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¿Revolucionarios y racistas?

Fuentes: Fortress Europe

Traducido del italiano para Rebelión por Susana Merino

He regresado de Libia el jueves pasado, luego de haber convivido anteriormente durante dos semanas en las montañas de Jebal Nafusa, en la pequeña ciudad de Yefren con los partisanos bereberes y más tarde con los muchachos de Fashlum, el primer cuartel de Tripoli que el 17 de febrero ingresó en el escenario desafiando al régimen de Gadafi. Les pido excusas por escribir con tanta demora, pero esperaba encontrar algún medio periodístico que se interesara en mis textos. Puesto que no lo he encontrado, procedo a obsequiar este relato a la red. Comenzaremos por los temas que más interesan a los lectores de este sitio. Se trata de un relato entre revolución y racismo y sobre el temor a que la liberación de Trípoli se pudiera transformar en un indiscriminado ataque contra la minoritaria ciudadanía negra. A fines de agosto los diarios de medio mundo han vociferado sobre la caza de negros en Trípoli, sobre las redadas y los estupros. Otra es sin embargo la realidad, más compleja y además contradictoria. Hubo excesos, algún arrebato de más era inevitable a partir de un ejército popular de miles de muchachos y de muchachitos todavía bajo el shock por la sangre derramada en la batalla que liberó a Trípoli al costo de centenares de muertos. Violencia y abusos que son siempre condenables. Pero no es ahí en donde termina el relato.

La verdadera cacería se desató en Trípoli en los días inmediatamente posteriores a la batalla que liberó a la capital libia entre el 20 y el 25 de agosto, y fue la cacería de los milicianos de Gadafi. Ya fueran libios o mercenarios. Porque luego de la fuga del rais y de sus hijos en dirección a Bani Walid, parte de las fuerzas armadas leales se dispersaron en la ciudad luego de la retirada de lo que quedaba del antiguo régimen. Incluido un grupo de 350 mercenarios. De los que no se sabe cuantos se mantienen aún en la capital. De este grupo de mercenarios se habla desde julio. Desde cuando el director del hotel Wahat informó a una célula rebelde de Trípoli que había mercenarios en su hotel a cargo del ministerio de asuntos sociales del gobierno de Ghadafi.

Después de una semana de patrullajes e investigaciones casa por casa y luego de que muchos fueron liberados por falta de pruebas se dice que quedan unos 600 prisioneros en toda la capital, entre ellos, altos oficiales, milicianos, voluntarios y presuntos mercenarios.

Las detenciones han afectado a muchos extranjeros – especialmente africanos, pero también a un par de palestinos, un sirio y un ucranio – acusados de formar parte de la milicia de mercenarios que desde febrero han venido sembrando el terror en la ciudad y en el frente, junto a los militares libios. Soldados profesionales, enrolados sobre todo en Niger y Chad, según lo admitido por los mismos mercenarios.

Algunos de ellos lograron huir del campo de batalla y volver sanos y salvos a Niger, a Agadez, donde contaron todo a la prensa nigeriana y francesa. El acuerdo con Ghadafi parece haber sido negociado con uno de los líderes del frente armado de los tuaregs nigerianos. Se habría previsto entregarle a cada combatiente un pasaporte libio y 5.000 euros en efectivo.

Durante mi estada en Trípoli tuve oportunidad de visitar tres centros de detención temporaria (dos escuelas y un gimnasio) y dos hospitales. La mayor parte de los detenidos son libios, la mitad libios blancos y la mitad libios negros. Mientras que entre los extranjeros predominan los oriundos del Chad y de Nigeria, muchos de los cuales tienen la doble ciudadanía libia. La mayor parte de los libios con los que he hablado admitieron que habían participado en los enfrentamientos como voluntarios de las milicias del régimen o también como militares profesionales.

Los motivos que los impulsaron a enrolarse son sin embargo más complejos. La ignorancia, el condicionamiento ideológico y la propaganda del régimen hicieron el resto. Muchos de ellos nos dijeron que estaban convencidos de estar defendiendo a la patria de los terroristas de Al Qaeda y de bandas armadas de mercenarios argelinos y egipcios que querían ocupar Libia-

Entre los prisioneros africanos en cambio prevalecen los que se declaran inocentes. Y probablemente una buena parte lo es de verdad. Algunos no pueden explicar todavía como es que vinieron del Chad a tripoli a mitad de agosto, o sea en plena guerra, o como es que tenían en sus teléfonos móviles videos tomados en el frente o como habían hecho para obtener un pasaporte libio a solo una semana del ingreso a Libia no hablando árabe y en marzo cuando ya se había iniciado la guerra.

Muchas de las personas con las que hablé, milicianos del régimen o presuntos mercenarios, fueron heridos en el frente y se encuentran internados en los hospitales de Tripoli, donde pude verificar que reciben el mismo tratamiento médico que los partisanos libios. Con la diferencia de que cuando terminen su curación irán a la cárcel en espera de un juicio. Quién pruebe no tener nada que ver con las acusaciones será dejado libre, como ya está sucediendo con muchos prisioneros – libios y africanos – injustamente detenidos y que han encontrado testigos dispuestos a dispensarlos. A quién en cambio fuere encontrado culpable puede caberle la pena de muerte. Porque en estos momentos de caos, el riesgo de cometer errores judiciales y de emitir sentencias sumarias con pruebas insuficientes es altísimo.

Un motivo de gran preocupación resulta también el hecho de que hasta ahora el gobierno transitorio está impidiendo a la prensa y a las organizaciones humanitarias independientes el acceso a las cárceles. De modo que es necesario asegurarse que cuando sean restablecidos los permisos para visitar a los prisioneros de guerra, como ya está sucediendo hace meses en Misrata en donde Médicos sin Fronteras han podido asistir a los detenidos. De este modo se podría verificar que los imputados cuentan con la necesaria asistencia legal y que disminuye la posibilidad de sentencias arbitrarias.

Esto es solo una introducción. En los próximos días publicaré en el sitio algunas historias de Trípoli, buscando transmitirles que aire se respira en una ciudad que a pesar de todo está volviendo a la normalidad y cuya economía volverá a circular, sacando de sus escondites a los trabajadores africanos que en estos días permanecen ocultos por temor a agresiones y a represalias. Y será la misma economía junto a la paz recuperada la que limitará la emigración de los extranjeros de Libia hacia Lampedusa Porque como nunca son necesarios para reconstruir el país.

Fuente: http://fortresseurope.blogspot.com/2011/09/rivoluzionari-e-razzisti-uno-speciale.html#more