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Entrevista a Rafael Burgos sobre "Crema catalana. Amiguismo, corrupción y otras miserias"

«Se pueden establecer analogías esclarecedoras y necesarias que ayudarían a entender por qué el régimen de la transición se encuentra moribundo»

Fuentes: Rebelión

Nacido en Santa Coloma de Gramenet (Barcelona) en 1972, Rafael Burgos es historiador, periodista y, en la actualidad, guía oficial de Cataluña. Ha colaborado en La Vanguardia, RNE y Enciclopèdia catalana. Entre sus publicaciones cabe destacar: Cervantes en Barcelona (Marge Books, ediciones catalana y castellana).   Recientemente ha publicado en Icaria, Crema catalana, un libro […]

Nacido en Santa Coloma de Gramenet (Barcelona) en 1972, Rafael Burgos es historiador, periodista y, en la actualidad, guía oficial de Cataluña. Ha colaborado en La Vanguardia, RNE y Enciclopèdia catalana. Entre sus publicaciones cabe destacar: Cervantes en Barcelona (Marge Books, ediciones catalana y castellana).

 

Recientemente ha publicado en Icaria, Crema catalana, un libro apasionante sobre la corrupción, el amiguismo y los negocios turbios-más-que-turbios. Sobre esta publicación conversamos en esta serie de entrevistas.

***

Nos falta menos. Queda pendiente el caso Pujol pero estamos ya en los compases finales. Nos adentramos en el capítulo ilustrado. ¿Qué es un catalán ilustre? ¿Qué debería ser un catalán ilustre?

Es un juego de palabras. Un recuerdo a los cuadros de personajes destacados de la cultura catalana que formaban parte de la Galería de Catalanes Ilustres en tiempos de la I República. Ahí estaban Pau Claris, Aribau o Guadí. En el caso que nos compete los elegidos son Josep Borrell, Josep Piqué, Felip Puig, Fernández Díaz, Narcís Serra, Miquel Roca o las hermanas Godia. Mejor evitar las comparaciones.

 

-Josep Borrell al lado de Fernández Díaz o Narcís Serra. ¿Está bien ubicado?

-Luego hablamos de él si te parece.

-Los catalanes ilustres, realmente existentes, ¿son muy diferentes de los madrileños ilustres o de los españoles ilustres en general?

-No. En este caso serían los ingredientes de esa Crema Catalana (con la costra correspondiente) aunque la manera de proceder y actuar es la misma en todos los sitios.

-¿Hubo catalanes ilustres que apoyaron al régimen fascista español? ¿Formaron parte de él?

-Sí. Es un tema interesante que ya trataron algunos escritores hace años. Ahí está Los catalanes de Franco de Ignasi Riera o los libros del periodista Mariano Sánchez Soler. Es un tema poco recurrente, algo que me sorprende porque se pueden establecer analogías esclarecedoras y necesarias que ayudarían a entender por qué el régimen de la transición se encuentra moribundo. Las claves están en algunos apellidos como los Lara, Carceller, Lacalle, De la Rosa o Samaranch.

-¿Y por qué crees entonces que es un tema poco recurrente? ¿Se quieren ocultar relaciones o similitudes?

-Siempre se acaba diciendo que hay que mirar al futuro y no al pasado. No es cuestión de coger tortícolis por un exceso de observancia en nuestros antepasados, pero sí tenerlo en cuenta para entender el presente. Sin venganzas ni nada de eso. Simplemente como historiadores o sociólogos. La pregunta es quién no está interesado en hacerlo y por qué. ¿Se tiene algo que ocultar? Es absurdo. Entre otras cosas porque si no lo hacemos nosotros lo harán las generaciones futuras. Es ley de vida.

-Te copio: «Nada tienen que ver con catalanes ilustres como Verdaguer, Claris o Gaudí los prohombres que rigen hoy los designios de Cataluña, cuyos intereses están alejados del bien común y cercanos, en cambio, al bien propio». ¿De quién estás hablando concretamente? ¿No eres muy duro con esos prohombres? ¿No hay mujeres enel colectivo?

-Mujeres, pocas. Ya sabemos que en los altos cargos de dirección existe una especie de techo de cristal. Y respecto a la dureza, simplemente hay que ver lo beneficioso que resultó para muchos de ellos el régimen de Franco. El origen de sus fortunas hay que buscarlas ahí. Uno de los que aunaron todas estas virtudes fue Julio Muñoz Ramonet. Su legado, sobre todo artístico, aún provoca más de un dolor de cabeza al consistorio barcelonés.

-¿Qué dolores de cabeza son esos? Ens fas cinc cèntims per favor.

-Pues el consistorio ha conseguido finalmente hacerse con la herencia de Muñoz Ramonet, según sentencia judicial. Las hijas, no obstante, aún no han entregado las obras de arte más valiosas. Una de ellas ha contratado para llevar el caso a Cristóbal Martell, el abogado de los Pujol, Núñez, Messi o Joaquim Nadal. Nuevamente, otra dilatación judicial.

-¡Qué conjuntos que se construyen en temas judiciales tan significativos! En tu opinión, ¿es Isidre Fainé el gran prohombre entre esos prohombres?

-Supo hacerse un hueco en la banca que despuntaba durante el período en el que el Opus Dei tomó las riendas de la economía franquista. Aún controla la nave. Cuando pasó de director de La Caixa a presidente Fainé recuperó su fondo de pensiones. Ni más ni menos que 24,5 millones de euros. No está nada mal.

No, nada mal, en absoluto, aproximadamente lo que yo ganaría a lo largo de 13 vidas, doce resurrecciones incluidas, trabajando en todas ellas, como va a ser el caso, unos 50 años y (mal)contando además con mi actual salario (no siempre ha sido así desde luego) de profesor-catedrático de Instituto con un porrón de trienios y sexenios.

-Hablas de Macià Alavedra y Lluís Prenafeta en un apartado del capítulo. ¿Qué se ha sabido estas últimas semanas del caso Pretoria?

-Pues que las comisiones que se llevaron fueron bastante cuantiosas. Una red tejida en tres localidades (Sta. Coloma de Gramenet, Badalona y Sant Andreu de Llavaneres) bajo la batuta del empresario Luis García, alias Luigi, y de algún que otro ilustre socialista. El sector negocios de CiU y del PSC en estado puro. Todo ello con sociedades a nombre de las respectivas esposas y que se encontraban en paraísos fiscales. Todos los ingredientes para hacer del caso Pretoria un ejemplo de manual de los casos de corrupción que nos atenazan. Presuntamente, claro.

-Sector de negocios del PSC, dices. ¿Qué sector es ese?

-Es una analogía con respecto al de CiU. Máxime cuando hemos sabido de las buenas conexiones entre Bartomeu Muñoz (ex alcalde de Sta. Coloma de Gramenet) y el empresario Luigi en relación al caso Pretoria, el ínclito Manuel Bustos de Sabadell o, últimamente, el ex secretario de Organización del PSC José Zaragoza en el caso La Camarga o Joaquim Nadal y unos terrenos en Girona de los que habría salido beneficiado el empresario José Manuel Lara.

-¿Qué catalanes tienen cuentas poco corrientes? ¿Hay muchos?

-Bastantes. Algo que sorprende en tiempos de crisis. Ahí está Isak Andic (Mango), Carulla (Agrolimen), Lara (Planeta) o Manuel Lao (Cirsa). Sus ingresos no lo han notado.

-Comentas al fin de este capítulo algunos nombres de la política de estos últimos años. Te pido una síntesis de la síntesis, cuatro líneas como máximo. Empiezo por Josep Borrell. ¿Qué nos puede decir esencial de él en esas líneas?

-Lo llamo el socialisto. Ha sabido aprovecharse de su paso por la política. Un jacobino en estado puro que ha acabado cobrando un sueldo millonario en Abengoa. Por cierto, tuvo que dimitir como presidente del Instituto Universitario Europeo de Florencia al olvidarse de pasarles lo que cobraba por la energética andaluza. Borrell considero que ha sido una gran decepción para mucha gente, sobre todo porque se presentó como azote de la corrupción y se vio salpicado por el caso Hacienda debido a unas amistades poco ejemplares (Josep Maria Huguet y Ernesto Aguiar).

-¿Y por qué afirmas que es un jacobino en estado puro? A Robespierre le llamaban el incorruptible.

-Siempre se le describía como tal, sobre todo por sus paisanos leridanos cuando veían las carreteras que tenían en La Pobla de Segur y cómo, por contra, construía autovías gratis en otras zonas. Respecto a lo de incorruptible, ya hemos visto su salida de la primera línea del PSOE tras conocerse las amistades peligrosas que tenía en Hacienda.

-Pues en lo que respecta al punto de jacobino se le describía mal y no todos dimiten en la forma en que él lo hizo. ¿Y qué nos puedes decir de Josep Piqué?

-Es el camaleón por excelencia. Está en todas las salsas. Vamos, en todos los consejos de administración. Creo que siempre ha tenido claro que la empresa es lo primero y la política viene después. Intentó catalanizar el PPC y salió malparado. A veces hablamos de Felipe González o José María Aznar cuando sale el tema de las puertas giratorias o los puestos en consejos de administración de las grandes empresas. Es Piqué el ejemplo paradigmático. Por encima de cualquiera.

-Sigo con el conseller de Interior… Perdón de Ocupació, Felip Puig.

-Un conseller que debería estar más que amortizado puesto que no son pocos los casos de corrupción que le han salpicado: Adigsa o Palau, entre otros. Ha salido indemne de todos ellos. Su paso por Interior mejor olvidarlo.

-Tienes razón, mejor recordarlo. Hablas de Miquel Roca: ¿por qué un hombre imprescindible?

-Nadie puede obviarlo. Padre de la constitución y prestigioso abogado. Por cierto, otro habitual de los consejos de administración. Primero los negocios y después la ideología. Su agenda de contactos durante su paso por el Congreso de los Diputados le ha abierto muchas puertas. Su perfil bajo y alejado de las estridencias verbales le permite seguir ocupando cargos y pasar inadvertido. Astuto y hábil.

-Y eso que estuvo en los felipes. ¿Y de la saga de los Fernández Díaz?

-Es una vuelta a la España que pensábamos estaba ya superada. Rancio y ultraconservador, el ministro del Interior. Con respecto a Alberto, su hermano, está al frente del PP en el Ajuntament de Barcelona. Un político este último totalmente gris. El ejemplo del anticarisma. Cuando uno se pregunta por el nivel, el prestigio, de nuestros gobernantes y ve a gente como Alberto Fernández Díaz no encuentra una respuesta que le satisfaga. ¿Tenemos los gobernantes que nos merecemos? ¿Qué hemos hecho para merecer esto?

-Narcís Serra, dices, pasaba por allí. ¿Por dónde pasaba?

-Pues por el ministerio de Defensa mientras se dedicaba a espiar a destajo a políticos, empresarios o el Rey. O por Caixa Catalunya. Ahora estamos viendo los resultados. También con un perfil bajo y dando la sensación de no haber roto nunca un plato.

-Cierras el capítulo con estas palabras: «En Cataluña coincide todo un elenco de personajes que han convertido la cosa pública en un exclusivo club donde cuelga el cartel del «Reservado el derecho de admisión»». ¿Ha variado la situación desde que publicaste el libro o seguimos en las mismas?

-Afortunadamente hay movimientos políticos (algunos, por cierto, no tan nuevos) y sociales que están presionando para cambiar las reglas de ese club privado. No será fácil. Quien tiene el poder no quiere soltarlo. Espero que se acaben imponiendo los que mejor se adaptan y no los mejores. Son tiempos de cambio.

-Un deseo cierra este apartado: «Sin embargo, queremos creer que los tiempos están cambiando y ojalá olvidemos pronto el agudo comentario del historiador británico Thomas Carlyle, quien afirmó ya en el siglo XIX: «Hay épocas en que el pago en efectivo se ha convertido en el único nexo entre un hombre y otro». No te sabía aficionado a Carlyle pero, más allá de la reflexión del historiador conservador británico, ¿están realmente cambiando los tiempos? ¿No confundes, es humano, demasiado humano, realidad y deseos?

-Te refieres a Nietzsche, ¿verdad? Quizás, pero soy optimista y algo de ello traspira el texto pese a lo duro de temas como la corrupción. Ojalá el deseo (el mío y el de muchos) se imponga a la realidad, aunque para ello hay que conocerla bien. De ahí el trabajo de Crema Catalana. Información para entender esa realidad que nos gustaría cambiar. En fin, veo que nos estamos poniendo un poco poéticos para acabar. Todo sea por Luis Cernuda.

-E incluso por Marx, que bien mirado era un cernudiano avant la lettre. Sin querer o queriendo has hecho referencia a la XI Tesis sobre Feuerbach.

-Estamos llegando a unos niveles de análisis que asustan. No era mi intención. Todo ha sido producto de la locuacidad, con la venia de Marx.

-La tienes por supuesto.


Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.