La petrolera tendrá que compensar con 82 millones de euros a una comunidad local del delta del Níger. «Sentencia heroica y ejempar». «Cuarenta años después, por fin ha llegado la compensación para los habitantes de Ejama-Ebubu» dice la prensa local. El vertido de Shell se produjo en 1970, contaminando una zona de más de doscientas […]
La petrolera tendrá que compensar con 82 millones de euros a una comunidad local del delta del Níger. «Sentencia heroica y ejempar». «Cuarenta años después, por fin ha llegado la compensación para los habitantes de Ejama-Ebubu» dice la prensa local. El vertido de Shell se produjo en 1970, contaminando una zona de más de doscientas cincuenta mil hectáreas. Tuvieron que pasar 30 años para que un grupo de empresarios y vecinos de la zona interpusieran una demanda. Desde 2001, la querella ha tenido que sortear todo tipo de retrasos. El caso ha pasado por las manos de tres jueces y la petrolera ha presentado casi 30 recursos cautelares durante el juicio.
Según el periódico nigeriano The Guardian, los demandantes pedían una compensación por los daños causados por la pérdida de bosque, por la pérdida de ingresos por caza y pesca, por la pérdida de fuentes de abastecimiento de agua, por la exposición a enfermedades, por la desertificación, por el componente psicológico y por el retraso de la solución. El juez Ibrahim Buba ha dado por buenas estas peticiones, estableciendo que el delito de Shel ha afectado gravemente a la población, «que ha sido privada del derecho a la subsistencia, la educación y la vida en buenas condiciones».
La compañía petrolera construyó a finales de los años sesenta grandes tuberías para transportar su crudo desde sus perforaciones a las instalaciones de Bonny Oil, la empresa de distribución y exportación. En ese tramo se produjo la fuga y el vertido. No ha sido el único: según el gobierno nigeriano, entre 1970 y el año 2000 los derrames de petróleo fueron al menos 7.000, muchos de ellas asociados con la National Nigerian Petroleum Corporation, que es pública.
La Asociación Nigeriana de Escritores por los Derechos Humanos (HURIWA) felicita al juez por haber ordenado a Shell que limpie lo que ensució. «Es algo que agradecerá una generación que aún no ha nacido», aunque ni en la sentencia ni en la prensa local encontramos qué mecanismos de control se han fijado. Además, la HURIWA señala que «mientras que en Estados Unidos el gobierno ha tomado la decisión inmediata de reclamar a BP 20 mil millones de euros para compensar a los afectados por su vertido del Golfo de México, en el caso del Delta las multinacionales han estado operando con impunidad y sin respuesta del gobierno» y también lamenta que la cifra a pagar sea tan pequeña en comparación con la que se pagará en EEUU.
Nigeria es el mayor exportador de petróleo de África y el número 11 en el mundo. Como repasaba hace unos días GuinGuinBali, «el delta del Níger suministra el 40% de las importaciones de crudo de Estados Unidos y es la capital mundial de contaminación por hidrocarburos. La esperanza de vida en sus comunidades rurales, la mitad de las cuales no tienen acceso al agua potable, se ha reducido a poco más de 40 años en las últimas dos generaciones».
Shell y sus filiales en Nigeria ya han anunciado que recurrirán la sentencia y alegan que el vertido se produjo «en plena guerra civil» y que fueron tropas de combate las que provocaron la fuga. «Nosotros no operábamos en la zona durante ese tiempo por culpa de la guerra civil. Shell seguirá operando de forma respetuosa con el medio ambiente».
Ese artículo fue publicado originalmente en Periodismo Humano.
Juan Luis Sánchez es editor de periodismohumano y coordinador de Sociedad y Economía.
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