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Ocho años referenciales de la Nueva China

Fuentes: Rebelión

En China es al cumplirse cada diez años cuando hay grandes celebraciones. Y cada cinco años, también, pero a menor escala. La efemérides que celebra este 1 de Octubre tiene la particularidad de ser la 75, un año más que los 74 que duró la Unión Soviética (1917-1991), lo cual reviste este 2024 de un simbolismo especial.

Estos son algunos años referenciales de esta Nueva China que abundan en una trayectoria de especial singularidad.

La Nueva China

El 21 de septiembre, ante la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino, Mao proclamó que “el pueblo chino se ha puesto en pie”. El 1 de Octubre, en la plaza de Tiananmen, se escenificó ante el mundo el nacimiento de la Nueva China. A nivel internacional, cambió la configuración política mundial; internamente, cerró un largo período de más de cien años en que el sometimiento del pueblo chino había sumido al país en la decadencia absoluta.

1957 El Gran Salto Adelante

El Gran Salto Adelante fue expresión del afán incesante del PCCh por encontrar un camino propio para la modernización, adaptado a las condiciones del país. Cuando el máximo líder chino visitó Moscú en 1957 para participar en una conferencia internacional de partidos comunistas, escuchó de Jruschov el objetivo de la URSS de alcanzar y superar a los Estados Unidos en un plazo de quince años. Luego, Mao enfatizó que China alcanzaría o superaría a Gran Bretaña en quince años en la producción de acero.

Entre 1957 y 1960, la industria pesada creció 2,3 veces, mientras que la agricultura cayó un 22,8 por ciento. La devastación causada en la producción agrícola tuvo consecuencias muy graves. Ello, sumado a las calamidades naturales que afectaron varias zonas del territorio, provocó una caída vertiginosa de la producción. La hambruna arrasó en el país y las estadísticas oficiales reconocen que la población total de China en 1960 era inferior en 10 millones al año anterior. En algunos distritos de la provincia de Henan, la tasa de mortalidad superó el 100 por mil.

Hoy día, el PCCh considera que tanto el Gran Salto Adelante -como las Comunas Populares, surgidas en el mismo período- son «graves fracasos» en el proceso de exploración de un camino diferente para la construcción del socialismo en China.

Ruptura con la URSS

En febrero de 1950, en Moscú, con la participación de Mao y Stalin, se firmó el Tratado Sino-Soviético y otros acuerdos sobre ferrocarriles y puertos, además de la concesión de importantes créditos a China. El PCCh afirmaba entonces estar fundido en el molde del Partido Comunista de la Unión Soviética.

La URSS proporcionó una importante ayuda a China. Las 156 obras que se construirían con apoyo soviético constituyeron el núcleo de la construcción nacional en este período. Moscú no sólo dio préstamos, sino también máquinas, equipos, formación, etc. En el transcurso del Primer Plan Quinquenal, unos 3.000 especialistas y técnicos soviéticos fueron enviados a China, mientras que unos 7.000 estudiantes chinos fueron aceptados en universidades soviéticas para formar técnicos cualificados.

Pese a ello, había diferencias de inocultable calado. Ya en 1957, cuando Mao se trasladó a Moscú para participar en la Conferencia de los Partidos Comunistas y Obreros, había planteado criterios diferentes sobre varios problemas relacionados con el XX Congreso soviético, en el que Jruschov reveló los crímenes de Stalin. Este fue sólo el comienzo de un proceso irreversible de aumento gradual de los desacuerdos, que abarcó dos aspectos principales. En primer lugar, de carácter ideológico y se manifestó en opiniones bien diferenciadas en relación con la situación internacional, la táctica y la línea a seguir por el movimiento comunista internacional y las políticas internas y externas aplicadas respectivamente por cada partido. En segundo lugar, los dirigentes del PCUS continuaron actuando como «partido matriz», exigiendo, dice Beijing, «obediencia debida» al PCCh, queriendo determinar su orientación tanto militar como diplomáticamente para que no condicionara ni interfiriera en su relación con los EE.UU., el principal vector de su política exterior.

En 1958, la URSS propuso establecer en territorio chino y en aguas jurisdiccionales de China estaciones de radio de onda larga y flotas conjuntas de propiedad y control sino-soviético. Mao rechazó esta pretensión por considerarla una afrenta a la soberanía china. Cuando Beijing bombardeó Kinmen, frente a Taiwán, Jruschov exigió a Mao que detuviera el ataque y que asumiera el compromiso de no recurrir a la fuerza para solucionar el problema de Taiwán ya que esa tensión afectaba su relación con Estados Unidos. Moscú tuvo que ofrecer garantías a Washington para tener a Beijing bajo control. Cuando estalló un conflicto fronterizo armado entre China e India, los líderes soviéticos se pusieron del lado de Nueva Delhi. Y el vaso se fue llenando hasta llegar a la ruptura total y el conflicto abierto.

Revolución Cultural

Según Mao, su impulso se debió al propósito de impedir la restauración del capitalismo, mantener la pureza del Partido y explorar un camino adecuado hacia el socialismo. El 10 de noviembre de 1965, el periódico Wenhui Bao de Shanghai publicó un artículo titulado «Sobre el drama histórico actualizado La destitución de Hai Rui» de Yao Wenyuan. Este fue el detonante de todo el proceso.

En su evaluación de la «Revolución Cultural», Mao sostuvo que ésta podía dividirse en un 70 por ciento de éxitos y un 30 por ciento de errores. Los errores habían sido dos: derrocarlo todo y la guerra civil generalizada. Ese sería también el balance oficial del maoísmo tras su muerte-

1978 Inicio del denguismo

El registro oficial del nacimiento del denguísmo se puede remitir a la III Sesión Plenaria del XI Comité Central del PCCh, celebrada en diciembre de 1978. Oficialmente, puso fin a la transición iniciada tras la muerte de Mao y el arresto de la «Banda de los Cuatro», pero, sobre todo, inició otra política que, insistiendo en la misma idea de encontrar el propio camino, abandonó la senda del izquierdismo para retomar y desarrollar las políticas auspiciadas después del Gran Salto Adelante y en el período anterior a la «revolución cultural». El centro de gravedad de la actividad del PCCh se derivó hacia la modernización económica.

Deng enumeró los cuatro principios fundamentales e inalienables que tantas veces se pasan por alto a la hora de comprender la orientación última de su pensamiento político y también la principal señal del rumbo de las reformas chinas. Esos cuatro principios son: perseverar en el camino socialista, en la dictadura del proletariado, en la dirección del Partido Comunista y en el marxismo-leninismo y el pensamiento de Mao Zedong.

1989 Tiananmen

La muerte de Hu Yaobang en abril de 1989 sirvió de detonante para la activación de una gran protesta que expresaría el descontento, entre otros, ante la corrupción y el auge de las desigualdades. Los estudiantes se movilizaron en las universidades de la capital y los dazibao volvieron a las murallas para acusar públicamente a los principales dirigentes y al sistema político en su conjunto. Las manifestaciones convergieron en la plaza de Tiananmen, convirtiéndose en el punto de referencia en el país y en el mundo del pulso que decidiría el futuro político inmediato de China.

La situación empeoró con la división en la dirección del PCCh. Mientras el secretario general Zhao Ziyang expresó su simpatía por el movimiento, otros miembros de la dirección no dudaron en calificarlo de «antipartido y antisocialista». Li Peng asumió la oposición a Zhao e instó a la formación de un grupo dirigente en el Comité Central para manejar la crisis. Deng Xiaoping apoyó estas decisiones y no dudó en calificar los disturbios como «un levantamiento político destinado a negar el liderazgo del Partido Comunista y del sistema socialista», en resumen, «una conspiración planificada». Zhao Zhiyang, al regresar de un viaje a Corea del Norte, rechazó el diagnóstico de Li Peng y Deng y propuso corregirlo. Los desacuerdos internos se hicieron públicos, lo que fomentó el apoyo a los disturbios y la confusión, aumentando paulatinamente la dimensión de las manifestaciones cuyo balance final resultaría trágico.

2001 Ingreso en la OMC

Con su adhesión a la OMC (Organización Mundial del Comercio), China dio un paso de gigante en su integración en la economía mundial. Fue otra pequeña “larga marcha” que comenzó poco después de iniciada la reforma y apertura de Deng Xiaoping, cuando planteó la solicitud de admisión al GATT (Acuerdo General sobre Comercio y Aranceles). Desde entonces, la OMC fue «prolongando» el asunto, esperando obtener a cambio mayores concesiones de los líderes chinos. Los sucesivos rechazos afectaron incluso al prestigio del equipo económico más liberal de la dirección china, encabezado por Zhu Rongji, que había dedicado grandes esfuerzos a conseguir este objetivo. El «buen» comportamiento de China durante la crisis financiera asiática (y luego rusa, y más tarde brasileña) de 1997, resistiendo la depreciación del renminbi a pesar del alto costo económico interno que esto implicaba, fue finalmente recompensado por la flor y nata del comercio mundial.

La gran pregunta entonces era cómo afectaría esta integración al proceso de modernización chino: ¿sería el golpe decisivo para acabar con la esperanza de construir un modelo socioeconómico alternativo? ¿Se quitarían los burócratas del régimen su supuesta máscara socializadora para desembarcar abiertamente en la gestión privatizada del sistema económico? ¿En qué medida se reduciría el papel del Estado en la economía? ¿Cómo afectaría la nueva situación a los derechos sociales que aún conservaba un segmento importante de la clase trabajadora?….

2012 Inicio del xiísmo

Xi Jinping hizo del «sueño chino» el lema principal poco después de iniciar su mandato. Mao logró poner a China en pie. Deng logró desarrollarlo. Pero si todo va según lo previsto, será Xi Jinping quien personifique el último empujón para convertirlo en un país fuerte y poderoso, recuperando su posición central en el sistema global.

«El pensamiento de Xi Jinping sobre el socialismo con características chinas en la nueva era» cierra, por el momento, el círculo de aportaciones sustantivas al vademécum ideológico del PCCh.

Xulio Ríos es asesor emérito del Observatorio de la Política China y autor de “La metamorfosis del comunismo en China” (Kalandraka, 2021).

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.