Argelia no ha ido al mercado de la política internacional a cambiar el pueblo saharaui por una mejor relación comercial con Estados Unidos o la Unión Europea
Nunca pensé que el Gobierno español iba a cambiar su política exterior respecto al Sáhara Occidental. Siempre creí que el estatus de Territorio no Autónomo y el derecho a la autodeterminación son principios innegociables en las relaciones internacionales. Cuando vi las imágenes de menores de edad saltando la valla de Ceuta, ante la mirada pasiva de la policía marroquí, llegué a la conclusión que en la política se usan todas las armas, desparecen entonces los principios éticos y morales. Después, se usa el espionaje como herramienta para desestabilizar un país o una organización mundial.
La decisión que tomó Pedro Sánchez es grave y lamentable, arroja al vacío el sacrificio de generaciones de saharauis que han luchado por la libertad de su tierra. No se puede defender la autodeterminación en las Naciones Unidas y después negar ese derecho a favor de una autonomía creíble y realista, presentada por un país que viola los principios básicos de los derechos humanos del pueblo saharaui. No se puede ser marroquí, ni saharaui a la fuerza. Uno debe elegir lo que quiere ser. Los saharauis serán siempre saharauis porque así lo han decidido.
La postura de Argelia después de esta pusilánime decisión en el tema del Sáhara Occidental, no ha variado hasta la fecha de hoy, se ha mantenido desde los tiempos del expresidente Houari Boumédiene hasta el actual Abdelamdjid Tebboune. Argelia no ha ido al mercado de la política internacional a cambiar el pueblo saharaui por una mejor relación comercial con Estados Unidos o La Unión Europea. Argelia no ha negociado con la libertad del pueblo saharaui, se ha mantenido firme en la defensa del referéndum de autodeterminación como solución viable a un conflicto internacional.
No se puede cambiar Ceuta y Melilla por el Sáhara Occidental. Tampoco se puede cambiar Madrid por Paris. Los territorios tienen pueblos y solo la voluntad genuina de los pueblos es la que preserva la soberanía.
Si en 1976 los saharauis sufrimos el bombardeo de Umdragia con napalm y fósforo blanco, hoy se nos quiere invitar a formar parte del Estado genocida que perpetró tan deleznable agresión. Aún recuerdo el testimonio de mi tía Mariam Fal, ella vio a varios niños morir entre las jaimas y muchos huir hacia las montañas. Los crímenes por genocidio siguen vivos en la memoria de los refugiados y exiliados. Las ejecuciones extrajudiciales, el saqueo de las propiedades y el ganado de los nómadas saharauis, son hechos incuestionables. Lo sabe la Audiencia Nacional y el juez Pablo Ruz. El auto del 2015 que condena a varios oficiales marroquíes por crímenes de lesa humanidad, es una prueba clara de la invasión militar del Sáhara Occidental.
España ha quedado atrapada en el Magreb. El Sáhara, Argelia y Marruecos son las tres piezas de este equilibrio político. Por una parte el derecho de los saharauis, las relaciones comerciales con Argelia y la frontera terrestre con Marruecos. Toca mirar con más detenimiento esta parte del mundo. El respeto a las leyes internacionales es tan importante como el respeto a las fronteras. Los saharauis no deben ser sacarificados en el altar de la realpolitik. Un pueblo pacífico y paciente debe ser escuchado.
Argelia siempre ha dado muestras de estabilidad, incluso en los momentos más delicados. No se puede ignorar su posición y la de la Unión Africana en un tema claro sobre la soberanía de un territorio.
El futuro del Sáhara Occidental determinará la suerte de esta región del norte de África y el sur de Europa. Los saharauis serán el caballo de Troya que ignoró Pedro Sánchez y la Unión Europea.
Dice un proverbio saharaui «quien no ha visto el cielo, no se lo muestres». Ignorar el Sáhara y solo ver a Ucrania, demuestra el verdadero rostro de muchos gobiernos. Lecciones como estas se aprenden en cada página que nos enseña la historia.
Fuente: https://www.naiz.eus/eu/iritzia/articulos/sanchez-ante-el-laberinto-del-sahara