parecer, sobre las posiciones de los grupos islamistas en la ciudad libia de Derna por vengar la decapitación de 21 trabajadores coptos egipcios atribuidos al Estado Islámico (EI). El Cairo, irritado, no dudó en revelar que la sorpresa de […]
La Casa Blanca ha reprobado el ataque de la aviación egipcia el 16 de febrero, al parecer, sobre las posiciones de los grupos islamistas en la ciudad libia de Derna por vengar la decapitación de 21 trabajadores coptos egipcios atribuidos al Estado Islámico (EI). El Cairo, irritado, no dudó en revelar que la sorpresa de Washington por los ataques era fingida y el Pentágono sí tenía conocimiento previo de los mismos. Y más sorpresa: EEUU no ha denunciado al agresor ante el Consejo de Seguridad por carecer de la autorización de la ONU, y ha rechazado su petición para intervenir militarmente en Libia contra los islamistas armados. Pero, ¿no habría que luchar contra los yihadistas? ¿Por qué considera que el ataque de Egipto es diferente de la coalición anti-EI que dirige en Irak y Siria? ¿Protege Obama al EI? ¿Cómo se explica el avance relámpago del grupo terrorista desde el Irak ocupado por EEUU a Siria y luego a Libia y otros países africanos?
Wesley Clark, el excomandante de la OTAN acaba de confirmar el secreto a voces: que el Estado Islámico fue creado por los (aliados de) EEUU. ¿Se refiere al Consejo de Cooperación del Golfo Pérsico (CCG) que agrupa a los jeques oligarcas? Pues, junto con EEUU y Turquía ha puesto el grito en el cielo por el atrevimiento de Al Sisi. Qatar incluso ha retirado a su embajador de El Cairo.
Ahora bien. Surgen dos preguntas que requieren respuestas:
1. ¿Qué oculta la agresión egipcia a Libia?
2. ¿Por qué EEUU está tratando mal a Egipto, su aliado estratégico?
Los objetivos del generalísimo Al Sisi
Casi dos años después del golpe de Estado encabezado por el mariscal Abdelfatah Al Sisi y financiado por los wahabitas de Arabia Saudi y los Emiratos Árabes Unidos contra el presidente Mohamad Morsi de Hermanos Musulmanes (HM), organización islamista apreciada por Obama, la tensión social aumenta paralela a la dura represión contra las voces críticas de una población cansada de esperar reformas económicas y sociales prometidas que no llegan. Por si fuera poco para la mafia militar gobernante, propietaria del 40% de las fortunas del país, crece de forma espectacular la amenaza de los grupos armados, desde la frontera occidental y en la península del Sinaí, que pretenden desestabilizar al país árabe más poblado del mundo.
Hay gestos de Al Sisi que hacen poco creíble su pena por el asesinato de sus compatriotas en Libia, y no solo porque ni intentó negociar con los secuestradores o que su voluntad de «proteger a los egipcios» lanzando bombas sobre sus posiciones pondría en mayor peligro la vida de cerca de 250.000 trabajadores emigrados a Libia, sino también porque:
. No ha tenido la misma contundencia ante el asesinato de otros 10 egipcios el año pasado en Libia; ni ante el crimen cometido contra decenas de coptos en su propio país, o la reciente muerte de unos 30 hinchas de fútbol en El Cairo por la policía.
. Sigue manteniendo las medidas discriminatorias contras los cristianos, como registrar la religión en los carné de identidad o la ley de «difamación religiosa», o las que impiden la adhesión de las minorías religiosas a las fuerzas de seguridad.
Por lo que los objetivos reales pueden ser otros:
1. En casa:
. Exportar la profunda crisis social y correr una cortina de humo sobre su incapacidad en resolver los graves problemas del país, desviando las atenciones hacia el «enemigo extranjero». Un hábil Al Sisi ha conseguido el apoyo de algunos sectores nacionalistas con el síndrome de Estocolmo, a pesar de que son críticos con sus políticas domésticas.
. Atemorizar a los opositores internos, exhibiendo su mano de hierro: no dudará en emplear armas contra sus adversarios.
2. En la región:
. Parar la estrategia desestabilizadora de la OTAN, y sin querer, desmontar el resultado de la «misión humanitaria» de la Alianza, que iba a salvar a los libios de un feroz dictador: algunos miles mueren por las bandas armadas patrocinadas por la coalición que derrocó a Gadafi y otros miles empujados por el instinto de supervivencia se lanzan a un Mediterráneo convertido en cementerio de aquella gente desesperada. El diario oficial Al Ahram ha acusado directamente a EEUU, Turquía y Qatar de financiar a los yihadistas de Libia.
. Fortalecer las posiciones de su doble libio, el general retirado Khalifa Belqasim Haftar, ciudadano estadounidense, que ha declarado la guerra a los demás grupos rebeldes. Al Sisi pretende obtener el apoyo de los occidentales para él con el fin de verle en el poder en Trípoli. De este modo, además de conseguir estabilidad en su larga frontera, podrá participar en el botín de las riquezas naturales de la Libia desahuciada.
. Extender su ofensiva contra los HM desde dentro hacia fuera del país, presentándose el héroe salvador de las poblaciones azotadas por el islamismo y liderar la lucha contra el EI, ahora que Obama muestra su falta de voluntad en derrotarlo. Además, si EEUU puede atacar a los «terroristas» de otros países ¿por qué no puede hacerlo él?
Pulso entre Obama y Al Sisi
Desde el golpe militar del 2013 y el cambio en la geopolítica de Egipto, el general intenta reducir la dependencia político-militar del país a EEUU, ya que Obama sigue apoyando a los grupos islamitas en toda la región. Al Sisi, que señala al Islam como fuente ideológica del terrorismo, choca con un Obama que -al igual que Bush- insiste en que sus guerras de conquista de los países «musulmanes» con grandes recursos naturales no va contra el Islam. Y Obama en este caso no miente.
La gota que ha colmado el vaso de Washington fueron las negociaciones y acuerdos realizados entre Al Sisi y Vladimir Putin, de visita oficial al país de los faraones, el 10 de febrero de 2015. Este encuentro fue un mensaje de ambos presidentes a Washington avisando de que no sólo no puede aislar a una potencia como Rusia, sino que Putin puede intentar convertir a Egipto en un socio estratégico clave, y que El Cairo, a pesar de los países del CCGP y Occidente, tampoco se quedará solo. Entre los acuerdos de Putin, que es el primer jefe de una gran potencia que visita al golpista Al Sisi, y su homólogo africano, está nada menos que excluir el dólar en sus transacciones y usar las monedas nacionales y aumentar su nivel de comercio que ya en 2014 experimentó una subida del 50% respecto al 2013 -ya operan en Egipto unas 400 empresas rusas-. Rusia, que ha ofrecido a Egipto integrarse en la Unión Económica Euroasiática, invertirá en las industrias del transporte, petroquímicas, turística y nuclear egipcias, y ¿cómo no? va a venderle armas por el valor de 3,5 millones de dólares. De hecho, su regalo al general fue un Kaláshnikov, cuando este país necesita viviendas, agua, luz, trabajo y pan, y no ser un almacén de armas de distintos países: Al Sisi ha comprado armas a China y ha ultimado la compra de 24 aviones Rafale a Francia por el valor de 5,2 mil millones de euros.
Ahora bien, Egipto está atado de pies y manos al Pentágono: la dependencia político-militar del régimen egipcio a EEUU está tan garantizada que Obama le sigue otorgando hasta 1.3 mil millones de dólares anuales en ayuda militar.
«Roma no paga a traidores»
La política de Washington respecto a este país forma parte de su programa en marcha para toda la región: rediseñar el mapa político-geográfico de Oriente Próximo y de África, y es posible que el mariscal haya caído en una trampa mortal: la grabación y emisión masiva de la quema del piloto jordano así como los coptos por EI (cuya misión no es instalar ningún califato ni Estado, sino provocar caos y borrar fronteras establecidas en la II Guerra Mundial), sin duda es una provocación para empujar a Jordania y Egipto a entrar militarmente en un conflicto que se dirige desde la OTAN. Si no fuera por un premio más suculento que este, no se entendería que Obama sacrificara la estabilidad de países como Egipto o Irak ante los pies del EI. Por cierto, un Egipto débil, dependiente, pobre y en guerra contra «los países musulmanes» también tranquiliza a su vecino israelí.
¿Fracasó el timo de la «misión humanitaria»?
En absoluto. No solo EEUU, sino los mismos gobiernos europeos que hoy se quejan por la oleada de refugiados libios o por los yihadistas han aterrizado a las puertas del continente, al atacar a Libia durante su falsa «primavera» tenían la santa intención de recolonizarla: por eso votaron la Resolución 1973 de 2011 del Consejo de Seguridad que les pedía «tomar las medidas necesarias para proteger a los civiles» y durante siete meses lanzaron toneladas de bombas sobre su población.
Destruir el Estado Libio, y provocar anarquía en Sahel -desde Malí, Nigeria hasta Camerún-, a través de los criminales de guerra, guardianes de los intereses de la bancas y las empresas privadas de recursos naturales, forma parte de la «Operación Nueva Normalidad» de EEUU en África y su nuevo reparto. Que pretenda alargar los conflictos que va abriendo en el «teatro de guerras simultáneas» para luego ocupar militarmente aquellos territorios de interés, explotados por enemigos y rivales como China, Rusia, Francia, Italia y España.
Libia-Egipto: el Irak-Siria de África
El caso en Libia y una mayor tensión en la región puede afectar al suministro del 85% del petróleo libio que llega a Europa, agravando el desplome de la producción que en 2010 fue de 1,6 millones de barriles por día y hoy es de 300.000. Es más, podrá paralizar el flujo del gas que corre por el Gasoducto Greenstream que une Libia a Italia.
Mientras Libia cae a pedazos y Gadafi al igual que Saddam, puede convertirse en la memoria futura de los libios de verdugo a héroe y a mártir, el dúo Libia-Egipto va camino de convertirse en el Irak-Siria de África.
La expresión del arrepentimiento de Obama en agosto de 2014 por no haber enviado fuerzas de ocupación terrestre a Libia plantea una pregunta: ¿prepara una invasión sigilosa terrestre a éste país como lo está haciendo en Irak?