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XXV aniversario de la muerte del Presidente de la República Popular de Mozambique

Samora Machel, un imprescindible

Fuentes: Rebelión

«Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles». Bertolt Brecht Este año se cumple el XXV aniversario de la muerte de Samora Machel, ocurrida […]

«Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles». Bertolt Brecht

Este año se cumple el XXV aniversario de la muerte de Samora Machel, ocurrida el 19 de octubre de 1986 en una sospechosa catástrofe aérea. Al morir ocupaba el cargo de Presidente de la República Popular de Mozambique y de Presidente del Partido Frente de Liberación de Mozambique (FRELIMO).

Un hombre de extracción muy humilde, nacido en una choza,  como la inmensa mayoría de sus compatriotas. Desde muy joven tuvo una participación destacada en la lucha guerrillera contra el colonialismo portugués, convirtiéndose en el jefe de la misma y líder de todo el pueblo en la lucha por la independencia; como Presidente de la República, tras 500 años de explotación y humillación colonialista, aplicó medidas de carácter socialista que beneficiaron al empobrecido pueblo mozambicano, al que también elevó la autoestima y lo movilizó, con su carisma e integridad moral y política, hacia la construcción de una nueva sociedad.

Fue Samora Machel un antiimperialista, un internacionalista que dio apoyo a la lucha de diversos movimientos revolucionarios y abrigo a numerosos perseguidos de las entonces dictaduras militares latinoamericana.

En el período 1978-80 tuve la oportunidad de verlo de cerca en varias ocasiones. Los internacionalistas cubanos, que fungíamos como asesores técnicos del Ministerio de Agricultura, residíamos en un edificio dentro del área de la presidencia, frente por frente al Palacio Presidencial, al cruce de una calle. Un gran honor para quienes residíamos allí, una enorme muestra de confianza.

Durante esos años, estuve en actos de masas en que intervino, escuché muchas veces su «Canimambo FRELIMO, Canimambo», y constaté su extraordinaria comunicación con el pueblo y de este con él.

También, tuve la oportunidad de visitar ciudades, pueblos y aldeas de todas las provincias del país y observé que gozaba de gran popularidad, era muy respetado y querido.

Su muerte  fue una pérdida irreparable para el movimiento revolucionario del Tercer Mundo y en particular de África. El pueblo mozambicano perdió a su líder y con él las esperanzas de una vida mejor, pues su legado, aún está por cumplirse. Los revolucionarios cubanos perdimos un compañero de lucha, un hermano.

Samora Machel es de los que Bertolt Brecht llamó: «los imprescindibles».

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.