Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Las inquietantes advertencias del ex embajador de EE.UU. en Túnez, Robert Godec, en un cable confidencial de la embajada sobre el aliado norteafricano de su nación en 2008 y 2009 son todavía más sabrosas polítcamente si se leen con el trasfondo de los eventos que se desarrollan en ese país.
«Túnez es un Estado policial, con poca libertad de expresión o asociación, y serios problemas de derechos humanos», dijo Godec.
Y en otro pasaje:
«El problema es obvio: Túnez está gobernado por el mismo presidente desde hace 22 años. No tiene sucesor. Y aunque el presidente Ben Alí merece crédito por seguir muchas de las políticas progresistas del presidente Burguiba, él y su régimen han perdido el contacto con el pueblo tunecino.
«No tolera consejos o críticas, sean interiores o internacionales. Se basan cada vez más en la policía para el control y se concentran en conservar el poder. Y la corrupción en el círculo íntimo aumenta. Incluso los tunecinos comunes y corrientes se dan cuenta de ello, y el coro de quejas aumenta. Los tunecinos sienten antipatía, incluso odio, por la primera dama Leila Trabelsi y su familia. En privado los opositores del régimen se burlan de ella; incluso los cercanos al gobierno expresan su disgusto ante la conducta que se le achaca.
«Mientras tanto, la cólera aumenta ante el alto desempleo y las desigualdades regionales en Túnez. Como consecuencia, los riesgos para la estabilidad a largo plazo del régimen aumentan.»
A pesar de estas advertencias del embajador, nunca se dio a entender que EE.UU. emprendería alguna acción contra el gobierno, ni siquiera una reducción de la lucrativa relación de negocios entre las dos naciones.
Elección cuidadosa de sus palabras
Ahora, cuando el país hierve de fervor político después de esa cadena de eventos que emergió orgánicamente de la juventud, aunque elige cuidadosamente sus palabras, la superpotencia ha respaldado a los manifestantes.
«El pueblo de Túnez ha hablado», dijo el funcionario del Departamento de Estado PJ Crowley. Apoyando el movimiento que derrocó a Zein El Abidine Ben Alí, Crowley dijo que EE.UU. espera «una transición genuina a la democracia», implicando, claro está, que para empezar nunca hubo democracia.
Vale la pena rebobinar y notar algunas palabras selectas que el ex secretario de Estado Colin Powell dijo sobre el país cuando lo visitó en diciembre de 2003.
«Nuestra relación bilateral es muy, muy fuerte», dijo Powell. «Somos grandes admiradores de Túnez y del progreso que se ha logrado bajo el liderazgo del presidente Ben Alí»
Sólo días antes de su viaje, Human Rights Watch había instado a Powell en un comunicado de prensa a que presionara al país por las violaciones de los derechos humanos.
Y sólo unos pocos meses antes, en febrero de ese año, hizo su famosa presentación ante la ONU, de la justificación para invadir Iraq.
Después de su actuación impresionante enumerando las pruebas concluyentes de las armas de destrucción masiva de Sadam Hussein, y sus incuestionables vínculos con al-Qaida, Powell completó el espectáculo acercándose a la conclusión de su discurso con lo siguiente:
«Amigos, ha sido una presentación larga y detallada y les agradezco su paciencia. Pero hay otro tema que quisiera mencionar brevemente, y debe ser un tema de profunda y continua preocupación para este consejo: Las violaciones de los derechos humanos por parte de Sadam Hussein.»
«Liderazgo constructivo»
Una visita a Túnez del secretario de defensa Donald Rumsfeld en febrero de 2006 es aún más reveladora:
«Tenemos una relación larguísima con Túnez», señaló Rumsfeld después de las reuniones.
«Túnez es una nación musulmana moderada que ha presentado y presente actualmente un liderazgo muy constructivo en el mundo. La lucha que tiene lugar dentro de esa fe es seria, importante. Hay una pequeñísima cantidad de extremistas violentos de un lado contra una mayoría amplia, abrumadora, de gente moderada.»
Y respecto a aquellos dentro de la elite gobernante que los funcionarios estadounidenses llamaron «La Familia» en una de las filtraciones de WikiLeaks, quienes se decía que estaban por encima de la ley en el país, Rumsfeld hizo una brillante referencia: «Han demostrado, si uno observa este exitoso país… la capacidad de crear un entorno acogedor para las inversiones a las empresas y para las oportunidad de su pueblo». No suena exactamente como el tipo de país cuya desesperación económica llevaría a la autoinmolación.
Habló de «una cooperación militar y diplomática muy constructiva» entre las dos naciones.
«Nuestras dos naciones han sido atacadas por violentos extremistas, de modo que conocemos bien los riesgos que conlleva la lucha que estamos librando.
«Túnez ha sido desde hace tiempo una voz importante de moderación y tolerancia en esta región, y ha jugado un papel clave en la confrontación contra los extremistas no sólo dentro de este país, sino también en la zona».
La agencia de noticias Associated Press citó a Rumsfeld diciendo que Túnez era una «democracia» pero que se movía «a ritmos diferentes» en los ámbitos social, económico y político.
Todos esos ámbitos se mueven actualmente a un ritmo tan acelerado, que podría ser la hora de volver a evaluar las ventajas y desventajas geopolíticas, si la estabilidad vence a la democracia -a pesar de predicar la santidad de esta última- y se asocian contra los tipos más malos que haya en plaza en función del interés nacional, sin que importe cómo se trate al propio pueblo cuya libertad pretenden defender.
¿Qué pasó con ese agradable país democrático del que nos hablaban Rumsfeld y Powell?
Fuente: http://blogs.aljazeera.net/
rCR