Se desgarraron vestiduras moros y cristianos (los neo-fascistas no) con la elección para presidente de EEUU del outsider Donald Trump y, como suele pasar, las pasiones del momento reducen los espacios para el análisis en hielo. Habíamos señalado desde este medio (Trump no es Barba Azul ni Hillary Juan de Arco) que Trump se dirigía, […]
Se desgarraron vestiduras moros y cristianos (los neo-fascistas no) con la elección para presidente de EEUU del outsider Donald Trump y, como suele pasar, las pasiones del momento reducen los espacios para el análisis en hielo. Habíamos señalado desde este medio (Trump no es Barba Azul ni Hillary Juan de Arco) que Trump se dirigía, certero, a los blancos -que eran el 69% del censo de votantes- y que temas como la inmigración buscaban arrastrar votos frente a Hillary, a la que varias encuestas daban por derrotada.
Seguimos insistiendo en que Trump no es Barba Azul ni la perdedora Clinton era Juana de Arco. Pasando por alto sus chirridos, puede que, en los hechos, Trump resulte mejor opción que Hillary y, dando tiempo al tiempo, aplicar lo dicho por Mateo, de que «por sus frutos los conoceréis» (Mateo 20). Un análisis menos pasional de las acciones que adoptaría Trump una vez en la Casa Blanca, puestas en una perspectiva real -sin olvidar lo dicho en el citado artículo, de que, «gane quien gane, una vez ungido, se integrará en el establishment»-, deja ver que no es tan malo el lobo como lo pintan. Veamos:
1.- INMIGRACIÓN: Trump afirmó que haría una deportación masiva de inmigrantes, en EEUU sinónimo de latinoamericanos (latinos o hispanos, a secas). Ahora dice que serán sólo tres millones (hay más de once millones), pero inmigrantes con antecedentes que, si es así, serían cuatro gatos. La alharaca contra Trump ha creado la idea de que, antes, no había deportaciones. Nada más falso. El ‘benévolo’ Obama practicó, durante su gobierno, las más duras políticas inmigratorias de los últimos 30 años. Según datos del Departamento de Seguridad Nacional (DHS), entre 2009 y agosto de 2016 fueron deportadas 2.768.357 personas. En 1986, con Reagan, la cifra fue de 24.592 inmigrantes hispanos; en 1996, con Bill Clinton, 69.680; en 2006, con Bush Jr., 280.974; en 2012, con Obama, 435.498 personas. Cuando Barack termine su mandato, habrá expulsado a 3 millones de inmigrantes sin más antecedentes que el hambre. Trump, al excluir -por ahora- de la amenaza de deportación a los inmigrantes sin antecedentes, excluye al 95% de ellos. Frente al ‘café-deportación para todos’ de Obama habrá ‘café-deportación de fichados’ de Trump, lo que mejora mucho la situación de los inmigrantes irregulares.
2.- EL MURO: Reiteramos nuestra idea de que el muro no se construirá. Trump ha ya dicho que sólo se harán partes. Tampoco hay novedad en el tema. El primer muro se construyó en 1990: 20 kilómetros en la zona de San Diego. En 2005, el Senado de EEUU aprobó extenderlo en 1.123 kilómetros, a agregar a los 600 kilómetros del muro existentes ese año. En 2006, el mismo Senado adoptó una nueva enmienda para construir 595 kilómetros de muro y 800 kilómetros de vallas. En 2009 muros, vallas y similares superaban los mil kilómetros. Hay, el día de hoy, 509.5 kilómetros de muro contra peatones, 482.4 kilómetros de vallas contra vehículos (que pueden saltar los peatones) y 58.4 kilómetros de doble o triple muro en el sector de San Diego. Muros van, muros vienen, pero a la inmigración nada la detiene. De 1990 al presente, unos 20 millones de hispanos cruzaron la frontera, demostrando la inutilidad de las barreras. Contrario a los gobiernos anteriores, que levantaban muros y vallas sin hacer alharaca con ello y pisoteando las protestas de México, Trump ha puesto el tema sobre la mesa y -¡oh, sorpresa!- se reunirá con el presidente mexicano -ningún otro presidente de EEUU lo ha hecho- para tratar el tema del muro. Habrá ocasión de ver que el tema se irá diluyendo y, finalmente, quedará todo más o menos igual, con alguna valla para cubrir las apariencias. Lo inédito será que Trump discuta el tema mural con México, nada más.
3.- LOS TRATADOS DE LIBRE COMERCIO: Hagamos historia. Los tratados de libre comercio (llamados originariamente ‘de libre cambio’) los inventó Inglaterra en el siglo XIX para favorecer su producción industrial, cuando Gran Bretaña era la fábrica del mundo. Las primeras víctimas fueron los países latinoamericanos, cuyos ‘libertadores’ aceptaron firmar acuerdos de libre cambio, que eximían de impuestos a los productos británicos. Aquellos tratados mataron la economía de los países y dieron origen al neocolonialismo. Las premisas siguen siendo las mismas. La ‘globalización’ es sólo del capital y las transnacionales, no de los trabajadores. Los TLC han precarizado al extremo las condiciones laborales, entre ellas, las de la clase media estadounidense, que votó mayoritariamente a Trump. Las transnacionales se llevaron sus fábricas a Asia o México y cerraron las usinas en EEUU. La promesa de Trump, de reindustrializar el país, sólo pueden criticarla las corporaciones de todo tipo que quieren libre circulación de bienes y capitales y trabajadores sin derechos, como viene ocurriendo en España desde hace años. El TTIP, al que Trump calificó de «locura», es un tratado que pone de rodillas a los Estados frente a las grandes empresas y capitales. Defender los derechos económicos y sociales ha sido lucha de las izquierdas. Si Trump apoya, bienvenido sea.
4.- LA OTAN: Según Trump, los europeos deben cubrir sus gastos de ‘defensa’, pues la economía de EEUU no está para financiar el despliegue belicista que dirige la OTAN. Desde 1999, Europa vive un proceso de militarización sin precedentes que, si nada lo detiene, tarde o temprano llevará a una guerra con Rusia, cada día más acorralada en sus fronteras. Que Trump haya puesto sobre la mesa que Europa vive en estado de guerra, tema omitido deliberadamente por los medios de comunicación, es de agradecer. Para información de la feligresía, en los próximos meses está previsto el despliegue de 6.000 soldados estadounidenses y centenares de helicópteros, tanques, vehículos blindados y obuses pesados en Europa del Este. También está aprobado que la Brigada Blindada de la Cuarta División de Infantería de EEUU envíe otros 4.000 soldados en enero de 2017. EEUU desplegaría también el 60% de efectivos y medios de la 10ª Brigada de Aviación de Combate de Nueva York, formada por 1.750 aviadores y 60 aviones y helicópteros, entre ellos UH-60 Black Hawk y CH-47 Chinook, según el diario Stars and Stripes («2 brigades of nearly 6,000 troops head to Europe amid growing Russian tensions»). Stars and Stripes es un diario militar que informa sobre movimientos de tropas, ejercicios militares y temas relativos a las fuerzas armadas de EEUU. Si hay guerra, que avisen.
5.- CRIMEA: Un capricho del líder soviético, de origen ucraniano, Nikita Krushev, héroe de la batalla de Stalingrado, traspasó a la República Socialista Soviética de Ucrania, en 1954, la histórica península rusa de Ucrania. Lo hizo para conmemorar los 300 años de unidad ruso-ucraniana y desde la convicción de existencia eterna de la Unión Soviética, entonces en plenitud de poder. El suicidio de la URSS puso a tiro de la OTAN el viejo sueño germano de satelizar Ucrania para utilizarla contra Rusia. El golpe de estado de 2014, promovido por EEUU y la OTAN, amenazó con la entrada de Ucrania en la organización atlántica y -por ende- el dominio de Sebastopol, base histórica de la flota rusa en el Mar Negro, por la OTAN. Pero en Moscú ya no estaba el alcohólico Boris Yeltsin, sino Vladimir Putin. Éste había expresado que no admitiría bases militares de la OTAN en Georgia. En 2008 invadió Georgia y puso fin al proyecto atlantista. Con ese antecedente, estaba cantado que Moscú no admitiría la pérdida de Crimea. En julio pasado, Trump declaró que «la gente de Crimea… prefiere estar con Rusia, en lugar de donde estaban antes y hay que tenerlo en cuenta». También expresó su opinión sobre lo que podría pasar si se pretendiera que Rusia devolviera Crimea a Ucrania: «¿Y ahora desea organizar la Tercera Guerra Mundial para devolvérsela [a Ucrania]?». Que Trump reconozca la recuperación de Crimea por Rusia será una derrota política para la OTAN y la UE, pero ayudaría a afianzar la precaria paz del continente.
6.- UCRANIA: Es vox populi que Ucrania vive sumergida en un caos interminable de corrupción y desgobierno. La pobreza del país ha hecho que los salarios sean un 50% más bajos que en China. La corruptela institucional ha situado a Ucrania en el primer lugar en la lista de corrupción en Europa. Trump, durante la campaña, calificó a Ucrania de «país en desorden», lo que generó airadas reacciones en los gobernantes ucranianos. El ministro del Interior, Arsén Avákov, lo llamó «marginado peligroso» y un diputado del gobierno «completo idiota». Ucrania es un limes geoestratégico de Rusia y Rusia no va a permitir que ingrese en la OTAN, no, al menos, sin que estalle una guerra. Crimea y Ucrania van en el mismo paquete. Ninguna de las dos vale una guerra nuclear. En realidad, nada lo vale, pero reforzar la paz vale más que nada, salvo entre suicidas.
7.- SIRIA: «Obama es el fundador del ISIS y Hillary Clinton la cofundadora», afirmó Donald Trump en varias ocasiones. También que acabaría con el Estado Islámico en cien días. Que sean 200 no importará si se lleva la paz a la destrozada y martirizada Siria. Con Hillary no hubiera sido posible. 250.000 muertos, el país semidestruido y ocho millones de desplazados ameritan un acuerdo de fondo entre EEUU y Rusia. La anunciada reunión entre Trump y Putin puede dejar, como poco, ese acuerdo. A la OTAN no le gustará, pero a los sirios sí. Con el país pacificado, centenares de miles de ellos podrían volver y, con apoyo internacional, reconstruir su país. ¿Alguien en contra?
8.- UN DÓLAR DE SALARIO: Admitámoslo, aunque tenga su dosis de demagogia, es un gesto de honradez que no cabe menospreciar. El multimillonario Trump dice, con ese gesto, que gana tanto dinero que no necesita de salarios pagados por los contribuyentes. ¿Algún otro multimillonario lo ha hecho antes, aunque muchos de ellos hayan ocupado cargos públicos? George Washington, primer presidente de EEUU, aunque esclavista y millonario, se adjudicó un salario que era el 2% del presupuesto del país. Según el Center for Responsive Politics, hay sentados en el Congreso 268 millonarios, todos los cuales cobran religiosamente salarios y prebendas. El tejano Michael McCaul posee una fortuna de 500 millones de dólares. ¿No dice nada el gesto de Trump al reino de las ‘tarjetas black’ o de directores deportivos que gastan 737.000 euros en restaurantes a cargo de fondos públicos, en un listado de empezar y nunca acabar?
Una novena razón hay: Trump ha prohibido las ‘puertas giratorias’. Ningún miembro de su gobierno podrá lucrarse del ejercicio del cargo hasta cinco años después de haberlo abandonado. Que tomen nota en España y Europa.
Pidamos a la UE que expulse sólo a los inmigrantes con antecedentes penales y otorgue documentación a los que no; que se derriben las vallas y alambradas levantadas por democráticos gobiernos y vuelva la libre circulación de personas; que cese la disparatada militarización en marcha y se afiance la paz en el subcontinente; que se pongan fin a las políticas criminales que destruyeron Libia, Siria e Iraq y se ayude a la reconstrucción de esos países. Que se critique menos y se predique más con el ejemplo. No es peor Trump que lo que tenemos aquí. Pensar lo contrario es autoengaño, ceguera pura y dura. En Europa gobierna la extrema derecha racista en Polonia, Eslovaquia, Hungría, Dinamarca, Finlandia, Letonia, Ucrania… Esas son realidades, no sospechas.
Autor de ‘Política y Geopolítica para Rebeldes, Irreverentes y Escépticos’, Akal
Fuente: http://blogs.publico.es/dominiopublico/18508/ocho-razones-para-amar-a-trump/