Cobalto Rojo. El Congo se desangra para que tú te conectes (2024, Capitán Swing). El investigador y activista contra la esclavitud moderna, Siddharth Kara, detalla en el libro cómo -a escala global- el 75% del suministro de este metal se extrae en el país africano, “a menudo por campesinos y niños en condiciones infrahumanas”.
El autor del ensayo aporta testimonios acerca de las “brutales prácticas de extracción”; se aproxima a las zonas mineras bajo control miliciano y también recorre el hilo que conecta el “pozo tóxico” con las grandes empresas, responsables de la venta final a los consumidores.
Así, según la sinopsis de la editorial: “El cobalto es un componente esencial en todas las baterías recargables de iones de litio que se fabrican hoy en día: las que alimentan nuestros teléfonos inteligentes, tabletas, ordenadores portátiles y vehículos eléctricos”.
Autor del prólogo y del libro Quijote en el Congo (2023, Península), el periodista Xavier Aldekoa recuerda los antecedentes coloniales; en concreto, la explotación “sin piedad” para la obtención del caucho (neumáticos o instalaciones eléctricas) durante el mandato de Leopoldo II (rey de Bélgica entre 1865 y 1909).
Aldekoa menciona otros ejemplos de materiales producidos –en los siglos XX y XXI- en un país “condenado” a la pobreza; además del cobalto para las celulares o las videoconsolas, el cobre para el armamento; el uranio para la bomba nuclear; el níquel, la plata, el Zinc, los diamantes, el oro o la madera.
Cobalto Rojo hace referencia, también, a las consecuencias sufridas por quienes intentaron cambiar el sistema; como el primer ministro de la República Democrática del Congo (RDC), entre junio y septiembre de 1960, Patricio Lumumba; el dirigente anticolonialista fue derrocado del cargo y asesinado en 1961.
“La pérdida de vidas durante el periodo en el que Leopoldo ejerció el control sobre el Congo se estima en 13 millones de personas, una suma equivalente a la mitad de la población de la colonia en aquel entonces”, subraya Siddharth Kara.
En la actualidad, añade el profesor asociado de Trata de Seres Humanos y Esclavitud Moderna en la Universidad de Nottingham, “la pérdida de vidas causada directamente por los accidentes mineros o indirectamente por la exposición tóxica y la contaminación medioambiental en las provincias mineras es de unos cuantos miles al año”.
Las multinacionales que se insertan en la cadena extractiva hacen referencia a un (supuesto) compromiso con los derechos humanos o contra el trabajo infantil; por ejemplo, Apple (Estados Unidos); la coreana Samsung; Tesla (controlada por el multimillonario trumpista, Elon Musk); la alemana Daimler o la suiza Glencore SA.
Precisamente el 18 de diciembre, la agencia Bloomberg en Línea informó sobre la demanda interpuesta por el Gobierno de la RDC contra Apple, en Francia y Alemania; se detallaba que uno de los argumentos de la denuncia es cómo el gigante tecnológico utiliza, en sus productos, minerales “saqueados” en el Congo.
Otros ejemplos de la vinculación con el lucro empresarial figuran en el artículo publicado –el 7 de enero- en la revista Redes Libertarias, El saqueo permanente del Congo, por el también autor del libro A quién importa el Congo (2020, Dos Emes), Julián Gómez-Cambronero Alcolea:
“Sony, fabricante de la famosísima PlayStation, tenía previsto presentar su nuevo modelo PS2 en 1999, pero tuvo que retrasarlo hasta marzo de 2000; el motivo fue la falta de tantalio para fabricar los condensadores que el artilugio necesitaba; fue una llamada de atención de que la creciente producción de aparatos en los que el tantalio, que se encuentra en el coltán, era fundamental (…)”.
Se ha hecho eco de las denuncias el medio de comunicación afrofeminista y antirracista Afrocolectiva, que el 29 de noviembre difundió un vídeo que empieza con el hallazgo de una mina de cobalto en el país centroafricano.
El audiovisual destaca que la RDC ha sido objeto de uno de los mayores genocidios de la historia; en concreto, durante más de dos décadas, 10 millones de personas asesinadas; siete millones desplazadas; y más de un millón de mujeres víctimas de agresiones sexuales/violaciones.
En este contexto, Afrocolectiva subraya que el 80% del coltán del planeta se halla en el Congo; este metal, junto con el cobalto, resulta imprescindible no sólo para la producción de móviles, cámaras y micrófonos, sino también para la tecnología aeroespacial; y esta realidad se asocia a la explotación laboral, también infantil.
El medio informativo panafricanista detalla cómo familias de personas que han laborado en estas minas plantearon demandas en los tribunales contra Google; Dell; Tesla; Apple o Microsoft; asimismo grupos armados se financian a través del control de los recursos naturales en la RDC (coltán, oro, diamantes y cobalto).
Ante la opacidad de los medios informativos convencionales, las ONG denuncian el impacto sobre la salud de la población congoleña; de hecho, “están continuamente inhalando arena y humos, lo que lleva a enfermedades respiratorias”.
El Informe de la Misión de Estabilización de Naciones Unidas en la RDC –entre el 20 de septiembre y el 29 de noviembre de 2024- da cuenta de la inseguridad, las violaciones de los derechos humanos y la muerte de civiles perpetrada por diferentes grupos armados (en regiones como Ituri o Kivu del Norte).
Según el reporte de la Misión, “las epidemias de cólera, sarampión y viruela agravaron aún más la crisis humanitaria; al 18 de noviembre se habían notificado más de 43.210 presuntos casos de mpox (viruela del mono) y 1.132 muertes relacionados con el reciente brote”; Equateur, Sankuru o Kivu del Sur fueron provincias especialmente afectadas.
En un artículo publicado por la Central Sindical y Popular (CSP) brasileña Conlutas (El Congo sangra y el imperialismo y sus transnacionales se benefician, Febrero 2024), el miembro de la entidad, César Neto, destaca la responsabilidad de familias empresariales como Goetz en el comercio ilegal del oro proveniente de la RDC; “además del oro, el cobalto de la región pasa por el mismo proceso y será utilizado por empresas como Tesla, Dell, Microsoft, Amazon, HP e incluso Starbucks”, concluye el análisis.
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