Después de la muerte de cinco policías, el movimiento Las Vidas Negras Cuentan está bajo ataque, pero este no ha detenido su regreso a las calles.
La muerte de dos hombres negros a manos de la policía, Alton Sterling en Baton Rouge, Louisiana, y Philando Castile en Falcon Heights, Minnesota, horrorizó a gente de todo el mundo y manifestantes salieron a las calles en grandes números en todo el país para proclamar que las vidas negras cuentan.
Sin embargo, con la misma rapidez, un hombre que mató a 5 agentes de policía e hirió a varios más en Dallas, durante una manifestación del movimiento Las Vidas Negras Cuentan (BLM, por sus siglas en inglés), dio a los medios y a las autoridades la oportunidad retirar la atención sobre la epidemia de violencia policial y culpar a quienes se han levantado a protestar.
Micah Xavier Johnson, un veterano afroamericano que sirvió en Afganistán, abrió fuego contra la policía durante una marcha de Las Vidas Negras Cuentan en Dallas el 7 de julio. No hay evidencia, incluso en la confusión inmediata que rodeaba el ataque, de que Johnson estuviera conectado con la protesta.
Pero las autoridades inmediatamente utilizaron la oportunidad para difamar el movimiento, sugiriendo que el ataque era parte de un plan coordinado con la participación de al menos cuatro francotiradores, como la policía afirmó inicialmente, y los medios ávidamente repitieron.
Prestamente, líderes políticos y comentaristas conectaron el movimiento de protesta contra el acoso y la violencia racista de la policía al tiroteo en Dallas, y demandaron que BLM aceptara algún tipo de responsabilidad por el ataque de Johnson.
Típicamente, The New York Times advirtió que «Las Vidas Negras Cuentan enfrenta ahora tal vez la mayor crisis de su corta historia. Está tratando de distanciarse del francotirador afroamericano de Dallas que salió a matar policías blancos, al mismo tiempo que trata de refutar a un coro de detractores que lo acusan de inspirar su ataque mortal».
Por supuesto, ni el Times ni nadie en posiciones de poder hace el mismo llamado a la policía de aceptar responsabilidad colectiva por los asesinatos que ocurren varias veces al día, en todo el país, a mano de sus agentes. En estos casos, se nos dice, se trata de «una manzana podrida».
Chris Cuomo, de CNN, tuvo las agallas de preguntar a Valerie Castile, madre de Philando Castile, sobre su reacción a los eventos en Dallas, sin tomarse la molestia de hacerle ni una sola pregunta sobre la pérdida de su hijo o sobre el desgarrador vídeo capturado mientras él agonizaba.
La afligida madre respondió:
¿Yo? No sé nada acerca de lo que sucedió en Dallas. Mi hijo murió el otro día, y no he dormido en casi 48 horas. Así que no, no he estado mirando la tele, y no puedo responder a eso…
Nadie se ha acercado a mí en cuanto a lo que concierne a [Philando]. De hecho, desde que mi hijo murió, asesinado, ejecutado por la policía de Minnesota, aún no he podido ver su cuerpo.
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LAS DESGARRADORAS imágenes de las muertes de Sterling y Castile, el primero mientras yacía sometido en el pavimento, y el segundo en su coche mientras su novia y su hija de 4 años de edad observaban, trajo a casa una vez más la diaria realidad de la violencia racista de la policía.
Sus muertes, a un día y mil millas de distancia, fueron inmediatamente unidas en la mente de personas en todo el mundo y provocaron una nueva ronda de protestas.
La mayoría fue llamada improvisadamente, a menudo por nuevos activistas siguiendo su instinto de querer hablar en contra del terror policial. Los manifestantes salieron a las calles en ciudades de todo el país, desde Portland, Oregón, donde miles se reunieron en el centro de la ciudad, a Portland, Maine, donde cientos protestaron frente a un cuartel de la policía.
En Oakland, California, donde recientemente acusaciones de abuso sexual y racismo condujeron al despido de tres jefes de policía en cuestión de poco más de una semana, más de 2.000 personas marcharon en la mayor demostración de fuerza del movimiento BLM contra la violencia policial en muchos meses. En un momento dado, un grupo de manifestantes bloqueó la carretera interestatal 880 formando una pared humana.
En Chicago, cientos asistieron a varias manifestaciones, donde después de marchar a través del festival El Gusto de Chicago, los participantes comenzaron a bloquear intersecciones.
En Portland, Oregón, la protesta atrajo a varios miles, pero los manifestantes se vieron obligados a huir por su seguridad, cuando un «activista» de la derecha local, Michael Strickland, quien repetidamente ha intentado provocar a socialistas e izquierdistas, sacó un arma contra los manifestantes antirracistas.
Hubo miles en las calles de Nueva York, incluyendo la joven de 16 años, Lotoya Francis, quien dijo a la revista Time: «Este es el nuevo movimiento por los derechos civiles, y quería ser parte… Estamos mucho más enojados esta vez».
A pesar de la narrativa de los medios de comunicación describiendo al movimiento BLM como una amenaza a la paz, los manifestantes encontraron partidarios entre los espectadores. El chicagüense Greg Tully, cuyo carro quedó bloqueado en la Avenida Michigan, salió de su coche para observar la marcha. «Yo puedo esperar», Tully dijo al Chicago Sun-Times. «Creo que esto es más importante que alguien llegue a tiempo a alguna parte. Están luchando por reconocimiento».
En St. Paul, cientos rodearon la mansión del gobernador, ocupando la calle por días con una pancarta colgada en las puertas proclamando: «Justicia para Philando». En la noche del 9 de julio, los manifestantes ocuparon la carretera interestatal 80 y se enfrentaron a los agentes antidisturbios.
Como era de esperarse, la policía culpó a «agitadores externos» por las protestas. En Louisiana, el sargento Don Coppola, portavoz de la policía, dijo en un comunicado: «Parece que la protesta en la Jefatura de la Policía de Baton Rouge se han vuelto más violenta así como más afuerinos llegan».
Pero según Darren Bowers, cuya novia Ariel Bates fue una de las arrestadas, la policía antagonizó a la multitud. «Ella me dijo que ellos saltaron sobre ella y su prima en el prado,» Bowers dijo al Chicago Tribune. «No estaban en la calle ni nada. La gente está protestando de manera pacífica. ¿Por qué tienen su equipo antidisturbios?»
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LA POLICÍA pudo pasar a la ofensiva en Baton Rouge y en todo el país gracias a la matanza perpetrada por Micah Johnson en Dallas, torciéndola en un acto de violencia vinculado a Las Vidas Negras Cuentan.
La policía de Dallas afirmó inicialmente que hasta cuatro francotiradores estaban involucrados. La policía detuvo a tres personas, antes de silenciosamente dejarlas ir. Como Steven Rosenfeld escribió para Alternet sobre la cobertura de los medios, «el mensaje… fue el estereotipo de una conspiración de francotiradores negros fuertemente armados lanzando una versión doméstica de una guerra racial».
Sólo más tarde las autoridades reconocieron que hubo sólo un tirador, Johnson, quien al parecer dijo a la policía que quería «matar blancos…sobre todo policías». Johnson fue muerto por las Fuerzas Especiales de Dallas, que utilizó una bomba detonada por un robot.
Apenas cuestionada por los medios, la muerte por control remoto de Johnson representa una alarmante escalada de la militarización de la policía. ¿Qué tal si la policía hubiera usado el mismo método contra los otros tres supuestos francotiradores que resultaron ser totalmente inocentes?
«El hecho de que la policía tenga armas como esta, y otras como drones y tanques, es un ejemplo de la militarización de la policía y de la aplicación de la ley, y ésta es la dirección equivocada», dijo la ex presidenta del Gremio Nacional de Abogados, Marjorie Cohn, a Common Dreams.
Mientras tanto, los medios han dicho poco sobre el hecho que Johnson era un veterano de guerra que sirvió en Afganistán. En la era de la «guerra contra el terror,» la violencia imperialista de Estados Unidos a menudo llega casa, siendo por general las familias de los ex soldados, y especialmente los veteranos mismos, las víctimas.
Del mismo modo, los probados hechos de acoso y violencia racista de la policía fueron torcidos más allá de reconocimiento. Un ruin artículo del Washington Post informó que Philando Castile había sido parado por la policía por lo menos 52 veces en los últimos años, y tuvo el descaro de preguntar: «¿Fue perfil racial?»
«[Johnson] recibió al menos $6,588 en multas, aunque más de la mitad del total de 86 violaciones fueron desechadas, según documentos judiciales», reportó el artículo del Post. «¿Fue Castile un especialmente mal conductor o simplemente tuvo mala suerte? ¿O fue él discriminado por oficiales que singularizan a conductores negros como él para pararlos, como varios de los miembros de su familia han alegado? La respuesta puede que nunca se sepa».
¿En serio? ¿Nunca se sabrá? Millones de personas en Estados Unidos conocen la respuesta. Philando Castile fue víctima del racismo, al igual que Alton Sterling, al igual que Freddie Gray, y Tamir Rice, y Sandra Bland, Ramarley Graham, Laquan McDonald y tantos otros a través de todo el país.
La muerte de cinco agentes de policía en Dallas no cambia eso. Como Diamond Reynolds, la novia de Philando Castile que lo vio morir ante sus ojos, dijo a Cuomo, mostrando una increíble moderación: «Esto es más grande que Philando, esto es más grande que Trayvon Martin, esto es más grande que Sandra Bland, esto es más grande que todos nosotros. Así que hoy, sólo quiero justicia para todos».
De hecho, a propia cuenta del Washington Post, 512 personas han sido balaceadas y asesinadas por la policía en EE.UU. en 2016, 24 casos más este año que en el mismo período del año pasado.
Como el joven manifestante de 16 años de edad, Brian Buchanan, dijo al Time mientras marchaba contra la brutalidad policial en la ciudad de Nueva York la semana pasada: «El tiroteo en Dallas es una tragedia, pero también lo es salir de tu propia casa y no sentirte seguro de caminar por la calle».
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Buchanan habla por todos los que nos hemos levantado contra la violencia racista de la policía. Pero ahora, una campaña de difamación en proceso intenta etiquetar al movimiento BLM de racista contra los blancos.
Por ejemplo, la página web derechista Drudge Report anunció en un gran titular «Las Vidas Negras matan». El New York Post se hizo eco con su titular: «Guerra Civil».
Rudolph Giuliani, ex alcalde de Nueva York, calificó el movimiento BLM de «inherentemente racista» y «anti-estadounidense», en una aparición en Face the Nation de CBS. Giuliani trató de restar importancia a la brutalidad policial racista, alegando que el verdadero problema en Estados Unidos es «la violencia entre los negros». «El verdadero peligro para» los niños negros, dijo Giuliani, dando una estadística inventada «99 de cada 100 veces, es otro niño negro que lo va a matar».
Peor fue el locutor de radio, miembro del Tea Party y ex miembro del Congreso, Joe Walsh, que salió a las redes sociales a amenazar con violencia no sólo al movimiento BLM, sino además a Barack Obama. «Ahora, esto guerra», escribió Walsh. «Ten cuidado Obama. Tengan cuidado los matones [sic] de las vidas negras cuentan. La verdadera América se les viene encima».
Si Walsh fuera una persona de color, y el presidente a quien amenazó blanco, él ya estaría en la cárcel ahora. Pero entonces no estaríamos hablando de la «verdadera América «, por lo cual Walsh quiere decir Estados Unidos racista.
Después de la muerte de los policías en Dallas y la furiosa reacción que sobrevino, necesitamos más que nunca luchare contra el ataque ideológico que amplifica la narrativa de los «valientes» policías que «ponen sus vidas en la línea» en busca de silenciar a los que demandamos justicia para Philando Castile y Alton Sterling
En realidad, la ocupación de policía ni siquiera aparece en la lista de los diez trabajos más peligrosos en Estados Unidos. De acuerdo con estadísticas del FBI, 2015 fue, junto al año 2008, el segundo año más seguro para la policía en récor.
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El eslogan repetido en los medios de comunicación, «las vidas azules cuentan», está diseñado para hacer que las vidas negras cuenten menos. Como Natasha Lennard escribió en la revista Rolling Stone:
En la misma semana en que miles de nosotros salimos a la calle para insistir una vez más que las vidas negras cuentan, los acontecimientos en Dallas forzarán la extracción de un número de falsas equivalencias. La primera de ellas es que si decimos las Vidas Negras Cuentan, también debemos decir, en el mismo aliento, las Vidas Azules Cuentan.
No voy a decir las Vidas Azules Cuentan porque no necesita ser dicho. Sabemos esto porque la muerte de cinco agentes esta semana provocó la inmediata respuesta del presidente, al igual que el asesinato de dos agentes en Nueva York en 2014. Así luce cuando cuentas. Si bien las declaraciones del presidente a principios de la semana sobre la muerte de Alton Sterling y Philando Castile fueron sentidas, decenas de hombres negros desarmados son asesinados por policías sin un comentario presidencial. Por ejemplo, la policía de Estados Unidos mató a más de 100 hombres negros desarmados sólo el año pasado. El hecho es que hay demasiadas tales muertes como para Obama hable de ellas una por una; así es como luce no contar en una sociedad.
Los comentaristas y políticos que convenientemente ignoran la muerte de Sterling y Castile y de tantas otras víctimas de la brutalidad policial, o peor aún, sugieren que las víctimas de alguna manera «se lo merecía», debieran ser denunciados en los términos más fuertes y claros.
Castile, Sterling y los cientos otros asesinados por la policía este año no murieron porque no cumplieron con las órdenes policiacas prontamente, o porque se resistieron, o porque fueron hostiles o rudos con la policía. Sus muertes pueden ser atribuidas a un sistema en el que la represión policial va de la mano con el racismo y la discriminación.
En los próximos días y semanas, los que nos oponemos al racismo y a la brutalidad policial tendremos que trabajar aún más duro para construir el movimiento, y combatir las calumnias de los que dicen que nosotros, no ellos, estamos promoviendo la violencia.
Traducido por Orlando Sepúlveda
Fuente: https://socialistworker.org/2016/07/14/resistamos-la-ola-pro-policiaca