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Obama y la prepotencia imperial

Fuentes: Rebelión

Ayer fue un día de suerte para Obama. El presidente norteamericano, acostumbrado ya a perfilar sus políticas internas y externas bajo las más fuertes presiones de la ultraderecha norteamericana, recibió un espaldarazo por parte del Senado de su país al darse a conocer un proyecto de ley encaminado a recortar el gasto federal en 4,000 […]

Ayer fue un día de suerte para Obama. El presidente norteamericano, acostumbrado ya a perfilar sus políticas internas y externas bajo las más fuertes presiones de la ultraderecha norteamericana, recibió un espaldarazo por parte del Senado de su país al darse a conocer un proyecto de ley encaminado a recortar el gasto federal en 4,000 millones de dólares, fruto de conciliaciones entre demócratas y republicanos, con vistas a salvar la salud económica de su gobierno totalmente aherrojado por falta de presupuestos para subsistir. Desde luego, detrás de ello, Obama hará nuevas concesiones a la ultraderecha estadounidense. Este proyecto, destinado a evitar la ruina de la Administración, fijará un nivel mínimo de gastos presupuestarios hasta el momento de cierre del año fiscal el 30 de septiembre venidero, dándole un poco de tiempo a la Casa Blanca. Sin embargo, detrás del triunfo aparente de las acciones conciliatorias de Obama, se esconde un terrible verdad: el presidente se ha convertido en un prisionero del Partido Republicano que, apoyado en el ultraderechista Tea Party y controlador de la mayoría congresional, sabotea todos sus programas sociales con una fuerte ofensiva para disminuir los gastos de su administración. No es lo mismo, pensó Obama, un recorte al presupuesto de 61, 000 millones de USD, aprobados anteriormente por la mayoría republicana, que tan solo la reducción de 4,000 millones de USD que logró negociar.

Con una deuda que asciende a 14 billones de dólares, casi rayando al 100% del PIB nacional, Obama solo puede salvarse si se lograba la ayuda del Congreso para mantener con vida sus finanzas.

Detrás de este «favor» republicano, por ejemplo, está la aceptación de varias legislaciones que Obama se ve presionado a mantener como vieja herencia del gobierno republicano de George W. Bush, así como ciertas direcciones en su política interna y externa. Un caso ejemplar es el de la incapacidad de Obama de eliminar a la controvertida Ley USA Patriot, ante la presión de los republicanos por mantenerla en plena vigencia. El 17 de febrero pasado el Congreso con mayoría republicana dio luz verde a su prórroga, ante su próxima caducidad el 27 de mayo próximo, y Obama, indudablemente, se verá obligado a aceptar dicha dilación de tan atroz instrumento legal, mediante el cual se permite la vigilancia descarada de correos electrónicas, intervenciones telefónicas, espionaje sobre informaciones bancarias de las personas, su detención arbitraria e indefinida bajo cualquier sospecha, aunque la misma careza de sólido fundamento, entre otras medidas anticonstitucionales. Poco podrá hacer Obama, cuyo arreglo inicial con los republicanos fue mantener su moratoria hasta diciembre de 2013, mientras que los mismos pretenden eternizar su vigencia.

Otra muestra de la manipulación de Obama por los republicanos lo fue la supeditación de su política hacia el hemisferio occidental ─entiéndase América Latina─, cuando la mayoría republicana en el Congreso interpeló al Subsecretario de Estado, Arturo Valenzuela, a mediados del pasado mes, en relación con las acciones de la Casa Blanca hacia esa región, a las que tildan de contradictorias y poco confiables. Asuntos tales como la ratificación del TLC hacia Panamá y Colombia, el tema de supuestas concesiones a Cuba y una débil política hacia Venezuela, la reducción de los aportes norteamericanos a la OEA en dependencia a la dependencia de este órgano a sus designios hegemónicos, entre otros, fueron centro de cuestionamientos de la ultraderecha congresional.

Por otra parte, la Revista Rolling Stone dio a conocer el pasado 24 de febrero las fuertes presiones por parte del Army norteamericana, comprometida hasta los tuétanos con el Complejo Militar Industrial, sobre importantes miembros del Congreso con vistas a aumentar los gastos guerreristas de EE UU en Afganistán. De hecho, estas presiones recaen, por «efecto dominó», sobre la administración de Obama, involucrándola en una guerra de por sí insostenible y que aumenta ostensiblemente el presupuesto de la Unión, al extremo de que el propio Congreso estaba debatiendo por estos tiempos un proyecto de gastos de alrededor de 160 000 millones de USD para mantener la ocupación militar en Irak y Afganistán.

LA CLONACION DE LA POLITICA IMPERIAL DE BUSH EN LA ADMINISTRACION OBAMA CON RESPECTO A AMERICA LATINA

A tenor con las presiones de la ultraderecha norteamericana, la política de Obama hacia América Latina pugna por mantener a toda costa su papel hegemónico en la región, perdiendo la total comprensión de los procesos políticos que tienen lugar en el área, llenos de diversidad de matices y particularidades en cada nación. Tal limitación los lleva a mantener una política en que alternan indistintamente el hard power y el soft power, es decir, la zanahoria y el garrote, según sus propias interpretaciones y sus arreglos con las oligarquías nacionales y los sectores más retrógrados de cada nación, desoyendo a los principales gestores de los cambios en el Latinoamérica y dándole las espaldas a los mismos. Su defensa a ultranza de los intereses de las grandes transnacionales, el renacer de la doctrina de la seguridad nacional atemperada a las nuevas circunstancias políticas internacionales y con un refinamiento en sus técnicas de subversión, así como su obcecada política injerencista, hacen de la actual administración un peligro para los procesos democráticos y progresistas.

Todo este andamiaje político que ha llevado a Obama a permanecer indiferente a fórmulas cromañónicas como el golpe de estado en Honduras y a establecer nuevas bases militares en el área con el pretexto de combatir el terrorismo y el narcotráfico, dando un espaldarazo al Pentágono y a la ultraderecha, lo hacen adherirse a las viejas fórmulas de ex presidentes como Reagan y los Bush. Sin embargo, su enfrentamiento contra las naciones del ALBA, particularmente contra Cuba y Venezuela, han hecho prevalecer en sus políticas procedimientos más refinados como una acentuada guerra mediática y apostar por el financiamiento a la subversión interna mediante la USAID y otras agencias federales, algunas veces enmascaradas tras las peligrosas y controvertidas ONGs. La guerra edulcorada basada en la mentira, en la promoción de blogs contrarrevolucionarios, al igual que en la siembra de la confusión y divisiones dentro de los movimientos sociales y otras fuerzas progresistas, ha sido otra opción que ha usado sistemáticamente en los nuevos tiempos el AL. No por gusto, el empleo de este soft power ha sido precisado, según Steve Hammons, como una «diplomacia (incluyendo la Diplomacia Pública), la persuasión, la información y la comunicación, las presiones económicas, las operaciones psicológicas, las relaciones públicas y actividades similares. Estos pudieran ser abiertos, encubiertos o a veces la combinación de ambos. Pueden ser orientados a los países amigos o adversarios hostiles, así como estar dirigidos a la comunidad internacional o al pueblo de Estados Unidos». Es, en resumen, el uso del poder hegemónico e injerencista sobre bases de gran adaptabilidad, de proyección de falsos valores, de búsqueda de coyunturas y puntos de conflicto susceptibles de ser exacerbados, de alta maniobrabilidad, de empleo de la tecnología como fuente de la guerra mediática y de refinada selección de aliados; es también, por supuesto, el empleo con alta eficacia de los poderosos recursos financieros para comprar voluntades, fomentar la división, crear dudas y frustraciones, satanizar a líderes y procesos; al igual que promover falsas revoluciones y levantamientos. Todo ello apoyado en las grandes transnacionales de la información y de la monopolización del internet.

LA POLITICA DE OBAMA HACIA CUBA Y VENEZUELA

La política de Obama hacia Cuba, de manera particular, está siendo secuestrada por la ultraderecha norteamericana y, en específico, por la representación de los legisladores de origen cubano americana, representantes incondicionales de la mafia terrorista de la Florida y Nueva Jersey. No por gusto la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, rindió sus banderas, hace dos días, ante las críticas emanadas dentro del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes, encabezado por la Loba feroz, Ileana Ros-Lehtinen, con respecto a la política de la Casa Blanca con respecto a Cuba.

Con voz melosa y complaciente, a ratos rasgada por el nerviosismo, coqueteó ante sus interlocutores con expresiones tales como: «Estados Unidos no ha relajado su postura en torno a Cuba» o que la Casa Blanca «está al tanto de que en Cuba no hay democracia«. De la misma manera, poniendo una cara casi inexpresiva ante sus inquisidores, defendió las políticas de flexibilización hacia Cuba ya instrumentadas ─al igual que las potencialmente a instrumentarse─, argumentando que «los esfuerzos de la administración por suavizar las restricciones de viaje a la isla, solo buscan beneficiar al pueblo cubano.» (…)»No estamos para complacer el régimen de Castro».

Las justificaciones y diatribas lanzadas contra Cuba hicieron mella en Ileana Ros-Lehtinen, al extremo de que ambas ─la víctima y su inquisidor─, se fundieron en un hipócrita abrazo, cuando casi al finalizar su intervención la Clinton dijera: «Estamos comprometidos en avanzar con políticas para asistir a cubanos y estamos comprometidos en la libertad y la democracia de Cuba».

Al abordar el tema Venezuela, Hillary Clinton se tornó más agresiva y amenazante al sentenciar que la Casa Blanca adoptaría severas medidas contra esta nación de comprobarse que viola las sanciones impuestas a Irán en relación con su programa nuclear. Persuasiva, luego, hubo de reconocer ante la audiencia la inexistencia de evidencias al respecto, ya que los contactos entre esas dos naciones solo se limitan al ámbito diplomático y comercial. En este punto, de profundo trasfondo mediático, algunos republicanos como legislador republicano de Florida, Connie Mack, no parecieron sentirse convencidos. Para ellos, es esencial satanizar al Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela, vendiendo una falsa imagen como violador de leyes internacionales, como promotor del terrorismo y del narcotráfico. La amenaza directa de la Clinton contra Venezuela, hecha para complacer a los republicanos hirió, sin embargo, a la soberanía de esa nación, por ser una muestra de su apego a la teoría del poder inteligente.

La actuación de la Clinton no pudo convencer totalmente a la ultraderecha sobre los buenos oficios de Obama en cuanto a política exterior. La propia Ileana Ros-Lehtinen, expresó luego sin tapujos: «En nuestro hemisferio, la política estadounidense es una de prioridades equivocadas».

No podía faltar, en el arrebato y falta de complacencia de la Loba Feroz, el ataque a Cuba, cargado de odios y mentiras, cuando sentenció: «La tiranía de La Habana una vez más ha aumentado su asalto contra el movimiento democrático en Cuba deteniendo a docenas de manifestantes pacíficos, golpeando a Reina Luisa Tamayo, y enviando a las turbas castristas contra Las Damas de Blanco. Aun así, la administración repetidamente ha suavizado las medidas contra el régimen castrista».

Una vez más la ultraderecha republicana criticó ácidamente a la administración Obama y mostró su posicionamiento hacia la intransigencia ideológica.

Paralelamente a los ataques reiterados contra Cuba por parte de la ultraderecha estadounidense dentro del Congreso, la voz calumniosa de un mafioso de origen cubano vinculado a la FNCA, como lo es Manuel Cereijo, lanzó una pérfida acusación contra Cuba en el cavernario Diario de Las Américas. Este supuesto «investigador» declaró que Cuba es una amenaza para Estados Unidos por la capacidad con la que cuenta la Isla para lanzar ataques cibernéticos contra su poderoso vecino del Norte. Al respecto, declaró: «Cuba tiene el potencial, las facilidades para realizarlos.» Las falsedades de Cereijo, encaminadas a viciar los tímidos acercamientos de la Casa Blanca con respecto a Cuba, responden a los turbios intereses de los mafiosos terroristas de Miami. Es parte, indudablemente, de la amoral guerra ideológica contra la Revolución Cubana cuyo desarrollo en el campo de la informática ha sido, paradójica y sistemáticamente, bloqueado por los propios Estados Unidos.

EL MEDIO ORIENTE Y LA APETENCIA DEL PETROLEO

El actual escenario del Medio Oriente y la injerencia hegemónica de Estados Unidos con respecto al mismo, es una prueba más sobre cómo la actual política internacional de Obama depende, en última instancia, de las presiones de la ultraderecha conservadora y del Complejo Militar Industrial. Una prueba de ello fue la intervención de la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, ante el Consejo de DDHH de la ONU, reunido en Ginebra, donde apologizó sobre la opción de intervenir militarmente en Libia, descartando la opción pacífica mantenida por varias naciones europeas, Rusia y China. Mientras esto ocurría, el vocero del Pentágono, coronel David Lapan, reconocía la existencia de planes de contingencia en ese sentido. Una prueba más de que el Pentágono mueve la política exterior norteamericana.

Lo cierto es que, a contratiempo, Estados Unidos ha logrado incorporar a varios de sus aliados dentro de la OTAN dentro de la opción militar contra Libia y, potencialmente, contra otras naciones como Egipto, Túnez, Bahréin, Yemen, Qatar, Arabia Saudita, Kuwait y el emirato de Omán, donde se experimentan fuertes protestas sociales por motivos bien diferenciados en cada caso. Hoy USA y la OTAN han convertido el Mar Mediterráneo en zona de espera y concentración de poderío militar en espera de aplicar la opción militar contra Libia. Dos buques de guerra, cargados de tropas y armamento sofisticado se despliegan por esta zona y, según Robert Gates, Secretario de Defensa, no se excluye el incremento del potencial militar en el Mediterráneo. Por su parte, el general James Mattis, al mando de las futuras operaciones militares, tampoco descartó la opción armada cuando declaró ante el Senado norteamericano que, incluso, al aplicar la exclusión aérea, la misma «exigiría tener que destruir previamente las defensas antiaéreas de Libia». Esta sería, de hecho, la aplicación de la opción militar.

La presencia en los mares cercanos a Libia del destructor USS Barry, del USS Kearsarge y el USS Ponce, anuncian tácitamente que EE UU podría iniciar acciones de guerra contra Libia, una vez que logre disuadir a sus aliados dentro de la OTAN y la ONU, en cualquier momento. Tal vez, incluso, sin esperar a la Reunión de los jefes de Estado y Gobierno de la Unión Europea, quienes se reunirán en Bruselas, el próximo 11 de marzo, en una cumbre extraordinaria sobre Libia y el norte de África.

El clarín de guerra ha sonado y los republicanos presionan a Obama para que dé la orden. El reaccionario senador republicano, John McCain, durante una visita en El Cairo ya exigió al presidente Barack Obama, el empleo de acciones militares contra Libia. La misma postura asumió el senador independiente Joe Lieberman. Los muertos inocentes, indudablemente, los pondrá el pueblo libio. Muchos jóvenes norteamericanos morirán también en combate, enlutando a sus hogares, como resultado del aventurerismo guerrerista de la ultraderecha norteamericana y la genuflexión de Obama a la misma.

MISILES PARA ENRARECER EN CLIMA EUROPEO.

Otra alocada aventura provocadora de Estados Unidos, esta vez dirigida contra Irán y sin descartar una potencial amenaza contra Rusia y otras naciones, lo representa el inicio del nuevo programa de defensa misilera para Europa. En los próximos días EE UU enviará al Mar Mediterráneo un buque de guerra, el USS Monterey, equipado con un radar especial, con el fabricado argumento de proteger a Europa de una posible amenaza iraní. Este paso, impuesto a Obama por el Pentágono, da inicio a otras etapas de armamentismo en la zona, lo cual incluye la instalación posterior de radares interceptores en varias zonas del sur de Europa, con total anuencia de la OTAN.

CONCLUSIONES

Otra vez resuenan los tambores de la guerra y las armas, cada vez más sofisticadas, se aprestan a ser disparadas contra pueblos inocentes. Obama, quien inmerecidamente ostenta el Premio Nobel de la Paz, se ha rendido a las presiones de la ultraderecha norteamericana, insufladas de un alocado sueño hegemonista.

La paz será pisoteada nuevamente y la Humanidad asumirá un nuevo riesgo para su supervivencia, amenazada ya por la pobreza, el hambre y los desastres naturales.

Algún día habrá que lamentarse por tanta pasividad e indiferencia.