Traducido para Rebelión por Germán Leyens
Aunque todavía presume de poderes dictatoriales para comenzar una guerra por cuenta propia, Obama postergó su ataque unilateral a Siria cuando recibió una carta de más de 160 miembros de la Cámara de Representantes recordándole que llevar al país a la guerra sin aprobación del Congreso es un delito impugnable y cuando vio que ningún país que podría servir de cobertura para un crimen de guerra, ni siquiera el Gobierno títere británico y los Estados títeres de la OTAN, apoyarían la anunciada agresión militar anunciada de EE.UU. a Siria.
Obama no fue castigado por el ataque a Libia sin la aprobación del Congreso porque utilizó a la OTAN, títere de Washington, y no a las fuerzas militares estadounidenses. Esa estratagema permitió que Obama pretendiera que EE.UU. no estaba involucrado directamente.
¿Qué podemos esperar ahora, cuando la falta de cobertura y el desafío del Congreso han llevado al aspirante a tirano Obama a postergar su ataque a Siria?
Si Obama fuera inteligente, y evidentemente alguien que nombra a Susan Rice asesora de seguridad nacional no es inteligente, simplemente dejaría que el ataque a Siria perdiera protagonismo y desapareciera cuando el Congreso vuelva el 9 de septiembre para enfrentar los problemas insolubles del déficit presupuestario y del techo de la deuda.
Una administración competente se daría cuenta de que un gobierno que no es capaz de pagar sus cuentas sin recurrir a la máquina de hacer billetes enfrenta demasiados problemas para preocuparse de lo que sucede en Siria. Ningún gobierno competente arriesgaría un ataque militar que podría resultar en una conflagración en Medio Oriente y un aumento de los precios del petróleo, empeorando la situación económica a la que se enfrenta Washington.
Pero Obama y su colección de incompetentes han demostrado su ineptitud. El régimen también es corrupto, y toda la estructura solo se basa en mentiras.
Ahora, cuando la Casa Blanca se da cuenta de que Obama no puede cometer un crimen sin cobertura, es probable que podamos esperar lo siguiente. Se apartará el argumento de si Asad usó armas químicas y se planteará que el Congreso no debe debilitar el prestigio y la credibilidad de EE.UU. al no apoyar al presidente Obama, el último testaferro de las guerras de agresión de ese país.
La Casa Blanca sobornará, engatusará e intimidará al Congreso. El argumento del régimen será que ya que están en juego el prestigio y la credibilidad de EE.UU. el Congreso debe apoyar al presidente. El presidente y el secretario de Estado han hecho declaraciones inequívocas de la culpabilidad de Asad y de su determinación de castigarlo. Ante el desvarío de Washington, la forma de castigar a Asad por matar sirios con armas químicas (supuestamente) es matar más sirios con misiles crucero.
Si te parece que esto no tiene sentido, no formas parte del Gobierno de Obama o de los medios estadounidenses, y no podrías ser neoconservador.
La Casa Blanca argumentará que Obama se ha comprometido con el Congreso al permitir que éste vote sobre la decisión, y que la parte del compromiso del Congreso es dar su apoyo. La Casa Blanca dirá que se encuentren a mitad de camino.
El lobby de Israel, Susan Rice, los neoconservadores y belicistas como los senadores John McCain y Lindsey Graham argumentarán que la falta de apoyo al ataque de Obama a Siria afecta a la credibilidad de EE.UU., ayuda a los «terroristas» y «deja indefenso a EE.UU.». Es bastante malo, argumentarán, que Obama haya mostrado indecisión al esperar la aprobación del Congreso e indeterminación al proponer un ataque limitado en lugar del plan original de cambiar el régimen.
Ante las amenazas de eliminación de las generosas donaciones a la campaña electoral del lobby de Israel y del complejo militar/industrial, la Cámara y el Senado pueden alinearse para «apoyar al país» mientras se comete otro crimen de guerra. La combinación de sobornos, intimidación y llamados patrióticos de apoyo a EE.UU. puede influenciar al Congreso. Nadie sabe realmente si los 160 miembros de la Cámara son sinceros al advertir a Obama, o si simplemente quieren algo. Tal vez solo quieran que Obama pague su aprobación.
Si el Congreso da su respaldo a otro crimen de guerra estadounidense, el primer ministro británico David Cameron puede volver al Congreso y decir que «ahora Obama puede contar con el Congreso, suministrando así la cobertura, y si el Parlamento no se ajusta nos dejará sin dinero».
Pocos políticos británicos, fuera de George Galloway, se sienten cómodos si se quedan sin dinero.
Si Cameron logra convencer al Parlamento, los demás países de la OTAN podrían decidir que se sumarán al carro de los pagos. La regla primordial de la civilización occidental es que más dinero es mejor que nada de dinero.
Washington y sus títeres europeos de la OTAN criticarán a Rusia y China por utilizar sus vetos en el Consejo de Seguridad para bloquear que la ONU lleve justicia, libertad y democracia a Siria. Esos falsos argumentos serán usados por los medios occidentales para debilitar la importancia de la oposición del Consejo de Seguridad de la ONU al ataque de Washington a Siria. Los corruptos de los medios estadounidenses preguntarán por qué Washington debería ser disuadido por miembros del Consejo de Seguridad que apoyan el uso de armas químicas por parte de Asad. Los corruptos que integran los medios de EE.UU. harán todo lo posible para asegurar que Washington mate todavía más sirios. Asesinar es el sello distintivo de EE.UU.
Como prueba la historia de la humanidad, la gente hará cualquier cosa por dinero. Notables excepciones son Edward Snowden, Bradley Manning y Julian Assange. Si cualquiera de ellos hubiera ido a Washington y hubiese dicho «compradme», a cambio de su silencio, Washington les hubiera dado inmensas fortunas con las cuales habrían podido vivir una vida confortable.
Considerando la corrupción del Gobierno de EE.UU. y lo decidido que está Washington a salirse con la suya, los inspectores de armas químicas de la ONU corren peligro. Es poco probable que tengan un accidente como el Team Six de los SEAL. Pero a menos que los aislen, como a un jurado, son objetivos a sobornar. Si el informe de la ONU no apoya la posición de la Casa Blanca se presionará al Secretario General para que el informe no llegue a conclusiones. Después de todo Washington firma los cheques que mantienen la actividad de la ONU.
Nadie debe esperar que el Congreso de EE.UU. vote basándose en la evidencia. Además el Congreso no ha mostrado hasta ahora la menor comprensión del hecho de que si Asad utilizó armas químicas también es un crimen de guerra que EE.UU. cometa un acto de pura agresión contra Siria, un país que no ha atacado a EE.UU. No es asunto de Washington la forma en que el Gobierno sirio derrota el esfuerzo de los extremistas de al-Nusra para derribarlo.
El argumento de Obama de que está bien matar gente con fósforo blanco y uranio empobrecido, como hacen EE.UU. e Israel, pero no con gas sarín, carece de lógica.
El propio Washington tiene planes de contingencia de utilizar revienta-búnkeres nucleares contra las instalaciones subterráneas de energía nuclear de Irán. Si Washington cree que las armas de destrucción masiva no son permisibles, ¿por qué tiene tantas Washington así como planes de contingencia para utilizarlas? ¿Lamenta Washington que EE.UU. haya lanzado dos bombas nucleares contra ciudades japonesas precisamente cuando el Gobierno japonés hacía todo lo posible por rendirse?
Desde el fin mismo de la peligrosa Guerra Fría, las guerras calientes han sido el soporte principal de la política exterior de EE.UU. George H.W. Bush atacó Irak después de que el embajador de Bush dio luz verde a Sadam Hussein para el ataque a Kuwait. Clinton atacó Serbia con falsos pretextos y sin ninguna autoridad constitucional o legal. George W. Bush atacó Afganistán e Irak sobre la base de mentiras. Obama renovó el ataque a Afganistán y también ha atacado a Yemen, Pakistán, y Somalia. Obama envió a sus títeres de la OTAN para atacar Libia, envió mercenarios a Siria y ahora se propone impedir la derrota de sus mercenarios atacando ese país.
Washington está construyendo una cadena de bases militares alrededor de Rusia y China. Esas bases son extremadamente provocativas y vaticinan una guerra nuclear.
EE.UU., un país con un vasto arsenal de armas nucleares, cuyos dirigentes políticos son corruptos y dementes, es un gran peligro para la vida en la tierra. Ahora se reconoce universalmente que Washington es el peligro número uno para el mundo, con la excepción de los estadounidenses que alardean de su patriotismo. Esos crédulos son los facilitadores del fin de la humanidad mediante la guerra.
Hasta que la economía estadounidense colapse, Washington puede imprimir dinero y puede comprar aquiescencia para sus crímenes. Washington puede confiar en sus medios prostituidos para contar sus mentiras como si fueran hechos. El mundo no estará seguro hasta que el castillo de naipes estadounidense se derrumbe.
Me dan lástima esos estadounidenses desinformados que piensan que viven en el mejor país del mundo. A muy pocos estadounidenses les importa que su Gobierno haya destruido innumerables vidas, desde Centroamérica y Vietnam hasta Medio Oriente y África. Los militares de EE.UU. asesinan rutinariamente a civiles en Afganistán, Pakistán, Yemen y Somalia y son responsables de hasta un millón de muertos iraquíes y cuatro millones de iraquíes desplazados. La definición estadounidense de «el mejor país del mundo» es el país que puede asesinar a más gente inocente, gente que nunca ha atacado a EE.UU., gente que solía considerar a ese país la esperanza del mundo y ahora lo ve como una amenaza mortal.
En EE.UU. los salarios y las oportunidades de empleo disminuyen. No existe ningún impedimento para que las instituciones financieras saqueen a los ciudadanos. No existen restricciones a la ilegalidad y brutalidad de la policía y ningún límite a las mentiras que mantienen a la población estadounidense en Matrix, fuera de la realidad.
Cuesta imaginar que esa gente pueda contener o limitar a un gobierno decidido a la guerra.
Los republicanos que se preocupan de las deudas de nuestros hijos y nietos están preocupados por un futuro que posiblemente no llegará. La desmedida arrogancia de Washington impulsa al mundo hacia la guerra nuclear.
«El mejor país del mundo» es la fuerza malévola que está destruyendo las vidas y perspectivas de muchos pueblos diferentes y todavía podría destruir toda la vida de la tierra.
Paul Craig Roberts fue editor de The Wall Street Journal y secretario asistente del Secretario del Tesoro estadounidense. Es autor de HOW THE ECONOMY WAS LOST , publicado por CounterPunch/AK Press. Su libro Economies in Collapse: The Failure of Globalism, se publicó en Europa en junio de 2012. Su último libro es The Failure of Laissez-Faire Capitalism.
Fuente: http://www.counterpunch.org/2013/09/03/obama-decides-its-safer-to-buy-congress-than-to-go-it-alone/
rCR