Recomiendo:
3

Pulso contra el régimen militar en Sudán

Fuentes: lanticapitaliste.org

El golpe del general Abdel Fattah al-Burhane para detener el proceso revolucionario en Sudán parece haber tenido el efecto contrario. En todo el país la resistencia se está organizando y está logrando éxitos. En consecuencia los militares están aislados dentro y fuera del país.

Es el ala más radical del levantamiento de 2019 quien organiza la defensa de la revolución. A nivel político, el Partido Comunista Sudanés, que goza de una implantación desde hace muchos años en el país, está experimentando una segunda juventud. Fuertemente implicado en la lucha, se pronunció en contra del acuerdo de transición que consagró la dualidad de poder entre militares y civiles. Tan pronto como se anunció el golpe, convocó una huelga general en todo el país.

En lo que se refiere a las organizaciones militantes de la sociedad, la Asociación de Profesionales Sudaneses decretó la desobediencia civil. Esta asociación reúne a organizaciones sindicales de abogados, médicos, ingenieros, académicos y profesores de secundaria. Creada en la clandestinidad en 2012, desempeñó un papel destacado en la caída de Omar al-Bashir y sigue siendo esencial en la lucha contra el golpe militar.

Su llamamiento tuvo eco incluso entre altos funcionarios que no fueron despedidos de sus puestos de trabajo. En este momento, las actividades económicas del país están al ralentí y las exportaciones de petróleo de Sudán del Sur están paralizadas.

Pilares y protectores de la revolución

Al mismo tiempo, los comités de resistencia (Lijān al-Muqāwama) realizan un trabajo de movilización en profundidad contra el golpe. Compuestos principalmente por jóvenes, estas estructuras vecinales desempeñaron un papel clave en la revolución y representan el ala más radical del movimiento. Su experiencia política y sus conocimientos contra la represión los convierten en la bestia negra del régimen.

Estos comités de resistencia se han mantenido después de la revolución. Han venido cubriendo las deficiencias del Estado y asegurado funciones municipales como la limpieza, las comidas en las escuelas o los lugares culturales. Se encargaban de la seguridad a la noche y evitaban la especulación con los precios del pan o los combustibles. En algunos casos, organizaron mercados solidarios que vendían productos básicas a precio de costo, una iniciativa beneficiosa para mucha gente que vive en la pobreza.

Esta nueva forma de hacer política, mezclando buena ciudadanía y activismo político, se encuentra en otros países africanos. Este es el caso en Burkina Faso con «la escoba ciudadana» o Senegal con «Y’en a marre». Estos movimientos tomaron parte decisiva en las movilizaciones, ya sea contra Blaise Compaoré o Abdoulaye Wade, y luego continuaron, bajo diversas formas, su actividad concreta a favor de la población.

[Estos comités] son espacios en los que las y los jóvenes, especialmente las jóvenes, pueden expresarse libremente. Ganaron legitimidad en la lucha política; sobre todo, porque se vieron reforzada por las actividades de las organizaciones feministas. Agrupadas en Sudán en la coalición Mansam, estas organizaciones están liderando la lucha por los derechos de las mujeres y tratando de integrar esta lucha en el movimiento popular.

Un poder acorralado

La resistencia no se debilita y comienza a ganar puntos. En estos momentos, la incapacidad del poder militar de Jartum para poner fin a las movilizaciones populares es patente. Se prevé la posibilidad de que Sudán experimente una profunda crisis como sus vecinos de la República Centroafricana, Etiopía, Libia y Sudán del Sur. Esto podría llevar a la región a la inestabilidad política con los riesgos inherentes de seguridad. Los gobiernos occidentales no quieren correr tal riesgo. Estados Unidos ha pedido al general al-Burhane que dé marcha atrás y está presionando a los apoyos externos de los golpistas. Así, Arabia Saudita y los Emiratos se han alineado con la posición de Estados Unidos.

Los golpistas tienen dos posibilidades: la huída hacia adelante, acompañada de una represión generalizada o una solución negociada, como plantean los gobiernos occidentales.

Liberando a cuatro ex miembros del gobierno, los generales parecen optar por la segunda opción. Incluso dicen que están listos para aceptar de nuevo a Abdullah Hamdok como Primer Ministro. Pero esta idea ha sido rechazada por la calle, que quiere un poder Madaniyya, es decir, totalmente civil.

Texto original: https://lanticapitaliste.org/actualite/international/bras-de-fer-contre-le-regime-militaire-au-soudan

Traducción: F. E. para antikapitalistak.org