Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Mientras millones de personas celebran en todo el mundo los levantamientos populares en el norte de África, Europa observa con escepticismo y miedo. La caída de los dictadores africanos privará a Europa de valiosos aliados en la lucha contra la emigración irregular. El vacío político y la inestabilidad social y económica que resulta crearán una nueva ola de emigrantes desesperados que desafían los peligros en alta mar para llegar a las costas de Europa. Eso profundizará la crisis de inmigración que Europa ha estado tratando de encarar en los últimos años. Europa reacciona con un creciente uso de la fuerza. Amenaza una nueva crisis humanitaria.
Todos los años, devastados por la guerra y la pobreza, miles de africanos subsaharianos abandonan sus países en un tortuoso y prolongado viaje hacia el norte. Al llegar a Marruecos, Túnez o Libia, se recuperan de la fatiga del viaje, pagan a los traficantes de seres humanos y suben a frágiles embarcaciones para dirigirse a Italia o a España. Muchos mueren víctimas de las altas olas y mortíferas tormentas. Los sobrevivientes se suman al ejército de solicitantes de asilo o de trabajadores indocumentados en las grandes ciudades de todo el continente.
La remoción y devolución de los emigrantes a sus lugares de origen o al último país que abandonaron antes de llegar a Europa ha resultado poco práctica. Como resultado, la prevención de que los africanos lleguen a Europa se ha convertido en una prioridad política en los últimos años. Para bloquear su llegada, los Estados europeos han firmado acuerdos bilaterales con dictadores norteafricanos, reclutándolos para que protejan las fronteras de la UE a cambio de ayuda financiera.
En un acuerdo bilateral con Zine Al-Abidine Ben Alí, Italia prometió apoyo financiero a cambio de su ayuda para impedir el tránsito de inmigrantes africanos y de tunecinos hacia Europa. La caída de Zine Al-Abidine Ben Alí acabó con el acuerdo. El control fronterizo colapsó en Túnez y 5.000 tunecinos llegaron al puerto italiano de Lampedusa. Aunque en cantidades mucho más pequeñas, los egipcios han estado abandonando sus hogares y partiendo a Italia. Egipto sigue siendo política y económicamente inestable. La continuación de esta situación solo aumentará la cantidad de egipcios que optan por sobrevivir en Europa.
En un acuerdo de 2003 entre España y Marruecos, las autoridades marroquíes prometieron su total cooperación en el control de la emigración a cambio de 390 millones de dólares de ayuda. Dos años después, en septiembre de 2005, soldados marroquíes y guardias españoles dispararon contra cientos de africanos que trataban de entrar a los enclaves de Ceuta y Melilla. Los disparos mataron a 11 migrantes e hirieron a muchos más. El movimiento norteafricano de protesta ya ha llegado a las calles de Marruecos. También en este caso el futuro del pacto bilateral para detener la emigración africana está en peligro.
El más notable de los acuerdos bilaterales con dictadores norteafricanos fue el «Pacto de Amistad» firmado entre Italia y Libia el 30 de agosto de 2008. Los dos países se comprometieron a aumentar la cooperación en «la lucha contra el terrorismo, el crimen organizado, el narcotráfico, y la inmigración ilegal». Muammar Gadafi se comprometió a impedir que los emigrantes africanos abandonaran sus fronteras hacia Italia y a readmitir en Libia a los que fueran interceptados en aguas internacionales. La cuenta por este servicio fue de 5.000 millones dólares de inversión italiana y seis patrulleros para controlar las vías marítimas entre África y Europa.
El 6 de mayo de 2009, la flota naval y de guardacostas italiana detuvo a una embarcación con inmigrantes en alta mar y devolvió por la fuerza a los pasajeros a Libia. El ministro del Interior de Italia, Roberto Maroni, saludó el acto como un «día histórico» en la lucha contra la inmigración ilegal. Entre los pasajeros había mujeres y niños, personas que requerían ayuda médica y otras con razones legítimas para recibir asilo y protección internacional. Human Rights Watch ha informado de abusos generalizados, violencia física y tortura de los emigrantes devueltos a Libia. En algunos casos, las autoridades libias vendieron a los africanos a contrabandistas de seres humanos que los mantuvieron en cárceles privadas y los liberaron después de recibir dinero de sus familias.
La agitación política en el norte de África amenaza también el futuro del «Pacto de Amistad». Muammar Gadafi ha amenazado con una cancelación unilateral del acuerdo si los gobiernos europeos no dejan de criticar su violenta represión contra los manifestantes libios. Las fuerzas de Gadafi han matado a cientos de manifestantes en los últimos días. Mientras tanto, las protestas antigubernamentales continúan en diferentes partes de Libia. El futuro del dictador libio sigue estando poco claro.
El 15 de febrero, el Ministerio del Interior italiano envió un pedido formal de ayuda a Frontex, la agencia de seguridad fronteriza de la Unión Europea. El 20 de febrero, Frontex lanzó la Operación Conjunta Hermes 2011 con el despliegue de recursos adicionales aéreos y marítimos desde Italia y Malta para combatir el flujo de emigrantes ilegales desde el norte de África.
Es posible que Muammar Gadafi logre aplastar el levantamiento mediante el uso de fuerza extrema. La caída del dictador será, sin embargo, un golpe irrevocable a la actual política de inmigración de Europa. La pérdida de pistoleros a sueldo en la lucha contra la emigración irregular llevará a más confrontaciones abiertas entre los guardias armados de la UE y los emigrantes africanos en alta mar. ¿Hasta dónde llegará Europa para impedir que los africanos lleguen a sus fronteras?
Behzad Yaghmaian es profesor de economía política en Ramapo College de Nueva Jersey, y ator de Embracing the Infidel: Stories of Muslim Migrants on the Journey West y del próximo The Greatest Migration: a People’s Story of China’s March to Power. Se le puede escribir a: [email protected].
Fuente: http://www.counterpunch.org/
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