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Desalojo del campamento en el monte Gurugú

¿Qué está pasando en la Frontera Sur?

Fuentes: Diagonal

Marruecos declara el fin de los campamentos irregulares alrededor de las fronteras españolas y europeas. El campamento del Gurugú es arrasado. Un paisaje desolado. El hedor a plástico quemado cubría el ambiente. Piedras calcinadas se apelotonaban en lo que antes habían sido los cercos que formaban las bases de las tiendas o búnkers, como le […]

Marruecos declara el fin de los campamentos irregulares alrededor de las fronteras españolas y europeas. El campamento del Gurugú es arrasado.

Un paisaje desolado. El hedor a plástico quemado cubría el ambiente. Piedras calcinadas se apelotonaban en lo que antes habían sido los cercos que formaban las bases de las tiendas o búnkers, como le llaman ellos. Aún se podían distinguir las mantas, víveres y ropas calcinadas esparcidas por todo el suelo. No se trata de una zona de guerra, aunque quizá sí. Se trata del Monte Gurugú, donde empieza y acaba el territorio marroquí, al sur de la ciudad de Melilla, en las cercanías de la valla. La frontera entre dos mundos. Junto a Ceuta, el único contacto terrestre entre África y la UE. Desde la montaña, se puede ver con gran nitidez la ciudad autónoma hasta el mar. Las deseadas puertas de Europa.

«Esto no es tolerable, ¡ésta es la miseria en la que nos deja Marruecos!» «¡La comunidad Internacional tiene que hacer algo!» Abdul (nombre ficticio), costamarfileño, se queja de su situación desesperado. La montaña en la que hasta hacía dos días se extendían numerosos campamentos de diferentes comunidades africanas, que llegaban a rondar el millar, ahora es un basurero de escombros. La historia había comenzado a principios de esa semana, pero no se detuvo ese día, que sería el último en el que vimos a Abdul.

Rabat. El pasado lunes 9 de Febrero, el ministro Delegado del Interior comparecía en una rueda de prensa para anunciar que el gobierno se dispondría a desmantelar los campamentos de migrantes irregulares que circundaban las fronteras europeas. Denunciando que los saltos a la valla «son ya diarios» y que los migrantes viviendo en sus campamentos «destrozan y dañan los bosques», el segundo del ministerio marroquí aclaró que no se iban a permitir más campamentos en los alrededores de la frontera.

La noticia fue acogida con precaución por migrantes y activistas, pero el gobierno no había precisado cuándo ni cómo, por lo que la alarma no se desató inmediatamente.

Por desgracia para los migrantes el plan estaba trazado a horas vista. La misma noche, a las 5h de la madrugada del martes, centenares de antidisturbios de las FSA (fuerzas de seguridad auxiliares), más conocidas como ‘alis’, comenzaron una macro redada en el campamento del Gurugú. El campamento de Camerún, el más bajo en la ladera de la montaña, sufrió el peor ataque. Todas las tiendas, mantas y ropas fueron quemadas, los migrantes fueron detenidos en masa, y se disparó la violencia. Las comunidades de malienses, los wolof, guineanos o nigerianos, corrieron la misma suerte en mayor o menor medida. Según testimonios de los presentes, un menor en su huida se despeñó por un barranco. Algunos dicen que se partió la columna, otros que murió. Lo cierto es que no se ha vuelto a saber de él y el cuerpo ha desaparecido.

Alrededor de las 7.30 de la mañana las fuerzas auxiliares abandonaban la montaña para acudir a la zona fronteriza, donde se estaba produciendo un intento de salto protagonizado por un grupo de subsaharianos, en su mayoría costamarfileños. De ellos, 36 lograron penetrar en Melilla y escapar de la Guardia Civil, y decenas fueron atrapados y devueltos en caliente. En total, los militares marroquíes fletarían cinco buses con detenidos en la valla esa noche.

El miércoles estuvo tranquilo, muchos migrantes huidos comenzaron a reagruparse en el Gurugú y se produjeron los primeros contactos con el exterior para saber qué estaba pasando. La comunidades sobrevivientes, principalmente unos centenares de Mali y Costa de Marfil, se apresuraron a reconstruir sus cabañas.

Pero de poco sirvió. La calma solo precedía a la tempestad que se avecinaba. La madrugada del jueves las tropas marroquíes volvieron y se llevaron a todos los que habían quedado, y en los días siguientes quemaron los campamentos. Se elevaron sendas columnas de humo que podían verse desde Melilla. No solo el Gurugú sino también en los pequeños campamentos escondidos en las inmediaciones de Farhana, la aldea marroquí al oeste de la ciudad autónoma, fueron devorados por las llamas.

El pánico se iba apoderando de las comunidades subsaharianas por toda la línea costera hasta Tánger, donde varias decenas de subsaharianos también fueron detenidos en la calle. No se sabe si aquello formó parte de una estrategia más grande o si solo se trataba de intimidar y acosar aleatoriamente.

El viernes 13, el miedo se materializó y el resto de los campamentos de las provincias de Nador fueron atacados, principalmente los de Afra, Baquoya y Bolingo, este último el más grande de los tres y poblado principalmente de mujeres, familias y niños. Muchas mujeres embarazadas y heridos fueron llevados al hospital y liberadas a las pocas horas. Solo respetaron las cabañas de las mujeres. Las demás, incluidas las que guardaban ropa y comida, serían destruidas.

Deportadas

En un primer momento, las personas fueron trasladadas al camping de Kariat Arkmane, a unos 20 kilómetros de Nador, desde donde tras ser identificados y fichados, fueron enviados a diferentes ciudades, principalmente del sur de Marruecos. En Errachidia, Goulmina, El Jadida, Safi, Kelaat, Sraghna, Chichaoua, Tiznit, Essaouira, Youssoufia, Agadir, Ouazazate o Beni Melall se levantaron algunos de los principales, si bien la ONG marroquí GADEM eleva a 18 el número de centros de detención funcionando a día de hoy. Es difícil hacer el cálculo, pero en total los detenidos rondarían el millar y medio de subsaharianos, hombres y mujeres, de todas las nacionalidades, entre las que destacan en número senegales, malienses, nigerianos, congoleños, cameruneses y marfileños.

En el camino al sur se sabe que por lo menos un autobús lleno de cameruneses logró amotinarse, deshacerse de los militares y huir, pero también sabemos que intentos similares en otros autobuses han fallado y la represión se ha cebado con ellos.

Las informaciones sobre lo que pasa en los campos de detención llega con cuentagotas y solo a través de los propios migrantes que hablan con sus móviles a escondidas. Los primeros días hubo una calma tensa. Casi todos los testigos coinciden en denunciar que se les entregó papeles para su regularización obligándoles a que los firmen ante la amenaza de ser deportados si no lo hacen. Pero conforme avanzaron los días aumentaron las denuncias de falta de alimentos, salubridad y atención médica a los heridos, a lo que se une el frío. El estrés crece entre y los migrantes denuncian estar prisioneros sin haber cometido delito alguno.

A pesar de los intentos, las autoridades han denegado el acceso a estos centros a ONG como la Asociación Marroquí de los Derechos Humanos (AMDH) o el institucional Consejo Nacional de los Derechos Humanos (CNDH). Quienes si fueron invitados a Nador y a los centros de detención fueron diversos embajadores y representantes de varios países africanos, lo que muchos interpretan como un claro movimiento en aras de deportar los migrantes a sus países. Por el momento, y aunque en muchos campamentos les aseguran que les liberarán en cuanto firmen los papeles, sabemos que por lo menos dos autobuses han partido dirección Mauritania y han sido rechazados en la frontera por las autoridades de este país.

Algunas voces expertas como la de Helena Maleno dieron la voz de alarma ante la posibilidad de que el gobierno marroquí se dispusiera a abandonar a los migrantes en el desierto, como ya había pasado en las deportaciones del trágico año 2005, pero parece que el gobierno alauita se ha tomado muchas molestias en dar a esta campaña de deportación un barniz más humanitario, regalando ropa y comida a los migrantes, dentro de la nueva imagen de respeto con los Derechos Humanos que es Estado marroquí pretende dar cara al exterior.

A pesar de esto, las vulneraciones de derechos son múltiples. Además de del derecho internacional, la ONG Gadem denuncia que en esta operación Marruecos ha violado varias de sus propias leyes, incluyendo la detención de menores, la ausencia de una evaluación individual caso por caso o la detención de personas durante más de 24 horas sin alegar razones.

En un comunicado de primera hora de la tarde del miércoles, el Ministerio del Interior marroquí ha informado de que la operación «se ha desarrollado en buenas condiciones» y «ha permitido la liberación de varios inmigrantes, sobre todo mujeres y niños, que vivían en el bosque en poder de las redes de trata de seres humanos». También aseguraba que las labores de limpieza de campamentos irregulares seguirán su curso y otros campamentos han recibido amenazas.

Responsabilidades

Varias pistas conducen a adivinar quién esta detrás de esta macro operación multimillonaria. Curiosamente, la represión ha sido mayor cuanto más cerca a la ciudad de Melilla, siendo los campamentos de Farhana y Gurugú los que han sufrido mayor destrucción. No hay que olvidar tampoco que el propio delegado del Interior ha insistido en su discurso en que los saltos a la valla eran ya diarios y que no se iba a permitir más la existencia de campamentos de migrantes en las inmediaciones de las fronteras con Europa.

Un camerunés que prefiere mantenerse en el anonimato declaraba desde el campo de Kariat: «Las autoridades nos dicen que nos será concedida la residencia en Marruecos y que la UE esta pagando sumas millonarias para financiar nuestra regularización».

No es nada nuevo. Multitud de organismos como Migreurop y colectivos como Prodein, Caminando Fronteras o la Campaña Estatal por el Cierre de los CIE llevan mucho tiempo denunciando la «externalización de fronteras», proceso por el cual España y los países de la UE están pagando grandes sumas de dinero en diferentes formas a países periféricos para que controlen los flujos migratorios que se dirigen a Europa. Marruecos es el primer receptor mundial de ayudas al desarrollo provenientes de la UE, pero también hay tratos con países como Mauritania o Senegal.

Sin ir más lejos, la ministra delegada de Asuntos Exteriores, Mbarka Buaida, reconoció ya que la Unión Europea da a Marruecos unos 10 millones de euros «para acompañar el proceso financiero» de la regularización de inmigrantes. Sabemos también que el pasado 14 de enero se celebro en Rabat el III Foro Parlamentario Hispano-Marroquí en el que la migración fue uno de los ejes centrales, solo dos semanas antes de que la campaña de deportaciones empezara.

Otras pistas nos llevan más lejos. Sabemos por ejemplo que el rápido acceso de las tropas auxiliares y gendarmería marroquí al Gurugú para llevar a cabo las macroredadas fue posible gracias a un camino que atraviesa el monte y que ha venido construyéndose en los últimos dos o tres meses. Según testimonios de varias personas migrantes, hace más o menos cinco meses, después o durante una redada en el monte, una autoridad de la policía militar de Farhana les dijo que el Gurugú lo iban a transformar en un campamento militar para las tropas auxiliares. Esto indica que España y Marruecos pueden llevar tiempo planeando esta macrooperación de deportación y limpieza de «fronteras».

Por su parte, el Comisario de Inmigración Dimitris Avramopoulos ha negado que los fondos de la UE se utilicen para esta operación y desmarcándose de lo sucedido ha dicho que trasladará a Marruecos su grave preocupación por los abusos policiales contra los migrantes. La duda ahora es saber qué planea hacer Marruecos con todos los migrantes en proceso de regularización, y si van finalmente a obtener la residencia marroquí, ya que las posibilidades de obtener trabajo en Marruecos son pocas, y la mayoría no quiere quedarse. Abdul contesta a esa pregunta: «¿Tu pedirías asilo en un país donde no eres libre, no puedes tener hijos, no puedes casarte, no puedes nada?»

Para Jose Palazón, presidente de Prodein, «solo se trata de otra maniobra de distracción de Marruecos para limpiar las fronteras europeas y cobrar el dinero que Europa le paga por hacer el trabajo sucio. Luego, cuando se cansen, los dejarán irse a cualquier bosque otra vez, donde no molesten, y vuelta a empezar. España y Marruecos funcionan como una mafia», sentencia. Aunque la represión se ha paralizado repentinamente esta semana, otros campamentos de migrantes como los que rodean Ceuta han sido ya amenazados por la policía. «Esta operación no va a parar a nadie», añade Palazón. «La vía represiva no es efectiva y la historia lo ha demostrado».

Efectivamente, la madrugada del 19 de febrero han entrado 30 subsaharianos en un salto, de un grupo de más de cien. El resto han sido detenidos por los militares marroquíes y se desconoce su paradero. Es el primer salto desde que comenzaron las deportaciones. Se desconoce cómo han logrado burlar los controles para llegar a la valla y de qué campamento vienen, pero son la prueba viviente de que no hay obstáculos que pueda frenar la voluntad de quien ha atravesado mares y montañas para exigir el derecho que a todos los demás nos es concedido: la movilidad por un mundo que cada vez nos queda más pequeño.

Fuente: https://www.diagonalperiodico.net/global/25799-esta-pasando-la-frontera-sur.html