Los dirigentes del partido demócrata están apuñalando a sus bases por la espalda haciendo pactos secretos de «libre comercio» con la Casa Blanca a puerta cerrada. Puede que los congresistas demócratas se encuentren ahora al borde de una importante escisión. Mientras los líderes demócratas y el presidente Bush intentan que se apruebe la reforma bipartidista […]
Los dirigentes del partido demócrata están apuñalando a sus bases por la espalda haciendo pactos secretos de «libre comercio» con la Casa Blanca a puerta cerrada. Puede que los congresistas demócratas se encuentren ahora al borde de una importante escisión. Mientras los líderes demócratas y el presidente Bush intentan que se apruebe la reforma bipartidista de la ley migratoria, se están cerrando acuerdos comerciales secretos, que van en contra de los trabajadores y del medio-ambiente, y que sólo van a exacerbar los problemas migratorios de EE.UU.
Los polémicos acuerdos son pactos bilaterales entre EE.UU. y Perú, Panamá, Colombia y Corea del Sur. Los pactos fueron anunciados en una conferencia de prensa bipartidista el 10 de Mayo, y quién se lleva el mérito es el diputado republicano Charles Rangel (Nueva York), presidente del Comité de Medios y Arbitrios del Congreso. Según Comercio Interior, como anota el «blogger» David Sirota, los demócratas del congreso admiten que la Casa Blanca está esbozando el lenguaje legal de estos acuerdos comerciales.
Rick MacArthur, editor de Harper’s Magazine y autor del libro «La venta del ‘libre comercio’: NAFTA (Tratado de Libre Comercio de América del Norte), Washington, y la subversión de la democracia americana», llama a estos acuerdos «un gambito para recaudar fondos por parte de los líderes del Congreso.»
Me dijo: «Rangel y [Spencer Nancy] Pelosi están diciendo, ‘Bueno, nos estamos preparando para las elecciones de 2008. Tenemos que recaudar mucho dinero.'» Están más cerca del ala-Clinton del partido, que es el ala del partido que está a favor del llamado libre comercio, del NAFTA, y de tener relaciones comerciales normales y permanentes con China. Y ésta es una manera de decirle a la comunidad empresarial corporativa -Wall Street, Wal-Mart- que estamos dispuestos a negociar, que queremos obtener dinero de vosotros.» Para poder competir por el dinero para la campaña la lógica dice que los demócratas deben atender a las grandes corporaciones donantes.
MacArthur señala que los acuerdos con los cuatro países pequeños no son significativos. Las grandes cantidades de dinero están, dice, en China. Aquí es donde aparece Hillary Clinton. Estuvo en la junta directiva de Wal-Mart durante 6 años, cuando su esposo era gobernador de Arkansas (que es donde tiene la sede principal). Wal-Mart, dice Mac Arthur, «depende de esforzadas fábricas en China, donde no puedes formar un sindicato y las huelgas son solucionadas con violencia. Te rompen la cabeza o te envían a prisión.»
Los demócratas corporativistas y sus aliados republicanos están prometiendo protección laboral y medioambiental. Pero 13 años después de que el NAFTA haya entrado en vigor, con el Presidente Clinton orquestando pagos con dinero gubernamental para financiar proyectos concebidos para ganar votos, se ve que las medidas de protección prometidas han resultado ser inaplicables: los trabajadores, especialmente en México, ganan salarios bajos con poca o ninguna seguridad, mientras las compañías aplastan cualquier esfuerzo de organizar sindicatos y contaminan impunemente. Cuando el trabajo se desplaza a México, China y otras zonas de bajos salarios, el que pierde es EE.UU. El senador Sherrod Brown de Ohio, lo sabe muy bien: «Vemos que ese tipo de pérdidas de miles de puestos de trabajo… devasta a comunidades enteras. Perjudica a los propietarios de empresas locales, a la farmacia, el pequeño supermercado, el restaurante de la esquina. Perjudica a las comunidades. Perjudica a los colegios, a las fuerzas policiales, a los bomberos.»
El senador Russ Feingold de Wisconsin, también criticó los acuerdos comerciales, diciendo que era como si «los zorros y los lobos llegasen a un acuerdo sobre la protección del gallinero». Continuó: «Me gustaría poder culpar a nuestros colegas del otro partido. Pero estas políticas erróneas han sido secundadas e instigadas por miembros de ambos partidos.»
Feingold señaló que los acuerdos comerciales no han sido apoyados por ningún sindicato o grupo ecologista, pero han sido apoyados por tres de las organizaciones más poderosas que representan a los intereses corporativos: la Mesa Redonda Comercial, la Asociación Nacional de Fabricantes (NAM), y la Cámara de Comercio de EE.UU.
Si los agentes de poder de Washington están pensando que los americanos no comprenden o no les importa la arcana política comercial, deberían recordar la batalla de Seattle. A finales de 1999, cuando la Organización Mundial del Comercio intentó reunirse en Seattle para imponer políticas comerciales corporativas globales, tuvieron enfrente a decenas de miles de manifestantes, desde miembros de Teamster hasta ecologistas, desde trabajadores sociales hasta estudiantes y granjeros. Los encuentros fueron suspendidos. Une esta posible reacción con los millones de trabajadores inmigrantes que ahora están observando desde sus pésimas condiciones laborales otro acuerdo bipartidista. Son éstas las personas que tomaron por millones las calles el año pasado.
Cuando se manipulan las leyes para permitir que el dinero se desplace libremente a través de fronteras, entonces las personas también lo harán. La bajada de salarios al sur de la frontera, causada por el «libre comercio», hace que la gente vaya al norte; no importa lo alta que sea la muralla o cuantos centros de detención se hayan construido para contenerlos. Que nadie se equivoque: el comercio y la inmigración están íntimamente ligados.
Amy Goodman edita Democracy Now!, un noticiario diario radiotelevisivo que se emite desde 500 estaciones en Norteamérica.
Traducción para www.sinpermiso.info: Sebastián Porrúa