Traducido por Gorka Larrabeiti
Quince soldados muertos y 72 tomados como rehenes. Tras un golpe de mano espectacular, los rebeldes del Movimiento Nigerino por la Justicia (MNJ) han dado a entender al gobierno de Niamey que tienen toda la intención de que les tomen en serio. Inesperado y fulgurante, el ataque del viernes contra un cuartel militar ocurrió en Tezerzeit, una localidad situada en el Air, macizo montañoso que domina el desierto de Teneré, en el norte de Níger. Ayer, una delegación de la Cruz Roja Internacional obtuvo la autorización para acercarse al lugar y visitar a los heridos, algunos de ellos graves.
Salidos en cierto sentido de la nada el pasado febrero, los guerrilleros del MNJ han ido señalando su presencia mediante una serie de golpes de efecto: ataques a convoyes militares, un asalto al aeropuerto de Agadez, principal ciudad del norte de Níger, y una incursión dentro de una mina de uranio cercana a la ciudad de Arlit explotada por la sociedad francesa Areva. Han acusado en más de una ocasión al gobierno de Niamey de mantener el norte del país en el abandono más total, sin servicios ni infraestructuras. Le acusan también de responder a las demandas de la población con una militarización cada vez mayor de la región, rica no sólo en uranio, sino acaso también en petróleo (técnicos chinos están llevando a cabo prospecciones en Teneré).
El gobierno nigerino, a su vez, ha intentado hasta hoy minimizar la extensión de la rebelión -que cuenta con fuertes apoyos en toda el área tuareg- acusando a los guerrilleros de ser «simples bandidos». Probablemente la acción del viernes, la más sangrienta desde el fin de la revuelta tuareg de 1995, no sea sino una reacción a unas declaraciones del presidente Mamadou Tandja, quien sólo dos días antes había dicho que la inseguridad creciente en la región septentrional del país se debía a «bandidos, traficantes de droga y de armas». Sin embargo, la debacle sufrida, un cuartel entero en jaque, constata la evidencia de una realidad más compleja y tal vez obligará a Niamey a buscar una negociación con los grupos armados, que disponen de una potencia de fuego considerable.
¿Pero cuáles son las reivindicaciones de los rebeldes? A través de comunicados que publican en su sitio web, los líderes del MNJ piden «un reparto mejor de las riquezas del uranio, de las cuales la población local no se beneficia mínimamente». El grupo francés Areva disfruta de la contrata y de la explotación del uranio desde la independencia. El uranio de la región de Arlit representa una de las principales partidas de exportación del país subsahariano (es el tercer productor mundial). El MNJ pide que el precio de venta del mineral se revise al alza y que el gobierno reparta el pastel con los habitantes del norte, donde se encuentran las minas. Al mismo tiempo, quieren evitar que el gobierno central recaude las ganancias del petróleo que pudieran encontrar los chinos en su región. La lucha del MNJ -por desconocida que sea todavía- es una muestra más de una proliferación de grupos militantes en regiones africanas ricas en recursos y materias primas. Se puede apreciar una línea de acción y de objetivos comunes entre el MNJ, los grupos rebeldes activos en el Delta en Nigeria y el ONLF (Ogaden National Liberation Front), que el pasado mes de abril lanzó un asalto contra una instalación china de prospección en el que murieron74 personas. Dejando a un lado las diferencias ambientales, el esquema es más o menos similar: los rebeldes la tienen tomada o con los militares o con los trabajadores de las compañías extranjeras, y reclaman una coparticipación en la gestión de unos recursos que hasta el momento sólo han beneficiado a los líderes políticos del gobierno central.
Fuente: http://www.ilmanifesto.it/Quotidiano-archivio/27-Giugno-2007/art52.html
Traducido por Gorka Larrabeiti, miembro de Cubadebate, Rebelión y Tlaxcala . Este artículo se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y citar a sus autores y la fuente.