«Sí, podemos parar el TTIP». Este fue el mensaje que desplegaron ayer seis escaladores de Greenpeace en el conocido edificio Metrópolis del centro de Madrid. El texto iba dirigido al presidente norteamericano, Barack Obama. Esta pancarta de 60 m2 ha sido la bienvenida que hemos querido dedicar al principal defensor del TTIP (Acuerdo Transatlántico de […]
«Sí, podemos parar el TTIP». Este fue el mensaje que desplegaron ayer seis escaladores de Greenpeace en el conocido edificio Metrópolis del centro de Madrid. El texto iba dirigido al presidente norteamericano, Barack Obama. Esta pancarta de 60 m2 ha sido la bienvenida que hemos querido dedicar al principal defensor del TTIP (Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversión). Y es que la visita de Obama tiene entre sus objetivos dar un empujón a las negociaciones del acuerdo transatlántico.
Hoy empieza en Bruselas una nueva ronda negociadora del TTIP y aunque el Sr. Obama querría tener un acuerdo firmado antes de acabar su mandato, con las elecciones presidenciales en noviembre, todo indica que esto no va a ser posible. Es consciente de que la nueva gobernanza mundial que se quiere urdir bajo el eufemismo de «acuerdo comercial» está cada día más lejos. Ya se lo han advertido los jefes de las delegaciones negociadoras de EU y EE.UU. Y Obama está preocupado.
1. El escenario ha cambiado. Numerosas organizaciones de la sociedad civil, entidades locales y regionales, partidos políticos, sindicatos, asociaciones profesionales, incluidas asociaciones del sector empresarial, etc. se movilizan en estos momentos contra la nueva generación de tratados comerciales (TTIP, CETA, TISA). La filtración y posterior publicación por parte de Greenpeace Holanda el pasado 2 de mayo de los documentos de la negociación del TTIP han sido un revulsivo que ha permitido aflorar el poderoso movimiento europeo que se ha venido construyendo en los últimos años.
2. No cuela. La ciudadanía y las organizaciones sociales se están informando y saben ya que no se están negociando «acuerdos comerciales», sino verdaderos procesos constituyentes que buscan cambiar las reglas del juego democrático, la forma en la que se legislará en el futuro en materias que afectan directamente a nuestra forma de vida y que dan más peso aún a esa justicia paralela hecha a medida de las grandes corporaciones.
3. Los antecedentes no son buenos. El impacto sobre el empleo y la deslocalización del NAFTA (acuerdo entre EE.UU, Canadá y México) o el tratamiento de algunos aspectos en el TPP (el acuerdo transpacífico entre un amplio número de países que rodean este océano) no son aliados a la hora de vender este nuevo tratado.
4. La estrategia de la Comisaria de Comercio Malstrom de enviar mensajes tranquilizadores y desmintiendo las evidencias de los textos filtrados no están funcionando. Por más que diga lo contrario los hechos recientes (Reglamento Reach, Directiva de Combustibles fósiles, pesticidas en frutas importadas de EE.UU) demuestran que el medio ambiente y la salud pública no están saliendo bien paradas de las negociaciones sobre el TTIP.
5. Los responsables de la Unión Europea, presionados por los movimientos ciudadanos, se ven en la «obligación» de defender el principio de precaución ante sus homólogos estadounidenses. Esto no estaba en el guión y no hace más que aumentar las contradicciones de los negociadores. Hasta la fecha, el texto del acuerdo no hace ninguna referencias al «principio de precaución». Si se impone el modelo regulador de EE.UU, pasaremos a depender de los poderosos lobbies industriales y su papel determinante en las decisiones en materia ambiental, de etiquetado, pesticidas, etc.
El Presidente de los EE.UU está preocupado. Y tiene razones para estarlo porque sabe que ahora sí podemos parar el TTIP . Ayúdanos a seguir luchando contra el TTIP.