Traducido del francés para Rebelión por Marina Almeida
Durante más de 40 años, Gadafi logró sofocar eficazmente cualquier expresión de independencia política. Hasta tal punto que, cuando la insurrección líbia comenzó a liberar del poder del dictador las primeras ciudades, los consejos revolucionarios nacionales, que se hicieron cargo de la gestión de la vida cotidiana en Tobruk, Al-Bayda o Bengasi, tuvieron que solicitar la colaboración de hombres de negocios locales, exmilitares, profesores, científicos de la universidad Garyounis de Bengasi, juristas y miembros de los movimientos estudiantiles y juveniles.
La primera reunión conjunta de los representantes de los consejos de varias ciudades de Libia libre tuvo lugar el 24 de febrero en Al-Bayda. Mustafá Abdul Jalil, de 59 años, presidió los debates. Jalil había ocupado el puesto de ministro de Justicia en los gobiernos de Gadafi desde 2007 hasta los primeros días de las manifestaciones contra el régimen, que fue cuando se unió a la insurrección. En ese momento los rebeldes restablecieron oficialmente la bandera roja, negra y verde (con una media luna y una estrella en el centro de la banda negra) que había sido la bandera de Libia antes de la accesión al poder de Gadafi en 1969.
Al-Bayda es la ciudad natal de Jalil, quien, a pesar de sus vínculos con el régimen, ha gozado de gran estima por parte de los libios durante mucho tiempo antes de la insurrección. Se dice que Jalil se había asociado al sector reformador, que criticaba públicamente a las autoridades y que amenazó con dimitir en marzo de 2010, lo cual hubiera asestado un duro golpe al proyecto de distensión y democratización gradual promovido en Occidente y en Libia por el hijo del dictador, Saif al-Islam.
En 2010, Human Rights Watch y Amnesty International publicaron opiniones favorables a propósito de Jalil por su pugna pública contra la práctica de detención prolongada de presos sin proceso judicial, detenidos durante mucho tiempo incluso después de haber purgado una pena provisoria. Se dice que la policía política ha practicado el encarcelamiento sin proceso con el objetivo de sabotear las medidas reformadoras de Jalil.
Jalil fue quien presidió el Consejo nacional provisional inaugurado oficialmente el 5 de marzo en Bengasi cuando los insurrectos decidieron que precisaban un órgano de representación común para, entre otras cosas, las relaciones exteriores. El Consejo designó al Estado libio con una nueva denominación, «la República libia», mientras que la denominación oficial del Estado creado por Gadafi es «Gran Yamahiriya Árabe Libia Popular y Socialista».
El Consejo proclamó que era la única representación legítima del pueblo libio y oficialmente está compuesto de 31 miembros, aunque para preservar sus vidas sólo diez se han dado a conocer públicamente. Los miembros restantes, que representan a las regiones que siguen bajo el control de Gadafi o a las regiones en las que hay combates (como Misrata), no asisten en persona a las reuniones del Consejo. Por razones de seguridad -Gadafi prometió una enorme recompensa por la captura de Jalil- las reuniones son clandestinas y ni siquiera se sabe si se realizan en Bengasi o en Al-Bayda, ciudad un poco más segura.
La voz oficial del Consejo es Abdelhafed Ghoga, uno de sus miembros y principal portavoz en las relaciones con la prensa ; es jurista y defensor de los derechos humanos y está en contacto directo con los medios de comunicación en Bengasi.
También forma parte del Consejo Zubiar El-Sharif, ex preso político encarcelado durante 31 años, la pena más larga que jamás se haya purgado en Libia, así como Fathi Tirbil y Salwa Fawzi El-Deghali, dos reconocidos juristas de Bengasi que representaban ante los tribunales a las familias de los presos asesinados en la matanza de la cárcel de Abu Salim en 1996 -en aquella época, la policía política asesinó a más de 1.200 personas-; dichas familias reclamaban información sobre los lugares donde habían enterrado a sus familiares. La detención de Terbil, a principios de febrero del corriente año, fue una de las causas directas de las manifestaciones contra el régimen en Bengasi.
El Consejo nombró como «Ministro de Defensa» con el grado de general al coronel Omar Al Hariri. Hariri había apoyado a Gadafi en 1969, cuando este último derrocó a la monarquía. Sin embargo más tarde, en 1975, Hariri participó en los preparativos del plan de derrocamiento del dictador, lo que le valió 15 años de cárcel y una condena a muerte que no se ejecutó. Habiéndosele atenuado la pena en 1990, Hariri fue asignado a residencia hasta los primeros días de la insurrección. Hariri y el portavoz del Consejo, Abdelhafed Ghoga, son los dos miembros de la dirección de la insurrección a quienes se puede ver en los lugares públicos de Bengasi.
En los asuntos militares, a Hariri le asiste el general Abdul Fatah Younis, un muy influyente exjefe del Ministerio de Gobernación, que se pasó al bando de la sublevación en los primeros días de la revolución. El pasado de Younis suscita mucha desconfianza entre numerosos rebeldes, sin embargo se atribuye a su influencia la reciente decisión de los militares en las bases situadas cerca de Bengasi, quienes desde el principio se posicionaron categóricamente del lado de la insurrección. Abandonando su papel de observadores pasivos cuando el frente de batalla se aproximaba a Bengasi, hicieron despegar varios aviones y enviaron al frente tanques y vehículos militares. Esto mermó un poco la contraofensiva de Gadafi e hizo que Bengasi pudiera resistir hasta la resolución del Consejo de seguridad de la ONU y la intervención de Occidente.
Además, el Consejo nacional provisional nombró a dos representantes para las relaciones exteriores. En primer lugar a Mahmud Jibril el-Werfali (oficialmente Jefe de la «junta ejecutiva», un casi gobierno constituido progresivamente por el Consejo), el cual preparaba reformas en la administración económica de Libia antes de la insurrección. En segundo lugar a Ali Aziz Al Issawi (oficialmente «representante de relaciones exteriores»), quien fue ministro de Economía y dimitió de su puesto de embajador en la India para unirse a la revolución en los primeros días de las manifestaciones contra el régimen. […] El Consejo ha anunciado su intención de cumplir los contratos comerciales firmados por Libia -aunque éstos serían revisados jurídicamente a fin de que el dinero no llegue, por ejemplo, al clan de Gadafi-; e incluso está dispuesto a otorgar una compensación financiera a los grupos petroleros que trabajaban con los libios y sufrieron pérdidas como consecuencia de la guerra civil.
Traducción del original polaco al francés de Stephan Bekier
Tomasz Bielecki, es en enviado especial en Bengasi del periódico polaco Gazeta , 22-03-11
Fuente: http://wyborcza.pl/1,75477,
rCR