La participación de las mujeres a la par de los hombres en las protestas iniciadas el 20 de febrero en Marruecos muestra una nueva etapa en la emancipación femenina, según observadores y activistas. Sin embargo advierten que aún resta mucho por hacer dada la tradicional gran disparidad de género. «Ya esperamos demasiado. Las mujeres participan […]
La participación de las mujeres a la par de los hombres en las protestas iniciadas el 20 de febrero en Marruecos muestra una nueva etapa en la emancipación femenina, según observadores y activistas. Sin embargo advierten que aún resta mucho por hacer dada la tradicional gran disparidad de género.
«Ya esperamos demasiado. Las mujeres participan para decir que es hora de que haya justicia», dijo la activista Safaa Ferradi a IPS.
Por su parte, Rabah Nouami, líder del movimiento 20 de Febrero de esta ciudad marroquí, explicó que «la gran mayoría de las integrantes de nuestro movimiento tienen formación académica».
«Es reconfortante ver que la mayoría de portavoces del movimiento son mujeres. Pero todavía no tienen influencia en el proceso de decisión», advirtió.
Las mujeres siguen siendo víctimas de violencia y de discriminación, pese a los esfuerzos del Estado y de la sociedad civil para combatir el problema.
Las marroquíes sufren cuatro formas de violencia, «física, sexual, psicológica y económica», reveló un estudio de la estatal Alta Comisión de Planificación.
El nuevo código de familia de este país de 32 millones de habitantes, que entró en vigor en 2004, establece que las mujeres tienen derecho de divorciarse y de recibir pensión alimenticia, así como a casarse sin permiso paternal. Pero no reconoce la igualdad con los hombres en la herencia.
El problema no es solo el texto escrito, «sino su implementación», dijo a IPS la escritora dedicada a asuntos femeninos Fatima Bouhraka. «La mayor resistencia es cultural. El hombre es el que manda y a quien hay que obedecer», añadió.
Pero hay otros factores que refuerzan la cultura «como la pobreza y la ignorancia de los derechos y los deberes», dijo Taoufiki Belaid, miembro de la organización de derechos humanos Amnistía Internacional, con sede en Londres.
Las mujeres víctimas de violencia, así como sus agresores, «ignoran sus derechos y deberes», explicó.
Abderrahim Messoudi, de la Asociación de Derechos Humanos marroquí, que organiza talleres de concienciación en universidades, dijo a IPS que el problema es la poca participación femenina en esas actividades.
La indiferencia de las mujeres hacia las iniciativas de la sociedad civil deriva de la percepción de que son tendenciosas, opinan algunas activistas.
«No hay una verdadera sociedad civil. Todo el mundo trata de manipular la causa femenina según sus propios intereses», indicó Ferradi.
Pero no hay coincidencias al respecto.
«La sociedad civil logró en pocos años lo que los partidos políticos no hicieron en décadas», dijo Bouhraka. Pero es necesario separar ambas cosas, arguyó. «Cuánto más independiente sea una organización, más confianza inspirará», añadió.
El descontento en Marruecos con los partidos políticos no es nuevo. En las últimas elecciones generales de septiembre de 2007 participó 37 por ciento de los habilitados.
Las nuevas normas electorales exigen que las mujeres ocupen por lo menos 30 por ciento de los 326 escaños de la asamblea legislativa. Pero no es suficiente para las defensoras de los derechos femeninos. «El parlamento y el gobierno seguirán teniendo mayoría de hombres», remarcó Bouhraka.
Las mujeres representan sólo 25 por ciento de la población económicamente activa, según un estudio de la Alta Comisión de Planificación. La cantidad de analfabetas es desproporcionada, más de 50,8 por ciento de las marroquíes no saben leer ni escribir.
La violencia y la discriminación social llevaron a las mujeres a protestar en el marco de la Primavera Árabe. «Reclamamos libertad, igualdad y dignidad humana», indicó Ferradi.
«Las demandas de nuestro movimiento son iguales para hombres y mujeres», explicó Nouami.
La nueva Constitución marroquí, aprobada el 1 de julio, estipula la promoción de la igualdad de género. Pero «en Marruecos los eslóganes son una cosa y la realidad, otra», apuntó Bouhraka. «Hay manos discretas que frenan leyes que favorezcan al país y a la población», añadió.