Leyes como la SB 1718 hacen de la comunidad inmigrante una comunidad más vulnerable de lo que ya era previo a su aprobación. Ahora, dirigirse a la escuela, al dentista, a la clínica de salud, al supermercado, al parque, todo esto ya puede convertirse en un “crimen”, cualquier día y para cualquiera.
Los caminos, las calles y las carreteras dentro de la Florida ahora son más inseguros. A diferencia de estados donde se han aprobado las ‘licencias de conducir para todos’, la SB 1718 trae consigo más inseguridad ya que obliga a miles de personas a manejar sin licencia de conducir, y arriesga a la gente a ir a la cárcel tan solo por ir en el mismo automóvil junto a un inmigrante sin documentos de identidad que demuestren su ciudadanía o su residencia permanente dentro de los Estados Unidos.
No es coincidencia que existan demandas en contra de esta ley, ya que, con justa razón, se argumenta que es discriminatoria y violatoria de derechos humanos.
Además, leyes perversas como la SB 1718 convierte a los servidores públicos, policías, doctores, burócratas, enfermeros, en una especie de agentes que trabajan para la migra.
¿Por qué no cambiar el deshumanizante discurso antiinmigrante por un discurso de cómo hacerle para sacar a la gente de la pobreza? ¿Por qué no pensar en cómo hacerle para que nadie se quede sin educación, sin salud y sin vivienda? ¿Por qué no dirigir las mejores ideas hacia soluciones de fondo, como el desarrollo de una amplia reforma migratoria?
¿Por qué no pasar del acoso a los inmigrantes, la “mano dura”, la “cero tolerancia”, las excusas, los muros inservibles, las perversas boyas en el Rio Bravo, la tortura psicológica que se ejerce desde puestos del poder, hacia la renovación del sistema migratorio?
Por esto y por otras razones, ¡reforma migratoria, ya!
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