El pasado sábado 6 de julio [de 2024] el general y líder de la junta militar que gobierna Níger, Abdourahamane Tchiani, junto a sus pares el capitán Ibrahim Traoré de Burkina Faso y el coronel Assimi Goita de Malí refrendaron el acuerdo de septiembre del 2023, que dio lugar a la llamada Alianza de Estados de Sahel, lo que se conocerá como la Confederación de Estados del Sahel (AES), que amplia y refuerza ese acuerdo respecto a la colaboración en diversas áreas, entre las que sobresalen los pactos en seguridad y apoyo económico que apuntan a una gestión en común de recursos estratégicos como la agricultura, el agua, la energía o el transporte, facilitar el libre tránsito de personas, bienes y servicios, para lo que se ha planteado la creación de un banco de fomento y una moneda regional.
Si bien esta integración era esperada desde apenas semanas después del golpe militar de Níger en julio del año del 2023, la concreción oficial ratifica y profundiza el movimiento anticolonialista que ya se replica en varias naciones del continente, pero cuyo corazón palpita en el centro del Sahel.
Esta región, que desde 2012 sufre la ofensiva más activa del terrorismo wahabita a escala global por parte de dos grupos el Jama’at Nasr al- islām wal Muslimīn (Grupo de Apoyo al islam y los musulmanes o GSIM) la khatiba más importante con las que cuenta al-Qaeda y el grupo signatario del Daesh para esta región: Estado Islámico del Gran Sáhara (EIGS).
La presencia de dos grupos ya no solo se concentra en estos tres Estados, sino que extienden su presencia a los países ribereños del Golfo de Guinea, Chad e incluso en Nigeria, donde desde unos meses atrás milicianos del GSIM han comenzado a filtrarse por la frontera noreste de país, donde ya operan dos milicias locales, Boko Haram, y tras el cisma de 2015, la Wilāyat Garb Ifrīqīyā (Provincia del Estado Islámico del África Occidental o ISWAP) también conocido como Daesh-Wap, franquicias del Daesh, lo que puede extenderse al brazo de al-Qaeda en Nigeria y precipitar una guerra entre los tres grupos insurgentes, que por diversas causas se encuentran enfrentados. (Véase Nigeria, un nuevo jugador en el conflicto.)
Esta confederación, cuyos actuales dirigentes han llegado al poder tras golpes militares contra gobiernos corruptos y prooccidentales, y que no habían encontrado otra manera de combatir el terrorismo que permitir la instalación de misiones militares de potencias extranjera particularmente de Francia, Estados Unidos y las Naciones Unidas, con lo que se convierten de hecho en una fuerza de ocupación, con gran injería en las políticas económicas y en el diseño de la guerra contra el terrorismo en cada uno de esos países. Se concentraban solo en dar protección a las empresas occidentales para que continúen el saqueo de los recursos naturales como uranio, petróleo, gas natural, oro, fosfatos, entre otros minerales, pagados a precio vil, dinero que mayoritariamente quedaba en los bolsillos de las clases dirigentes; mientras el resto de la población, un total de setenta y dos millones de personas, que se encuentran entre las más pobres del mundo, mientras que literalmente viven sobre inconmensurables yacimientos de riqueza.
En enero pasado los miembros de la AES, ya había anunciado su salida de la Comunidad de Estados de África Occidental (CEDEAO), un instrumento de sujeción, creado en 1975 por influencia de Francia para seguir manteniendo el control económico y político de sus excolonias.
Inmediatamente después del golpe en Níger, la CEDEAO llamó a las naciones que la componente a cerrar las fronteras con ese país, además de imponer fuertes sanciones económicas, mientras que el presidente de la CEDEAO y presidente de Nigeria, Bola Tinubu, planteó la posibilidad de una invasión armada para restablecer en su cargo al presidente depuesto, Mohamed Bazoum.
Aunque este plan nunca se concretó, tampoco no fue desarticulado hasta hoy, más allá de lo que podría significar, ya que las fuerzas militares de la nueva Confederación, tienen un altísimo poder de fuego.
A pesar de que las sanciones económicas se levantaron en febrero pasado, las relaciones entre la AES y la CEDEAO,se han mantenido tensas, pese a los intentos de acercamiento realizados por los presidentes de Senegal y Mauritania
Un futuro confuso
Mientras la Confederación de Estados del Sahel se constituye como un frente activo y dinámico que se ha quitado de encima los vestigios del colonialismo, incluso en el caso de Níger al obligar a Washington a abandonar una recién inaugura base aérea, desde donde el Pentágono esperaba monitorear toda la actividad en esa región, no solo como se dijo originalmente que se establecía para vigilar los movimientos de los terroristas, si no también las actividades chinas, con importantes inversiones económicas en muchos países del continente, y también el accionar de las fuerzas rusas, inicialmente del Grupo Wagner y ahora también efectivos del propio ejército ruso, llamados por Mali y Burkina Faso, ahora también por Níger, para la lucha contra el terrorismo.
El sábado en Niamey el general Tchiani se refirió al nuevo bloque como “el único núcleo subregional eficaz en la lucha contra el terrorismo”, mientras que reprochó a la CEDEAO su falta de implicación en esa lucha. Llamó a convertir a la AES en una alternativa genuina frente a las construcciones regionales artificialmente construidas, por factores externos.
Además de llamar a la colaboración de Rusia, los miembros de la AES también han pedido la colaboración de Turquía e Irán, a los que llamaron “socios sinceros”, lo que, para Estados Unidos e Israel ha sido un verdadero llamado de atención, ya que si Teherán, empieza a jugar en África será una fractura más al bloqueo que el país persa sufre desde 1979. Según algunas informaciones, Níger había comenzado a abastecer de uranio a Irán para su postergado desarrollo nuclear.
Mientras que este domingo 7 de julio se celebró la 65 Sesión Ordinaria de la Autoridad de jefes de Estado y de Gobierno de la CEDEAO en Abuya, capital de Nigeria, cuyo tema central es la constitución del nuevo bloque regional, una verdadera amenaza para su continuidad, según lo expresó el presidente de Senegal, Bassirou Diomaye Faye en la reunión del domingo, donde también fue reelegido Bola Tinubu como presidente del grupo, a pesar de muchos informes en contra. Y que,omo “gran” respuesta a Bamako, Ouagadougou y Niamey solo acordaron imponer la necesidad de visa para los ciudadanos de las tres naciones rebeldes.
A su vez, Omar Alieu Touray, jefe de la Comisión de la CEDEAO, advirtió que los tres países corren el riesgo de sufrir aislamiento diplomático y político, y de perder millones de euros en inversiones, y acerca de que la ruptura también empeorará la inseguridad regional y obstaculizará el establecimiento de una fuerza regional, que inicialmente estaría formada por unos 1.500 hombres y apunta a reunir después unos 3.500 más a un costo de aproximadamente 2.600 millones de dólares por año.
Como si no se recordase que todas esas estrategias de seguridad ya se han implementado y fracasado, como el Grupo Sahel 5 (GS-5) que agrupaba fuerzas de los ejércitos de Mali, Burkina Faso, Níger, Chad y Mauritania para trata de dar una respuesta al terrorismo y que fracasó de manera rotunda más que por el accionar de los muyahidines, por la misma ineficiencia de los mandos militares y el poder político de esos países cuando comenzó a crujir el corazón de África.
Guadi Calvo es un escritor y periodista argentino, analista internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.
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