Vivimos inmersos en un auténtico novum histórico: el cenit estadounidense y el orto chino. Es todo un jeroglífico. En 2009 el presidente Obama visitó China y le ofreció a Hu Jintao formar un super G2 para concertar una «agenda mundial». El Presidente Chino le respondió algo así como: en el mundo somos mucho más que […]
Vivimos inmersos en un auténtico novum histórico: el cenit estadounidense y el orto chino. Es todo un jeroglífico. En 2009 el presidente Obama visitó China y le ofreció a Hu Jintao formar un super G2 para concertar una «agenda mundial». El Presidente Chino le respondió algo así como: en el mundo somos mucho más que dos. El dirigente del Partido Comunista Chino (con 65 millones de militantes) explicó que su país se encontraba en vías de desarrollo, promovía el multilateralismo y no podía aceptar responsabilidades propias de las grandes potencias. Unos años más tarde, la economía china alcanzó un enorme peso en la economía mundial y acumuló un colosal superávit de capital, al grado que en 2014, Xi Jiping efectuó sendas giras por África y América Latina, con un gran carrito del supermercado, donde colocó sus compras de empresas e infraestructura, mientras a la manera de un moderno Hansel y Gretel desperdigaba sucursales de bancos chinos. Durante sus recientes visitas a Pekín y Washington, el presidente mexicano Enrique Peña Nieto -obsecuente con los mandatarios de dichas naciones- pactó diversos acuerdos que pueden interpretarse de manera contradictoria: China y Estados Unidos se disputan acremente México y América Latina, o en contrapunto, han llegado al anhelado G2 e implantan una dominación-en-condominio.
Enrique Peña Nieto abre PEMEX a inversión china
El 13 de noviembre de 2014 el priísta de Atlacomulco exaltó lo obtenido durante su visita de estado a China: el permiso para exportar tequila, zarzamoras, frambuesas y carne de res, al mercado más grande del mundo; la creación de un Fondo Binacional de Inversión iniciado con 2 400 millones de dólares, para invertir en minería, energía, infraestructura y turismo; la autorización para operar en México otorgada al Banco Industrial y Comercial de China (el más grande del mundo); el plan de mejorar los horarios del vuelo México-China; y la conversión de México en el mayor receptor de inversión china en América Latina en biotecnología, ciencia aeropespacial y nanotecnología. Pero sin duda el acuerdo más destacado fue la concreción del Fondo de Energía Sino-Mex entre PEMEX y tres empresas chinas, que recibirá 5 mil millones de dólares para nuevas inversiones de PEMEX (vgr. para la construcción del gaseoducto Los Ramones). La creación del fondo es un acontecimiento económico mundial. Un antecedente importante ocurrió el 6 de abril de 2014, cuando la presidencia mexicana informó sobre la firma de un memorándum de entendimiento entre PEMEX y las empresas chinas Xinxing Cathay International Group Co. Ltd. y China National Petroleum Company (CNPC).
México es parte de la seguridad energética de Estados Unidos
La justa y comprensible preocupación de la opinión pública por los acontecimientos en Ayotzinapa, desdibujó el anuncio de la captura china de PEMEX, ante la cual surge una pregunta crucial: ¿Estados Unidos ve con anuencia o encono la intervención china en la paraestatal mexicana? A partir del Acuerdo para la Prosperidad y la Seguridad para América del Norte (ASPAN), México ha sido considerado parte fundamental de la seguridad energética estadounidense. Por ejemplo, el 3 de mayo de 2013, Obama informó tras su reunión con Enrique Peña Nieto, en Chapultepec, que se habían tratado dos temas cruciales: el Acuerdo Tras-pacífico y la seguridad energética de América del Norte, además celebró los avances realizados en el congreso estadounidense para legislar el Acuerdo Transfronterizo de Hidrocarburos, que permitiría «cooperar» en la explotación de gas y petróleo de las reservas transfronterizas. Posteriormente el 17 de diciembre de 2014 en el marco del restablecimiento de relaciones diplomáticas con Cuba, la Casa Blanca anunció que actualmente no existen límites fronterizos claramente establecidos entre EEUU, Cuba y México. La Casa Blanca señaló que «estaba lista» para invitar a Cuba y México a negociar las coordenadas de los bordes fronterizos en el Golfo de México. PEMEX ha señalado oficialmente que de un total de 52.3 mil millones de barriles del total de la «prospectiva» de reservas mexicana, 29.5 mil millones «se encuentra en el Golfo de México profundo».
China y Estados Unidos: ¿guerra, competencia o G2?
Durante su gira por América Latina realizada en 2014, Xi Jiping anunció la voluntad de su país de invertir directamente 250 mil millones de dólares en la región. Las relaciones con la región son cada vez más intensas como lo muestran los múltiples acuerdos obtenidos en la reciente cumbre de ministros China-CELAC celebrada los días 8 y 9 de enero en Beijing. De acuerdo Guo Cunhai, Directora de Estudios Latinoamericanos, de la Academia de Ciencias Sociales de China, aunque la presencia de su país en América Latina turba a Estados Unidos, lo ha presionado a mejorar sus relaciones con varios países de la región, como ocurrió recientemente con Cuba. De acuerdo a Jin Canrong, profesor de la Escuela de Estudios Internacionales de la Universidad Renmin, China, Estados Unidos se ha visto obligado a realizar un brusco viraje en la relación con América Latina ante la presencia de China, pero actualmente la empieza a tolerar y explora las posibilidades de beneficiarse por las inversiones realizadas en infraestructura y sus efectos en el clima de negocios.
La competencia económica, geopolítica y militar entre Estados Unidos y China es evidente, lo que resulta todo un misterio, es la dirección que tomará esa rivalidad. Por lo pronto en relación a la disputa por México y América Latina parecen configurar tres posibilidades; la franca hostilidad incluso militar (la Universidad de la Defensa de EEUU considera a China el único rival capaz de infringirle una derrota), la competencia intensa, o la explotación mancomunada de la región. Obviamente la variable dorada y por el momento incógnita consiste en saber si los pueblos y gobiernos de América Latina se limitarán a diversificar su dependencia o si aprovecharán el duelo de titanes para incrementar la soberanía de la Patria Grande.
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