La primera votación libre de la historia reciente de Egipto, efectuada el sábado 19 para refrendar reformas a algunos artículos constitucionales, contó con un abrumador apoyo popular, pero también operó como agente polarizador de la opinión pública. «El entusiasmo con el que participó la gente en el referendo mostró que el espíritu de la revolución […]
La primera votación libre de la historia reciente de Egipto, efectuada el sábado 19 para refrendar reformas a algunos artículos constitucionales, contó con un abrumador apoyo popular, pero también operó como agente polarizador de la opinión pública.
«El entusiasmo con el que participó la gente en el referendo mostró que el espíritu de la revolución del 25 de enero está vivo», afirmó un comunicado divulgado el lunes 21 por la Coalición para la Revolución Juvenil.
El 25 de enero comenzaron manifestaciones masivas en reclamo de democratización, que desembocaron el 11 de febrero en la dimisión del presidente Hosni Mubarak (1981-2011). «Pero los comicios se vieron marcados por cierto grado de polarización y división religiosa que amenaza la unidad nacional, que fue la marca característica de la revolución». agregó.
Las reformas constitucionales aprobadas –que incluyen cambios en ocho artículos, la adición de dos nuevos y la eliminación de uno- fueron concebidas para liberalizar el proceso electoral.
Entre otros aspectos, se facilitan los requerimientos para las postulaciones presidenciales, se establece que el presidente no puede gobernar más de dos períodos y se pone el proceso electoral bajo supervisión judicial.
Las elecciones parlamentarias se celebrarán en junio y las presidenciales en agosto.
El nuevo artículo constitucional mandata al próximo parlamento que emerja de las urnas a conformar un comité de 100 miembros para que redacte una nueva Constitución en un plazo de seis meses.
Los resultados del referendo, anunciados el domingo por la noche, indican que 14 millones de ciudadanos -77 por ciento de los que asistieron a votar-aprobaron las reformas, mientras medio millón de votantes, o 23 por ciento del total, las rechazaron.
La concurrencia a las urnas fue también extraordinaria para Egipto: 41 por ciento de los 45 millones de electores. En los comicios parlamentarios de 2010, caracterizados por denuncias de fraude electoral, votaron menos de 10 por ciento de los habilitados.
«En los últimos 20 años asistí a votar, pero con la conciencia intranquila», dijo a IPS Mohammad Salem, un empleado público de 55 años que supervisó la votación en un circuito en El Cairo. «Pero con este referendo sentí, por primera vez, que estaba haciendo algo bueno para el país».
Según analistas políticos, la mayoría de quienes votaron en contra lo hicieron porque quieren una Constitución completamente nueva, mientras los que apoyaron las enmiendas buscaban preservar el artículo segundo de la actual carta magna.
Ese artículo sostiene que «el Islam es la religión del Estado» y que la ley islámica constituye «la principal fuente de la legislación».
«Nos opusimos a las reformas porque queremos una nueva carta magna», dijo a IPS el director del Instituto de Estudios en Derechos Humanos de El Cairo, Bahy Eddin Hassan. «La actual Constitución da al presidente poderes absolutos y reduce el parlamento a una mera vidriera, sin importar quién ejerza la mayoría».
Hassan criticó también al comité elegido para redactar estas reformas, que «no permitió un debate nacional sobre la naturaleza de los cambios ni otorgó tiempo suficiente -menos de un mes-para discutir y entender los asuntos complejos que involucran».
Como la mayoría de los que votaron en contra, Hassan prefería que los comicios se pospusieran al menos un año para permitir que los partidos se establezcan y promuevan sus plataformas políticas.
Tal como están las cosas, la Hermandad Musulmana representa hoy la única fuerza política con la capacidad organizativa necesaria para competir con éxito en las elecciones nacionales.
Hafez Abu Saeda, presidente de la Organización Egipcia por los Derechos Humanos, con sede en El Cairo, cree que la religión jugó un «papel preponderante» en la forma en que la gente sufragó en el referendo.
«Quienes apoyaron las reformas representan sobre todo la tendencia islámica, mientras quienes votaron en contra son mayoritariamente cristianos coptos y laicos», dijo Abu Saeda a IPS.
La afirmación se corrobora al hablar con los votantes. Islam Lutfi, de 33 años y miembro del ala juvenil de la Hermandad, votó como sus amigos «más que nada para preservar el artículo segundo», dijo a IPS.
«Cuando los cristianos se movilizaron contra los cambios propuestos para ‘evitar que los musulmanes tomen el país’, y las iglesias embarcaban a los feligreses en autobuses rumbo a los centros de votación, muchos islámicos renuentes a participar se volcaron en masa a apoyar las reformas», dijo Lutfi