El ofrecimiento español de encabezar la intervención en las costas de Somalia para defender a los barcos pesqueros españoles y los petroleros podría terminar con el tope de 3.000 soldados en el exterior. El 29 de octubre dos embarcaciones piratas atisban un petrolero con bandera panameña y se le aproximan. Un avión P-3 Orión del […]
El ofrecimiento español de encabezar la intervención en las costas de Somalia para defender a los barcos pesqueros españoles y los petroleros podría terminar con el tope de 3.000 soldados en el exterior.
El 29 de octubre dos embarcaciones piratas atisban un petrolero con bandera panameña y se le aproximan. Un avión P-3 Orión del Ejército español sobrevuela las embarcaciones provocando su repliegue. Procede de Yibuti, su base desde septiembre. La acción se considera un éxito de la presencia militar española, tras el secuestro de la tripulación del atunero Playa de Bakio el pasado abril, por cuya liberación el Gobierno aún no ha aclarado si pagó más de un millón de dólares, tal como ha afirmado el Gobierno somalí. Aquel secuestro puso sobre la mesa la posibilidad de una mayor presencia militar en la zona. El P-3 Orión supone una avanzadilla, pues la ministra Chacón, desde el mismo Yibuti, se ofreció para liderar una misión internacional antipiratería en la zona.
La piratería ha traído este año el país africano a las páginas de actualidad. Sin embargo la pesca en aguas somalíes, según el investigador de la Escuela de Cultura de Paz, Josep Maria Royo constituye «una expoliación justificada ante o legitimada por la comunidad internacional debido a la inexistencia de un Gobierno reconocido y que pueda garantizar la seguridad de las fronteras, espacio aéreo y aguas internacionales».
El Gobierno de Transición Federal (GTF), compuesto por señores de la guerra y sin autoridad sobre el conjunto del país, no controla el mar. Pescar en aguas de un país generalmente conlleva un coste -Mauritania ingresa 86 millones de euros anuales por permitir que los barcos europeos pesquen en sus aguas- en el caso somalí el rédito se canaliza de forma ilegal. La población empobrecida no condena la piratería. Según Royo, «los alientan, es una forma de generar ingresos, ante la expoliación». Los piratas ingresaron en 2007 una cantidad mayor del presupuesto anual del estado autoproclamado independiente de Puntland, que ronda los 20 millones de dólares.
Numerosas son las voces que acusan al mismo Gobierno de beneficiarse de esta industria. Muchos de los piratas provienen del mismo clan, el clan de los Majarteen, el del presidente, Abdullahi Yusuf. Presencia extranjera Los efectivos españoles se sumarán a una presencia militar extranjera, también justificada por el caos en el país. Aún quedan parte de los soldados etíopes que irrumpieron en diciembre de 2006 apoyados por Estados Unidos para echar a la Unión de Tribunales Islámicos (UTI) de la capital Mogadiscio. La invasión se enmarca en la ‘guerra contra el terror’ de Estados Unidos, que bombardeaba el sur del país un mes después con el consentimiento del presidente del GTF, apuntando a la supuesta relación entre elementos de la UTI con Al Qaeda, una relación que despierta numerosas dudas.
En sus dos años de control de la capital la UTI -tribunales de tendencias muy diversas pero aglutinados en torno a la reclamación de la aplicación de la Sharia- contaban con apoyo popular tras haber restituido orden y seguridad en la capital. Respaldando la intervención de Etiopía, Estados Unidos podría conseguir lo que ya ha conseguido en Iraq: fortalecer el terrorismo donde no lo había. El pasado 29 de octubre cinco atentados suicidas contra un campamento del PNUD, el palacio presidencial de Somalilandia y la embajada de Etiopía, entre otros objetivos, provocaban al menos 45 muertes.
La gente _La lapidación por parte de las milicias Al Shabab (ligadas a la UTI) de la niña Aisha Ibrahim pocos días antes de los atentados, se exhibió como una muestra más de la barbarie en Somalia. Mucha menor visibilidad tuvo la concesión del Premio Nobel Alternativo a la también somalí Asha Hafi quien representa el papel que ejercen las mujeres al frente de la sociedad civil y como agentes de paz. Su asociación Save Somalian Women and Children es una de las primeras asociaciones de mujeres surgidas en Somalia. El investigador Alejandro Pozo, del Centro de Estudios por la Paz J.M Delàs, destaca que, a pesar de la imagen de caos que se nos transmite, los enfrentamientos tienen lugar en determinadas zonas del país, muchas otras áreas donde la relativa calma posibilita la existencia de un tejido de asociaciones sustentadas principalmente por la diáspora. Una sociedad civil lamentablemente eclipsada bajo un relato de piratas, señores de la guerra, peligrosos integristas e irresoluble miseria.
OTROS INTERLOCUTORES
Somalia es presentada ante los medios de comunicación como un territorio ingobernable donde combaten señores de la guerra y los fundamentalistas desde la caída del dictador Siad Barre, en el poder entre 1969 y 1991. Los intentos de reconciliación nacional han sido numerosos y poco eficaces, destacando por las expectativas que generaron, según Royo, el de Arta (Yibuti) en 2000 y el de Nairobi (Kenya) entre el 2002- 2004, al reunir a un número importante de clanes y señores de la guerra. Las luchas de poder entre clanes, los intereses enfrentados de los señores de la guerra y las continuas injerencias extranjeras han minado todas estas iniciativas.
Este es el cuadro caótico que se nos presenta sobre Somalia. Sin embargo fuera de Mogadiscio y de otros focos de enfrentamiento, la población se organiza. Según afirma Pozo, que trabajó con una ONG en el país, en algunas ciudades y en las zonas rurales que no son contendidas por numerosos señores de la guerra existe una fuerte estructura social liderada por las asambleas de ancianos con autoridad sobre la población. Pozo denuncia la exclusión de estas autoridades a la hora de decidir el futuro del país. Fueron invitados a Arta pero no a Nairobi, donde los interlocutores eran los mismos señores de la guerra responsables de la inestabilidad del país.