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30 años del referéndum sobre la OTAN

Para una vez que nos preguntaron algo…

Fuentes: Rebelión

El sábado 12 se cumplirán treinta años del referéndum convocado por el PSOE sobre la OTAN. Tras el chaquetazo de este partido a su «De entrada, no!», una campaña marrullera y una pregunta amañada, el gobierno de Felipe González consiguió el SI que buscaba. No era la primera vez, ni tampoco sería la última en […]

El sábado 12 se cumplirán treinta años del referéndum convocado por el PSOE sobre la OTAN. Tras el chaquetazo de este partido a su «De entrada, no!», una campaña marrullera y una pregunta amañada, el gobierno de Felipe González consiguió el SI que buscaba. No era la primera vez, ni tampoco sería la última en la que habíamos visto al PSOE desprenderse de lo que hasta ese momento habían sido sus señas de identidad.

Durante la Transición el PSOE dejó a un lado sus convicciones republicanas, para convertirse en un ferviente defensor de aquella monarquía de la que se había mofado; de reivindicar el derecho de autodeterminación y sus principios federalistas, a bendecir la España «indisoluble e indivisible» y la «soberanía única» española; de exigir depuraciones en el ejército, policía y la guardia civil, a proclamar de la noche a la mañana las virtudes de estos cuerpos convertidos por arte de magia a la más excelsa democracia.

A pesar de aquel chaquetazo y de todas las malas artes exhibidas por el Gobierno del PSOE, hubo tres aldeas galas que resistieron y vencieron. En Euskal Herria (tanto en la Comunidad Autónoma Vasca como en Nafarroa), así como también en Catalunya y Canarias, triunfó el NO. En nuestro pueblo el porcentaje de votos contrarios dobló al de los afirmativos. El ¡NO a la OTAN! fue rotundo.

En Nafarroa, ni el Gobierno del PSN, ni tampoco UPN, defensores ambos del SI, reconocieron aquella decisión. No solo eso, sino que quienes se autodefinían como únicos guardianes de la quinta esencia del fuero navarro y combatían visceralmente fantasmales «intromisiones vascongadas», se pasaron por el arco del triunfo aquel resultado y consintieron que el Polígono de Tiro de Bardenas fuese puesto a disposición de aquella organización criminal.

La campaña por el NO en Nafarroa aunó, entonces, a todo un extenso conjunto de organizaciones sociales: antimilitaristas, pacifistas, ecologistas, internacionalistas, sindicales, feministas, vecinales… Las razones para el NO surgían de todos lados. La defensa de nuestra soberanía alimentó también aquellas movilizaciones pues se entendía, con razón, que la entrada en esa organización suponía atar el futuro de nuestro pueblo a los intereses y planes del imperialismo yanqui y sus más fieles aliados. Y así, a pesar de que UPN, PSN y PP contaban entonces con más del 80% de los escaños del Parlamento Foral, su apuesta militarista fue barrida por aquella avalancha ciudadana.

Se nos pretendió vender la moto de que la entrada en la OTAN suponía apostar por la defensa de la democracia frente al totalitario y agresivo bloque socialista y su Pacto de Varsovia. Nada más lejos de la realidad. Cuando cinco años después ese bloque se derrumbó, la OTAN, lejos de disolverse, que era lo que tocaba, hizo todo lo contrario, extendiendo su ámbito de influencia por todo el planeta e incrementando substancialmente sus competencias y facultades para intervenir en cualquier lugar del globo.

Desde sus propios inicios, la OTAN no ha sido sino el complemento militar que precisaba el capitalismo para consolidar su dominio por todo el mundo. Por otro lado, la dependencia de esta organización con respecto a los intereses del imperialismo yanqui ha sido una de sus notas más características. Su papel en el conflicto de los Balcanes, Irak, Afganistán, Libia y las más cercanas intervenciones semi-encubiertas en Siria e Ucrania han mostrado muy a las claras al servicio de quiénes está esta organización.

El anuncio hoy por la OTAN del envío de varios buques de guerra para luchar contra «las mafias y el tráfico de refugiados» en aguas griegas y turcas, muestra la hipocresía de quienes no dudan en sacudir primero el avispero de Oriente Medio y Asia central con todo tipo de invasiones y guerras de interés, y luego se disfrazan de defensores de derechos humanos para así mejor evitar que las consecuencias de su actuación criminal le salpiquen en su propia cara.

En Nafarroa, tenemos cuentas pendientes con esta organización. Porque hablar de la OTAN en nuestra tierra no es hablar de una abstracción, sino de una palpable realidad, el Polígono de Tiro de Bardenas, donde vienen realizándose todo tipo de operaciones militares (bombardeos con fuego real en medio de un Parque Natural declarado reserva de la Biosfera por la UNESCO) incardinadas en los planes de esta organización. Por todo esto, nuestro actual ¡NO a la OTAN! se basa, además de en aquellas mismas razones pacifistas, antimilitaristas, feministas, de solidaridad internacionalista y ecologistas de hace ya treinta años, en una firme base democrática asentada, tanto en aquel ¡NO!, como en las reiteradas exigencias de desmantelamiento del Polígono de Tiro realizadas por el Parlamento Foral.

La denuncia de las instituciones de ese Estado antidemocrático que ayer despreció nuestro ¡NO!, va hoy de la mano del rechazo a las nuevas imposiciones de un Gobierno que, en estos últimos cuatro años, ha recurrido y suspendido diecisiete leyes aprobadas por nuestro Parlamento Foral y que, no contento con ello, nos ha impuesto además otras muchas (reforma laboral, de las pensiones, LOMCE, ley Mordaza,…), a pesar del rechazo a las mismas expresado por nuestras mayorías sociales, sindicales y políticas. Por ello, la exigencia de la más plena soberanía y el respeto a nuestro derecho a decidir sobre estos temas, va íntimamente ligada a nuestro actual rechazo a la OTAN.

Por ultimo, es obligado referirse también a lo que ya se denomina como «la OTAN económica». Se trata del TTIP (Acuerdo Transatlántico para el Comercio y la Inversión) que de forma secreta negocian hoy EEUU y la UE. Acuerdo que, salvo que lo impidamos, va a suponer el incremento substancial de la actual dependencia de nuestras economías y pueblos a los intereses y decisiones de las grandes corporaciones y multinacionales. Porque, hoy como ayer, la lucha contra el militarismo y las guerras de las grandes potencias y poderes no puede desligarse en modo alguno de nuestras cotidianas peleas por defender nuestra salud, nuestra vida y nuestra tierra.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.