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Sadam Husein y la medalla de la que nunca se habló

Fuentes: Rebelión

Han pasado dos semanas desde el ajusticiamiento de Sadam Husein, ordenado por los Estados Unidos, y hasta el momento el gobierno español se ha limitado a tibios lamentos y rechazos por la forma en que murió el exdictador. Zapatero «lamentó» -pero no condenó- un acto de violencia brutal e injusto. Y lo hizo únicamente por […]

Han pasado dos semanas desde el ajusticiamiento de Sadam Husein, ordenado por los Estados Unidos, y hasta el momento el gobierno español se ha limitado a tibios lamentos y rechazos por la forma en que murió el exdictador.

Zapatero «lamentó» -pero no condenó- un acto de violencia brutal e injusto. Y lo hizo únicamente por «coherencia con su posición y la de la Unión Europea contra la pena de muerte». Pues al tiempo reafirmó «el apoyo y la plena voluntad de colaboración con las autoridades legítimas iraquíes, así como su compromiso a favor de un Irak soberano, unido, democrático y estable que permita avances en el proceso de reconciliación y reconstrucción nacional». Es decir, confirmó su aval al gobierno títere impuesto por la fuerza ocupante de Iraq, y a todo el proceso de destrucción y aniquilamiento social, económico y cultural al que está siendo sometido el país.

Pero hay un detalle, quizá simbólico, sobre el que no se habla aunque según la propia legislación española debería haber generado un acto administrativo por parte de altas instituciones del Estado.

En su comunicado del pasado día 30 de diciembre, el gobierno recordó que Sadam «fue responsable de gravísimas violaciones de los derechos humanos» y provocó «situaciones trágicas y de gran sufrimiento» a su pueblo. Pero no hizo mención a que hubo un tiempo en que ese mismo personaje fue amigo de España y por ello condecorado con la más alta distinción que se puede otorgar a un ciudadano extranjero.

Recibido por Francisco Franco y Juan Carlos de Borbón

Fue en 1974. En su visita al Estado español, el presidente iraquí fue recibido por el dictador Franco y por su delfín, y sucesor, Juan Carlos de Borbón. El Gobierno había decido concederle la Gran Cruz de la Real Orden de Isabel la Católica como premio a su «comportamiento extraordinario en beneficio de España». Es decir, como pago simbólico de los 4 petroleros que Sadam había enviado a Franco meses atrás, durante el embargo de la OPEP en 1973.

Aquí se puede ver una entrañable imagen del momento

No fue gran cosa, es cierto. Años después Ronald Reagan le obsequió con unas botas de cowboy fabricadas en oro macizo, y una medalla del senado californiano «a su excelencia Sadam Husein». Pero también es verdad que los yanquis habían armado y asesorado al ejército iraquí para sus ataques masivos contra el pueblo kurdo. Hechos por los que lustros después, Sadam sería condenado y ejecutado. Paradojas de la historia.

Pero lo cierto es que en España, todas esas circunstancias no modificaron en nada la situación de la condecoración. Y al parecer tampoco lo ha hecho la reciente sentencia y muerte del dictador, pese a que legalmente «la persona condecorada con cualquier grado de la Orden de Isabel la Católica que sea condenada por un hecho delictivo, en virtud de sentencia firme, podrá ser privada del título de la misma y de los privilegios y honores inherentes a su condición».

En tal caso la Cancillería de la Orden (el Subsecretario de Asuntos Exteriores) «podrá iniciar la tramitación del correspondiente procedimiento informativo» para que sea retirada a su titular, decisión que será acordada por el Consejo de Ministros de tratarse de la Gran Cruz, como fue en el caso de Sadam [1].

Aunque lo más probable es que, a estas alturas, ni el Gran Maestre de la Orden (Juan Carlos de Borbón), ni el Gran Canciller de la Orden (el ministro de Asuntos Exteriores) vayan a decir nada más al respecto. Y este hecho entre a formar parte de esa amnesia histórica que habrá que sobrellevar mientras no se salden las cuentas, y se haga justicia, con el antiguo régimen y con su prolongación.

Nota:

[1] Real Decreto 2.395/1998, de 6 de noviembre. Artículo 12.